miércoles, 30 de marzo de 2016

Una salida anunciada rumbo al golpe blando contra Dilma

EL PARTIDO DEL MOVIMIENTO DEMOCRÁTICO BRASILEÑO (PMDB) DEL VICEPRESIDENTE MICHEL TEMER CONFIRMÓ QUE ABANDONA LA COALICIÓN DE GOBIERNO CON EL PT Y APUESTA AL IMPEACHMENT.

Al igual que las ratas que huyen cuando el barco se hunde, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que lidera el vicepresidente Michel Temer, rompió con la presidenta Dilma Rousseff y se declaró "independiente", incluso respecto a un posible juicio político contra la mandataria. 

La decisión fue tomada por unanimidad por la dirección nacional del PMDB, que ordenó además la entrega de todos los cargos que los afiliados a esa formación tienen en el Gobierno.

"A partir de hoy, en esta reunión histórica del PMDB, el PMDB se retira de la base del gobierno de la presidenta Dilma Rousseff y nadie en el país está autorizado a ejercer cualquier cargo federal en nombre del PMDB", proclamó ayer el senador y vicepresidente del partido, Romero Jucá, que presidió una reunión de menos de tres minutos en el Congreso en Brasilia, en medio de aplausos y de gritos de "¡Brasil presente, Temer presidente!", en referencia al vicepresidente Michel Temer, favorable a la ruptura.

Hasta el lunes, el partido tenía siete ministerios bajo su comando. Pero en una anticipación de lo que sería la resolución tomada ayer, el titular de Turismo, Henrique Eduardo Alves, entregó el cargo. Ahora, deberán hacer lo mismo, o desafiliarse del partido, los ministros de Aviación Civil, Mauro Lopes; de Minas y Energía, Eduardo Braga; de Puertos, Helder Barbalho; de Salud, Marcelo Castro; de Ciencia y Tecnología, Celso Pansera, y de Agricultura, Kátia Abreu.

El PMDB es el mayor partido del país. Posee las mayores bancadas de diputados y senadores, además de ocupar las presidencias de ambas cámaras -Eduardo Cunha al frente de Diputados y Renan Calheiros al frente del Senado- y tiene el mayor número de afiliados entre todos los partidos del país. Por eso, su salida configura otro duro golpe para el ya frágil Gobierno de Rousseff, que enfrenta un proceso que puede derivar en su destitución.

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