domingo, 18 de agosto de 2013

Teatros porteños: la resistencia, única protagonista

Los elencos de las obras que se presentan en los teatros de la Ciudad denuncian irregularidades en el pago de sus salarios. La voz de las autoridades.
 
Es el teatro de los hitos. Los artistas históricos del San Martín dicen que hay un antes y un después de que el director polaco Tadeusz Kantor –creador del Teatro de la Muerte– presentara en 1984 uno de sus espectáculos vanguardistas. En el pasado, también quedaron algunas representaciones inolvidables: hay gente que todavía recuerda la actuación de Ernesto Bianco y Héctor Alterio en El enemigo del pueblo, o el monólogo inicial de Elena Tasisto en la obra En casa/En Kabul, el momento irreversible en que la Medea de Cristina Banegas mata a sus hijos y, claro, el paso contundente de Alfredo Alcón cada vez que pisó esos escenarios.
 
Pero también es –desde hace años– el teatro de los problemas crónicos. El lugar donde nunca hay dinero, al que siempre le falta un buen presupuesto, el de las obras paradas, el de los baños rotos y el de las salas sin calefacción. Pero ahora, la situación crítica del Complejo Teatral de Buenos Aires (que comprende a los teatros San Martín, Alvear, Regio, Sarmiento y De la Ribera) llegó a un punto límite: los actores y el equipo artístico de los espectáculos Cineastas, Social Tango, Chantecler Tango y Triste Golondrina Macho están hace más de tres meses sin cobrar sueldos y trabajan sin haber firmado sus contratos. Los artistas estrenaron sus obras sin cobrar un peso, pero incluso el último espectáculo Triste Golondrina Macho tuvo que postergar su estreno –pautado para el 27 de junio y que recién fue el viernes– porque no estaba la escenografía y el vestuario que tenía que disponer el gobierno de la Ciudad. Al cierre de esta edición, algunos elencos comenzaron a ser llamados para firmar los primeros contratos, como consecuencia de la presión y el reclamo que hicieron los actores. 
 
La falta de pagos se hizo pública a partir de que la Asociación Argentina de Actores comenzara a leer, al final de las funciones de estos espectáculos, una carta pública en la que denuncia ante el público la forma en que los artistas trabajan en el San Martín y en todas las salas que dependen del complejo. De hecho, una de estas lecturas se hizo el día de estreno de la obra Cineastas, ante la presencia del ministro de Cultura, Hernán Lombardi. Hasta que esta noticia trascendió, los actores llevaban meses trabajando para el Estado sin cobrar ni firmar contratos, solamente motivados por sus propios impulsos artísticos. 
 
"Yo estoy pensando que hasta que no se vaya Hernán Lombardi y esta gestión, no trabajo más acá. No puedo esperar. Yo vivo de mi sueldo, de la plata que gano, tengo una hija. No puedo esperar cuatro meses para cobrar, porque estoy trabajando de martes a domingos acá, ocho horas por día. No puedo hacer otra cosa. No puedo financiar al Estado. Hasta que no cambie la gestión, no trabajo más", dice Guillermo Arengo, director y actor del espectáculo Triste Golondrina Macho.  
 
El gobierno de la Ciudad firmó en mayo de 2011 un acta acuerdo con la Asociación Argentina de Actores en la que se comprometía a firmar y entregar en tiempo y forma los contratos laborales. Además, se acordó que los artistas cobraran el mismo sueldo por ensayos y por funciones. Antes de este convenio, se cobraba la mitad por ensayar y el salario completo una vez que se estrenaba. Desde el gobierno porteño, dicen que este aumento de presupuesto fue lo que generó los atrasos en la firma de los contratos.
 
"El complejo teatral está pasando por una crisis que ya lleva diez años. Siempre hubo dilaciones vinculadas a la burocracia y a la naturaleza del Estado. Pero lo que nos pasa ahora excedió y profundizó todo. Los problemas se están agravando. Claramente hay una responsabilidad del ministro Lombardi en esta situación. El área de producción del complejo es víctima tanto como nosotros, los artistas y técnicos contratados. Nosotros venimos temporariamente a realizar una tarea, pero ellos se quedan acá, teniendo que soportar este maltrato, esta especie de situación apolítica, que claramente se trata de una política neoliberal. Son empresarios que se meten en los bienes del Estado para debilitarlos y después hacer negocios con eso", define el actor. 
 
Arengo, como director de Triste Golondrina Macho junto con Blas Arrese Igor, cuenta que los actores comenzaron a ensayar el 16 de abril y que recién este mes cobraron sus honorarios respecto de julio, todo lo anterior se venció y tiene que pasar por un sistema burocrático para que puedan cobrar. Para la parte artística de escenografía, luces y vestuario la situación es aún peor: ellos, que hace más de cuatro meses que están trabajando, no vieron ni un peso. "Claramente lo que busca el ministro Lombardi es alejarnos del teatro, sacarnos el entusiasmo", dice el artista. 
 
"En estos últimos años ha habido una merma enorme de contratación de actores. Hay un vaciamiento que se puede sentir muy claramente, además del atraso en los pagos. Es muy difícil para un actor financiar al Complejo Teatral, con esto quiero decir, seguir yendo a ensayar buscando el dinero desde otro lado, para poder seguir ensayando una obra", agrega Julieta Vallina, actriz del mismo espectáculo. 
 
En el Complejo Teatral de Buenos Aires, los actores no sólo trabajan sin contratos y sin sueldos, sino que para sumar malestares, lo hacen con frío. "Nosotros empezamos a trabajar en el Teatro Sarmiento y hasta el día de hoy no funcionaba la calefacción. Llegamos a agosto con un frío espantoso, trabajando sin calefacción. El equipamiento está realmente muy deteriorado y, en la mayoría de los casos, cuando pedimos que se mejoren los equipos, la respuesta fue siempre que no era posible", cuenta Mariano Pensotti, director de Cineastas. El dramaturgo estrenó su espectáculo con el financiamiento de festivales de Europa y de su propia compañía, por eso no tuvo que esperar a que llegara el dinero del gobierno de la Ciudad para poder, por ejemplo, montar la escenografía. "La situación puntual que nosotros tuvimos es que el Complejo tendría que haber pagado a los actores los ensayos hace tres meses y hasta el día del estreno no les había pagado. Tanto los rubros técnicos como mi caso, llegamos al estreno sin haber firmado un contrato definitivo. Lo firmamos después del estreno, lo que es totalmente irregular, un disparate. La sensación que uno tiene trabajando en el Complejo es que la gente que trabaja ahí le está poniendo esfuerzo y buena voluntad a una situación que está realmente muy caótica", agrega el joven director. 
 
Mientras los actores pasan por los teatros del Complejo durante períodos de entre cinco y cuatro meses, los trabajadores de cada sala resisten a la falta de presupuesto y, a veces, a la falta de actividad. Por ejemplo, desde el domingo 4 de agosto, ninguna de las salas del Teatro General San Martín (Martín Coronado, Cunill Cabanellas y Casacuberta), tiene programación teatral. En otras épocas, en cada sala se programaban entre dos o tres obras por día. El San Martín que recibió al famoso bailarín y coreógrafo Merce Cunningham o el lugar donde la mítica bailarina alemana Pina Bausch presentó en 1980 Café Müller parece quedar sólo para las memorias del teatro. Ahora, lo único que se luce es la resistencia de sus trabajadores y sus artistas.

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