lunes, 14 de septiembre de 2015

Crisis migratoria: Alemania impone controles y suspende los trenes en su frontera sur

El ministro del Interior alemán, Thomas de Maiziére, anunció ayer que su país impondrá temporalmente controles en su frontera sur, por la que en las últimas semanas ingresaron decenas de miles de refugiados, al mismo tiempo que los trenes entre el territorio germano y la vecina Austria fueron suspendidos.


Le duró poco la hospitalidad a Alemania. Después de dos semanas de cálidas bienvenidas a decenas de miles de refugiados en Munich, el gobierno alemán impuso ayer controles fronterizos y movilizó a cientos de policías a la frontera sur con Austria "para limitar las entradas actuales y volver a los procedimientos normales".

Al mismo tiempo, en el sur de Europa, una vez más una barcaza repleta de refugiados e inmigrantes naufragó cerca de una isla griega en el mar Egeo y terminó en tragedia. Al menos 34 muertos, entre ellos cuatro bebés y 11 niños, según la Guardia Costera helena.

Mientras los naufragios y las muertes se suceden sin cesar todas las semanas frente a las costas del sur europeo, en el corazón del continente las potencias siguen dirimiendo sus diferencias reforzando la seguridad de sus fronteras, suspendiendo trenes y dificultando el avance de miles de refugiados.

El primer ministro alemán, Thomas de Maiziere, anunció ayer el establecimiento de controles fronterizos y destacó que sólo podrán entrar al territorio desde Austria aquellos que tengan la documentación necesaria.

En otras palabras, todos aquellos refugiados que fueron registrados en algún otro país de la Unión Europea (UE), como al desembarcar en Grecia o al pasar por Hungría o Austría, deberán volver a ese territorio, donde según el Acuerdo regional de Dublín deben pedir formalmente asilo político.

Además, se podría considerar que aquellos que no se hayan registrado ni en Grecia, ni en Hungría ni en Austria ingresaron ilegalmente a la UE y no cumplieron con el procedimiento debido para pedir asilo político.

La decisión de Berlín, que podría ser aplicada con menor o mayor rigidez, se conoció en la víspera de la cumbre de ministros del Interior de la UE de hoy en Bruselas.

En esa cumbre volverán a enfrentarse los estados miembros más cerrados que se niegan a absorber a los refugiados recién llegados y los otros, como Alemania, que piden repartirse la responsabilidad de la actual crisis. Pero las reacciones de sus vecinos europeos no esperaron hasta el encuentro mañana en Bruselas.

El gobierno de República Checa, uno de los miembros de la UE que se niega a recibir a miles de refugiados, anunció hoy que va a reforzar la vigilancia en su frontera con Austria ya que una vez cerrado la vía Viena-Munich, la ruta a través de Praga podría ganar popularidad entre los cientos de miles de personas que siguen avanzando a través de Europa en busca de un futuro.

El ministro del Interior de República Checa, Milan Chovanec, no quiso adelantar qué medidas de seguridad tomarán en la frontera y sólo adelantó de cuántos refugiados empiecen a tomar esa ruta, según informó la cadena de noticias local CT24, citada por la agencia EFE. Por su parte, el gobierno de Austria anunció que no copiará a Alemania imponiendo controles en su frontera sur con Hungría.

Desde hace meses, la ruta privilegiada de los refugiados que llegan escapando de guerras y conflictos violentos en Medio Oriente comienza por tierra hasta Turquía, de ahí continúa por agua por el mar Egeo y una vez en Grecia suben por el continente a través de los Balcanes, Hungria, Austría y, finalmente, Alemania o los países nórdicos.

Luego de hablar con su par alemana, Angela Merkel, el canciller austríaco, Werner Faymann, informó que no tomará ninguna medida, pero advirtió que no pueden "predecir cómo va a ser el atasco" en la frontera con el territorio germano.

Alemania y Austria llevan dos semanas aplicando una política de fronteras abiertas que ha permitido que alrededor de 63.000 refugiados lleguen a la ciudad de Munich. Sólo ayer las autoridades de esta ciudad registraron el arribo de 12.200 personas en tren y en Viena al menos 8.000 personas entraron al territorio para continuar viaje hacia Alemania.

Ni bien el ministro De Maziere anunció el fin de la política de fronteras abiertas, la empresa nacional de ferrocarriles Deutsche Bahn informó que se suspendían todos los trenes que hacen la ruta Alemana-Austria hasta hoy a la mañana, unas horas antes que se reúnan los ministros del Interior de la UE.

Desde principio de año, la ONU y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) calcularon que más de 366.000 de personas cruzaron el mar Mediterráneo desde el norte de África y atravesaron Turquía desde Medio Oriente para llegar a Europa y construir un mejor futuro para ellos y sus familias.

La gran mayoría de los recién llegados provienen de países devastados por la guerra civil, como los sirios, la violencia sectaria y/o religiosa, como Afganistán e Irak, y la represión estatal, como en el caso de los eritreos. Pese a las cifras inéditas de desembarcos, la UE aún no ha podido coordinar un política unificado para recibirlos e integrarlos.

Hoy los ministros del Interior del bloque se reunirán en Bruselas para discutir la propuesta del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker de dividir 160.000 refugiados en los próximos dos años entre todos los estados miembros.

El clima promete ser tenso. El ministro de Interior rumano, Gabriel Oprea, anunció hoy que votará en contra del sistema de cuotas obligatorias que propuso la semana pasada Juncker y no está solo.

Lo apoyan otros países del este de Europa como Hungría, República Checa, Polonia y Eslovaquia. Reino Unido, en tanto, también se mantiene reticente a sumarse al plan europeo.

Por otra parte, el debate de hoya en Bruselas también expondrá que aún los países miembros que han estado recibiendo refugiados, quieren comenzar a frenar el flujo de personas que cruzan sus fronteras. Entre este grupo se destacan Alemania, Francia, Austria, Suecia.

Pero aún si Juncker consigue que todos los países de la UE acepten repartirse 160.000 refugiados, esta cifra apenas supera un tercio de los refugiados e inmigrantes llegados al continente europeo en lo que va del año.

Mientras los gobiernos europeos siguen inmersos en una pulseada política, en el mar Egeo, no muy lejos de las costas de la isla griega de Farmakonisi, unos 34 refugiados se ahogaron hoy, entre ellos 15 chicos y bebés, luego que la barcaza en la que viajaban con otras 100 personas naufragara.

La Guardia Costera griega informó que respondieron a una alerta de auxilio y que lograron rescatar a 68 personas, mientras que otras 29 lograron llegar a la playa de Farmakonisi nadando, una escena dramática que ya se volvió habitual en estas costas paradisíacas.

Hasta ahora los rescatistas griegos recuperaron del mar los cuerpos de seis mujeres, ocho hombres, cuatro bebés y 11 chicos, según informó EFE.

Pese a que el número de refugiados e inmigrantes muertos en el Mediterráneo disminuyó -en parte porque la mayoría de los que escapan de Medio Oriente eligen ahora cruzar por tierra a través de Turquía- los naufragios siguen repitiéndose todas las semanas, ahora en el Egeo. El sábado, cinco menores de edad se ahogaron en esas mismas aguas en dos naufragios similares.

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