miércoles, 11 de diciembre de 2013

Casi cien mandatarios y ex mandatarios participaron de la ceremonia para Mandela

Con casi un centenar de jefes de Estado y de Gobierno y miles de personas que desafiaron la copiosa lluvia que se empeña en inundar desde el lunes a Johannesburgo, concluyó ayer la ceremonia religiosa en homenaje al extinto líder sudafricano Nelson Mandela, muerto el pasado jueves a los 95 años de edad.
 
Cyril Ramaphosa, vicepresidente del gubernamental Congreso Nacional Africano (CNA), dio por terminada la ceremonia tras la intervención del arzobispo emérito de Ciudad del Cabo, Desmond Tutu, quien ensalzó la vida del "extraordinario ícono" que fue Mandela.

"Esto lleva a la conclusión de este servicio conmemorativo", dijo Ramaphosa, mientras la multitud abandonaba el estadio entre vítores y aplausos por el Tata, por Madiba, por el padre de la Sudáfrica que logró unirse dejando atrás el oprobioso régimen del "apartheid".

El acto duró unas cuatro horas de gran emoción, en las que líderes internacionales como los presidentes de EEUU, Barack Obama; de Brasil, Dilma Rousseff; y de Cuba, Raúl Castro, elogiaron la figura del fallecido ex presidente sudafricano.

Una ceremonia religiosa ecuménica, cánticos y los recuerdos de familiares y amigos de Madiba -como se conoce al ex presidente en su país- sirvieron para homenajear al héroe sudafricano en un ambiente festivo, pese a la persistente lluvia que cayó durante el día.

El homenaje ecuménico había comenzado con el Himno Nacional sudafricano a las 11.58 hora local (6.58 de Argentina), con una hora de retraso debido al gran número de mandatarios que querían despedirse del ex presidente de Sudáfrica, considerado uno de los íconos del siglo XX.

Miles de personas esperaron durante horas el comienzo de la ceremonia, cantando y bailando bajo la lluvia o al tibio reparo de un paraguas, para rendir el que se estima, fue el mayor homenaje de la historia de este tipo, informó la agencia de noticias EFE.

Uno de los momentos más emotivos previos a la ceremonia, fue cuando Winnie Mandela, la segunda mujer del ex presidente sudafricano, y su viuda, Graca Machel, se fundieron en un afectuoso abrazo y se besaron ante los miles de sudafricanos que abarrotan el estadio FNB, el mismo donde se jugó la final de la Copa del Mundo 2010.

Ambas de luto y muy emocionadas, quisieron hacer visible así el afecto que comparten por el ícono de la lucha contra el "apartheid", mientras miles de asistentes celebraban el gesto.

Otro momento impactante fue cuando los presidentes de Estados Unidos y Cuba, Barack Obama y Raúl Castro, se dieron la mano durante el oficio religioso, saludo que sin dudas quedará para la historia (ver nota aparte en esta misma edición).

El gesto sin precedentes entre los mandatarios de dos naciones en conflicto desde hace década tuvo lugar cuando Obama se dirigía hacia el estrado desde el cual se dirigiría a los miles de sudafricanos presentes en la ceremonia. Castro mostró una sonrisa al estrechar su mano de Obama.

Fue Obama quien, recibido con gran alegría por parte de los asistentes, pronunció uno de los discursos más emotivos y comparó al extinto ex presidente y premio Nobel de la Paz con Mahatma Ghandi, Martin Luther King y Abraham Lincoln, destacando que hay "muchos líderes internacionales" que mostraron su solidaridad pero "no liberan a sus propios pueblos".

"Aunque nunca alcanzaré el ejemplo de Madiba, me hace querer ser mejor hombre", dijo Obama durante su discurso en el funeral oficiado en el estadio Soccer City de Johannesburgo, informó la agencia de noticias DPA.

Raúl Castro, otro de los oradores, aseguró que Mandela pasará a la historia "porque fue capaz de arrancar de su alma todo el veneno que pudo crear tan injusto castigo y por la generosidad y la sabiduría con que en la hora de la victoria supo dirigir con gran talento a su heroico pueblo".

Castro -recibido también con gran calidez por la multitud que estaba en el estadio- citó palabras de su hermano, Fidel Castro, quien mantuvo una larga amistad con el Premio Nobel fallecido y  aseguró que "Mandela sabía que la nueva Sudáfrica no podría jamás construirse sobre cimientos de odio y venganza".

Por su parte, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, otra de las oradoras del homenaje, destacó que Mandela fue "la personalidad más extraordinaria del siglo XX" y quien "inspiró la lucha civil en Brasil y América del Sur".

"Su vida trascendió las fronteras nacionales e inspiró a muchos para luchar por la independencia y la justicia social", agregó Rousseff, quien manifestó que su país lleva "con orgullo sangre africana" en sus venas.

Otro de los oradores fue el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, quien afirmó que Mandela fue "un faro para la esperanza, nos enseñó el camino" y el resultado "es sólo el compromiso de seguir su ejemplo".

Por su parte, el presidente sudafricano, Jacob Zuma, afirmó que Mandela fue "un ícono mundial" por su lucha contra el régimen del apartheid y a favor de la reconciliación en Sudáfrica, al tiempo que aseguró que Madiba fue el "padre" y el "héroe" del país.

Sin embargo no alcanzó para que, a diferencia de lo ocurrido con los otros oradores, lo recibieron sonoros abucheos. Tan pronto como apreció su imagen en las grandes pantallas del estadio, se escucharon fuertes expresiones de disgusto cuando inició su intervención en el acto.

Sus familiares, en tanto, lo elogiaron como el pilar de la familia. El general Thanduxolo Mandela dijo que deseaba que el espíritu conciliador de Mandela "siguiese resonando en el mundo durante mucho tiempo".

Uno de los datos llamativos fue que los restos mortales del primer presidente negro de Sudáfrica no fueron trasladados hasta el estadio.

Los actos de despedida de Mandela continuarán entre hoy y el viernes en Pretoria, por cuyas calles desfilará el féretro del ex presidente durante esos días.  También, en esas mismas jornadas, en la sede del Gobierno estará instalada la capilla ardiente.

El funeral de Estado tendrá lugar el próximo domingo en la localidad de Qunu, en el sureste de Sudáfrica, donde creció Mandela y había pedido ser enterrado. Al último adiós se estima que asistirán no menos de 9.000 personas.

Mandela falleció el pasado jueves a los 95 años de edad en su domicilio de Johannesburgo, tras una larga enfermedad por problemas respiratorios. 

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