martes, 10 de diciembre de 2013

30 años de Democracia: Alfonsín, el presidente que recibió la pesada carga de la dictadura y que tuvo que lidiar con la inflación

"El Plan Austral es un invento de la gente, no mío", decía el ministro de Economía Juan Vital Sourrouille al hacer referencia a la denominación del programa de estabilización monetaria que llevó a cabo en 1985, durante la presidencia de Raúl Alfonsín.
 
El plan, iniciado en junio de 1985, logró contener la desbocada inflación que afectaba por entonces el bolsillo de la gente y en los primeros meses llegó al 1 por ciento mensual, con una economía en crecimiento.
 
El programa que llevó ese nombre por la nueva moneda, el austral, que vino a reemplazar al peso argentino, pareció ser efectivo durante los dos primeros años de aplicación hasta que en 1988 hubo  un nuevo rebrote inflacionario que derivó en un nuevo plan económico, el "Primavera", que nació sin expectativas de vida y que no pudo cambiar el curso de las cosas.
 
Ese desborde inflacionario, entre otros factores tanto económicos como políticos, derivó en la dimisión del presidente Raúl Alfonsín y un traspaso adelantado al turco innombrable.
 
Cuando décadas después se le preguntó por qué había surgido el Plan Austral, Sourrouille explicaba que fue "una operación política para despejar las acechanzas más duras que enfrentaba el Gobierno y llegar a fin de año". Corría 1985 y había elecciones legislativas en octubre, que finalmente fueron ganadas por la UCR.
 
El presidente Alfonsín había asumido su gobierno el 10 de diciembre de 1983, tras casi siete años de dictadura, incluida la Guerra de Malvinas, y en el marco de una seria crisis de deuda regional.
 
El primer ministro de Economía de Alfonsín fue Bernardo Grinspun. En esa época la Argentina padecía una fuerte crisis en relación a su deuda externa y Grinspun confrontaba con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El ministro quería que se auditara la deuda para declarar su nulidad por ilegítima. Procuraba organizar el llamado "Club de deudores", que finalmente fue desmantelado por presión de los acreedores, FMI y Estados Unidos.
 
Grinspun apuntaba a fortalecer el mercado interno mediante el aumento de salarios, con control de tarifas y tipo de cambio alto. Quince meses después de haber asumido, la inflación era de 626 por ciento anual, lo que puso punto final a su gestión.
 
Sourrouille ocupaba la Secretaría de Planificación y luego de la renuncia de Grinspun, asumió el Ministerio de Economía. El 14 de junio de 1985 se adoptó finalmente el Plan Austral que contaba con la venia del FMI y las autoridades económicas del gobierno de los Estados Unidos.
 
El plan cambió el signo monetario, quitó tres ceros al peso argentino y lo convirtió en Austral. Ante la baja brusca de inflación se estableció un desagio, por el cual el peso argentino se depreciaba frente al austral a una tasa de inflación anterior a la entrada en vigencia del plan.
 
Las elecciones eran en octubre y el Gobierno tenía dificultades en su relación con los militares y había posibilidad de rebelión castrense. El Plan Austral fue una suerte de respuesta.
 
"Nosotros creíamos que era inexorable hacer un congelamiento de precios para detener la inflación bruscamente", explicaba Sourrouille.
 
Las tarifas de los servicios públicos, -a cargo del Estado- se congelaron; se establecieron listas de precios máximos y se procuró limitar el aumento de los salarios privados.
 
El segundo ministro de Economía del alfonsimismo reconoció que una vez en marcha el Plan Austral "mostró debilidades", en parte atribuídas a "factores exógenos" ya que se habían modificado las condiciones externas, pero también reconoció que en lo interno "hubo un error de imprevisión".
 
En 1987 comenzó un período de descongelamiento gradual de precios y la inflación llegó al tres por ciento mensual. Luego la situación comenzó a desmejorar de manera brusca.
 
Sourrouille explicó que el Plan empezó "a tener dificultades por la política económica del Gobierno de los Estados Unidos", con la caída de  los precios de los commodities agropecuarios y el incremento de la tasa de interés que regulaba el precio del dinero en el país del norte.
 
Esto hacía que "las cuentas financieras en dólares que se habían hecho para sostener el Austral estuvieran en dificultades", explicó y agregó que "la idea era mantener la inflación lo más baja posible pero el valor a preservar era el tipo de cambio real".
 
Luego, por los cambios en el escenario internacional y en el local "decidimos que iba a empezar una política de tipo de cambio móvil, reptante, para mantener la competitividad de la economía", afirmó.
 
A pesar de los esfuerzos de la administración nacional, no se pudo controlar el gasto de las provincias, -la mayoría a cargo del justicialismo- y de las empresas públicas.
 
Los monopolios y el sindicalismo también tuvieron su gran cuota de responsabilidad en los obstáculos dispuestos a la gestión económica de ese tiempo. La CGT, a cargo del dirigente cervecero Saúl Ubaldini, presionó al gobierno con 14 paros generales.
 
Para agosto de 1988 el plan Austral había quedado sin aire y el gobierno lanzó el "Plan Primavera", con el que procuró preparar una situación de convivencia razonable para la elección presidencial.
 
En el '89 Sourrouille renunció. Se convocó a Juan Carlos Pugliese, quien al avizorar la crisis les reprochó a los empresarios su falta de respuesta. "Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo", fue la frase con la que pintó el dirigente radical su desazón.
 
Tras dos meses de gestión, Pugliese dimitió y le siguió en ese puesto Jesús Rodríguez por dos meses más, hasta el fin del gobierno alfonsinista.
 
Tras la hiperinflación que azotó a la economía y el caos social reinante con saqueos y revueltas callejeras, Alfonsín renunció y entregó anticipadamente, en julio de 1989, el poder a su sucesor electo, el mufa riojano.

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