lunes, 12 de agosto de 2013

¿El sur también existe?

La Boca, Barracas, Parque Patricios y Pompeya son los barrios con más historia de la ciudad y también los que padecen más desigualdades. Urbanistas y vecinos señalan aciertos y falencias respecto de las políticas de renovación del sur porteño.
 
La Boca
Las familias patricias que pasaban su tiempo libre en las quintas de fin de semana. Los inmigrantes que encontraron en un conventillo el hogar que habían dejado miles de kilómetros atrás. El puerto que servía de puerta de entrada y salida de lo que producían las fábricas hoy apagadas. La fiebre amarilla que arrasó la vecindad y produjo una huida hacia otro sitio. Los trenes de cargas que ya dejaron de pasar, las ventanas y puertas con detalles de otros años y los adoquines que vieron pasar por arriba carros tirados por caballos. La historia de la zona sur de la ciudad de Buenos Aires está cruzada por historias con nombre propio y marcas que dejaron la historia del país. Tiene presente en sus paredes, sus calles y vecinos la huella del pasado. En algunos casos, sobre todo en las cuadras que quedan arrinconadas contra el Riachuelo, esas marcas de los años están a la vista: galpones abandonados, estaciones inactivas, ladrillos corroídos y paredes descascaradas son parte del paisaje. 
 
En otros sectores, la renovación aparece detrás de reciclajes de viejas fábricas o nuevos emprendimientos inmobiliarios que comienzan a cambiarle la cara a la zona. “En ese sector están los barrios más antiguos de la capital y es donde se concentra la industria y la carga de toda la ciudad. Tienen también los peores indicadores sociales, y la incidencia del Riachuelo es negativa por la contaminación que tiene. Hubo una mayor dinámica inmobiliaria, hay un intento de renovar la zona, lo que debería venir acompañado de políticas en donde los sectores más pobres no sean expulsados”, explica el urbanista Eduardo Reese. 
 
Las diferencias de valores de propiedades entre la zona sur y la zona norte de la ciudad son notables: mientras que comprar un metro cuadrado en La Boca cuesta U$S 1.400, en Constitución U$S 1.690 y en Parque Patricios U$S 1.695, en Núñez los valores alcanzan los U$S 2.225, en Belgrano R U$S 2.695 y en Recoleta/Retiro U$S 2.825. El metro cuadrado más caro de la ciudad está en Puerto Madero, que tiene un valor promedio de 4.702 dólares, todo según datos de Reporte Inmobiliario.
 
"Los barrios del sur tienen oportunidades muy fuertes, porque son zonas centrales que tienen un stock de vivienda importante. Los proyectos de generar distritos son una buena idea, pero falta acompañarlos de otras políticas urbanas. Hay que atender el peligro que significa que se quieran emparejar los costos del suelo de toda Buenos Aires; algunos ven desvalorizada su tierra y otros quedan al margen porque no podrán acceder”, asegura Marcelo Corti, arquitecto y urbanista.
 
Barracas
Una caminata por la zona oeste de Barracas arroja un pantallazo: el edificio que fue de la chocolatera Águila hoy alberga a un supermercado; la estructura de la textil Piccaluga se convirtió en Barracas Central, un complejo de lofts reciclados y locales comerciales. En torno de las avenidas Montes de Oca y Regimiento de Patricios se concentra la zona de mayor poder adquisitivo, con torres residenciales y obras que ajustan los últimos detalles de nuevos edificios. Detrás de la estructura de la ex fábrica de galletitas Canale aparece Palacio Lezama, varios pisos de paredes vidriadas, con oficinas, departamentos y ateliers; allí también se instaló una sucursal del banco HSBC, que contrasta su modernidad interior con el frente antiguo. Un sector de la antigua Bagley ahora es el Multiespacio MOCA, un centro residencial con 225 departamentos que comenzó a construirse en 2004, que también tiene locales y un sector para empresas: “Vimos una gran oportunidad. Barracas tiene una muy buena ubicación respecto de las autopistas, la zona sur del conurbano y el microcentro, y pensábamos que era una zona que iba a repuntar”, cuenta Adrián Kaplansky, director de Copelle, la desarrolladora que encaró el proyecto de MOCA. “El proyecto apuntaba a un público de buen poder adquisitivo, tanto del barrio, como de Avellaneda o Adrogué, con amenities similares a los de Puerto Madero pero con precios más bajos y financiación”, explica. 
 
La ONG Proteger Barracas, que impulsa el tratamiento en la Legislatura porteña de una ley que proteja edificios históricos, tiene una mirada más abarcativa de la cuestión: “Éste es un barrio muy diverso que tiene sectores de clase media/alta y también áreas muy carenciadas y desatendidas, atravesado por una autopista construida durante el último gobierno militar y que constituye una barrera urbana muy fuerte”.
 
Barracas comenzó una renovación hacia fines de los ’90, cuando un grupo inversor adquirió el predio de la ex Fabril Financiera, en California y Herrera, y levantó allí un gigante de colores: Pérez Celis pintó el frente del edificio que aloja tanto oficinas como talleres de artistas. Alrededor de ese emprendimiento se generó una creciente zona comercial de outlets de primeras marcas: ya hay 37 locales ocupados, con valores de alquiler entre 15 y 27 dólares el m2, según un informe de la consultora Colliers International. El pasaje Lanín exhibe orgulloso sus paredes de azulejos coloridos, intervenidos por el artista Marino Santa María, que vive allí. 
 
Parque Patricios
En un silencioso espacio de la calle Algarrobo, a pocas cuadras del Riachuelo, el Centro Metropolitano de Diseño tiene sus talleres y a su alrededor se organizó el “Distrito de Diseño”. En uno de los barrios vecinos, Parque Patricios, se desarrolló otro polo temático para las empresas de tecnología, en donde ya funcionan 92 firmas y hay 53 en obra, según datos de la Secretaría de Desarrollo Económico porteña. Ese barrio es señalado por Germán Gómez Picasso, director de Reporte Inmobiliario, como uno de los que incrementó su cotización: “Además del fomento a industrias para que se instalaran allí, la zona fue integrada con la nueva red de subte”, asegura y explica que “mientras que Barracas sostiene sus precios por su buena integración a la Ciudad, La Boca sigue con los valores más bajos, igual que Pompeya”
 
El gobierno de la ciudad también impulsa el Distrito de las Artes en La Boca, parte de Barracas y San Telmo. “Cuando elegimos el lugar para levantar el proyecto, sabíamos que esto tarde o temprano iba a crecer: estaba destinado a evolucionar”, explica Guido Wainstein, director de Qualis Development, que trabaja en Puerto Pampa, un ex frigorífico de La Boca que será un complejo de viviendas, oficinas, hotelería y ateliers. “Hay proyectos que le dan a la zona un mayor crecimiento. Estuvo siempre relegada, por lo que hay mucho por hacer. Existen edificios, como el que restauramos, con una arquitectura extraordinaria”, explica. Quienes construyeron esta parte de la ciudad lo hicieron para que atravesara generaciones. En palabras de Proteger Barracas: “Sobre el estado de esos inmuebles, hay bastante diversidad aunque en general se encuentran en condición aceptable, teniendo en cuenta que se trata de edificios centenarios. Eso demuestra la nobleza de su construcción y el potencial que poseen para ser recuperados y puestos en valor”. Es que lo que fue dejó su marca en esta zona, matizada con el presente y sus ganas de volver a ser.
 
La Boca: condiciones asimétricas 
 
Por un lado, ofrece una situación de ribera gradualmente recuperada, con mejora del espacio público y revitalización de su patrimonio y su paisaje. Y, por otro, aparecen ciertas “espaldas” con alto grado de degradación en su stock edilicio y de deterioro de las condiciones de habitabilidad. Con lo cual, el desafío a afrontar será cómo expandir la gradual transformación que se está produciendo sobre el eje de la avenida Pedro de Mendoza hacia el interior del barrio y hacia las zonas del bajo-autopista, incorporando espacios y actividades de articulación entre los diferentes sectores sociales que allí conviven.
 
Barracas: el Riachuelo como desafío 
 
Pompeya
Constituye unos de los barrios tradicionales de Buenos Aires, que se encuentra fuertemente atravesado por piezas infraestructurales de alta complejidad (como la autopista, el eje ferroviario y las playas de maniobras), que cuenta con una arquitectura de alto valor patrimonial, espacios públicos de calidad y un tejido mixto en proceso de degradación. De tal modo, el barrio debe asumir como desafío para la próxima década como expansión del área central hacia el sur, con actividades administrativas y de servicios, complementarias con las de producción ya instaladas, y reconvertir la situación de borde sobre el Riachuelo como fachada del barrio.
 
Parque Patricios: modernidad y fragmentación social 
 
Es uno de los barrios más pintorescos de Buenos Aires, que logra combinar tradición con modernidad. Constituye uno de los rincones que mejor atesoran nuestra “porteñidad”, en sus calles, en sus plazas, en su gente, en sus prácticas cotidianas. Asimismo, la zona de hospitales y parques le imprimen singularidad y distinción. Sin embargo, tiene como desafío inminente superar los importantes desequilibrios que se evidencian entre el eje de la avenida Caseros -con una intensa dinámica comercial- y el eje de la avenida Perito Moreno -con procesos de fragmentación social-.
 
Pompeya: la integración como deuda pendiente 
 
Es uno de los nodos más importantes de Buenos Aires y, además, es puerta de entrada a la ciudad. Allí convive un tejido residencial con actividades vinculadas a la producción y espacios de transferencia de materias primas, bienes y pasajeros. Mientras que sobre el eje de la avenida Sáenz -que estructura el territorio- cuenta con una dinámica urbana de suma intensidad, en sus espaldas gana en consolidación un asentamiento popular -la Villa 21-24- con fuertes procesos de segregación socio-residencial. Como desafío, deberá plantearse cómo integrar estos fragmentos a la estructura barrial, generando espacio público de calidad, que fomente la inclusión y la diversidad.

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