lunes, 28 de marzo de 2016

El Papa advirtió por los "conflictos armados que someten a poblaciones enteras"

UNA MULTITUD SE CONGREGÓ EN LA PLAZA DE SAN PEDRO PARA ESCUCHAR LA HOMILÍA DEL SUMO PONTÍFICE. FUE EL PUNTO CULMINANTE DE LAS CELEBRACIONES DE SEMANA SANTA.


"¡Jesucristo ha resucitado! ¡El amor ha derrotado al odio, la vida ha vencido a la muerte, la luz ha desterrado a las tinieblas!", escribió Francisco en su cuenta oficial de Twitter antes de comenzar la Misa de Pascua en la Plaza de San Pedro, ceremonia que fue transmitida en vivo.

En un mensaje de Pascua en el que recorrió varios ejes de la coyuntura global, el papa Francisco pidió ayer por "el pueblo venezolano", los migrantes y la "convivencia" entre israelíes y palestinos.

"Dios ha vencido el egoísmo y la muerte con las armas del amor; su hijo, Jesús, es la puerta de la misericordia, abierta de par en par para todos", aseguró el Pontífice tras la bendición "Urbi et Orbi" que lanzó desde el balcón central de la Basílica de San Pedro este mediodía de Roma.

El Papa enmarcó sus pedidos de paz y convivencia en un mundo que "está lleno de personas que sufren en el cuerpo y en el espíritu, mientras que las crónicas diarias están repletas de informes sobre delitos brutales, que a menudo se cometen en el ámbito doméstico, y de conflictos armados a gran escala que someten a poblaciones enteras a pruebas indecibles".

"Que su mensaje pascual se proyecte cada vez más sobre el pueblo venezolano, en las difíciles condiciones en las que vive, así como sobre los que tienen en sus manos el destino del país, para que se trabaje en pos del bien común, buscando formas de diálogo y colaboración entre todos", pidió el Obispo de Roma.

"Y que se promueva en todo lugar la cultura del encuentro, la justicia y el respeto recíproco, lo único que puede asegurar el bienestar espiritual y material de los ciudadanos", agregó Su Santidad, que dos horas antes había celebrado en la Plaza San Pedro la misa de Pascua.

En su mensaje desde el balcón, Francisco insistió con su preocupación por los emigrados de África y aseguró que "son una muchedumbre cada vez más grande de emigrantes y refugiados, incluyendo muchos niños, que huyen de la guerra, el hambre, la pobreza y la injusticia social".

"Estos hermanos y hermanas nuestros, encuentran demasiado a menudo en su recorrido la muerte o, en todo caso, el rechazo de quien podrían ofrecerles hospitalidad y ayuda", criticó el Pontífice tras dar una vuelta en papamóvil, sin protección antibalas, por la histórica plaza.

"Que la cita de la próxima Cumbre Mundial Humanitaria no deje de poner en el centro a la persona humana, con su dignidad, y desarrollar políticas capaces de asistir y proteger a las víctimas de conflictos y otras situaciones de emergencia, especialmente a los más vulnerables y los que son perseguidos por motivos étnicos y religiosos", demandó el santo padre.

Pidiendo ternura y compasión "hacia los hambrientos y sedientos, los extranjeros y los encarcelados, los marginados y descartados, las víctimas del abuso y la violencia", el Pontífice instó en su mensaje "a reanudar con mayor vigor la construcción de caminos de reconciliación con Dios y con los hermanos, que tanto necesitamos".

Además, el papa argentino pidió "que la imagen del hombre nuevo, que resplandece en el rostro de Cristo, fomente la convivencia entre israelíes y palestinos en Tierra Santa, así como la disponibilidad paciente y el compromiso cotidiano de trabajar en la construcción de los cimientos de una paz justa y duradera a través de negociaciones directas y sinceras".

"Que el Señor de la vida acompañe los esfuerzos para alcanzar una solución definitiva de la guerra en ucrania, inspirando y apoyando también las iniciativas de ayuda humanitaria, incluida la de liberar a las personas detenidas", fue otro de sus pedidos.

En otro pasaje de su bendición, reiteró la "cercanía a las víctimas del terrorismo, esa forma ciega y brutal de violencia que no cesa de derramar sangre inocente en diferentes partes del mundo, como ha ocurrido en los recientes atentados en Bélgica, Turquía, Nigeria, Chad, Camerún y Costa de Marfil".

"Que lleve a buen término el fermento de esperanza y las perspectivas de paz en África; pienso, en particular, en Burundi, Mozambique, la república Democrática del Congo y en el Sudán del Sur, lacerados por tensiones políticas y sociales", añadió.

El eje ambiental, recurrente en los discursos del Pontífice tras la publicación en 2015 de la encíclica Laudato Si, también estuvo presente cuando Francisco pidió que "en este día tan glorioso, goce también la tierra, inundada de tanta claridad, aunque sea tan maltratada y vilipendiada por una explotación ávida de ganancias, que altera el equilibrio de la naturaleza".

"Pienso en particular en las zonas afectadas por los efectos del cambio climático, que en ocasiones provoca sequía o inundaciones, con las consiguientes crisis alimentarias en diferentes partes del planeta", enfatizó.

Sobre el imponente arreglo de más de 35.000 flores y plantas enviado por floristas holandeses para acompañar la celebración, Francisco también envió un mensaje "a la querida Siria, un país desgarrado por un largo conflicto, con su triste rastro de destrucción, muerte, desprecio por el derecho humanitario y la desintegración de la convivencia civil".

"Encomendamos al poder del Señor resucitado las conversaciones en curso, para que, con la buena voluntad y la cooperación de todos, se puedan recoger frutos de paz y emprender la construcción de una sociedad fraterna, respetuosa de la dignidad y los derechos de todos los ciudadanos", insistió sobre el país asiático.

"Que el mensaje de vida, proclamado por el ángel junto a la piedra removida del sepulcro, aleje la dureza de nuestro corazón y promueva un intercambio fecundo entre pueblos y culturas en las zonas de la cuenca del Mediterráneo y de Medio Oriente, en particular en Irak, Yemen y Libia", sumó a su pedido global de paz, que dedicó con ahínco a quienes "han perdido toda esperanza", a los ancianos en soledad y a los "jóvenes a quienes paree faltarles el futuro".

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