viernes, 12 de julio de 2013

El día que Pino Solanas contrató como "contador" a Hernán Arbizu

El actual candidato a senador buscaba la devolución de U$S 2700 del fisco de Estados Unidos, para lo cual consultó al ex ejecutivo, quien ya se había autodenunciado por lavado.
 
El escándalo suscitado alrededor del arrepentido del JP Morgan, Hernán Arbizu, continúa generando revelaciones no sólo acerca de los manejos financieros espurios del banco de inversión estadounidense, sino también algunas situaciones insólitas, teniendo en cuenta algunos de los personajes públicos implicados. 
 
Entre estas últimas puede ubicarse la consulta que el propio Arbizu recibió por parte del actual candidato a senador Fernando "Pino" Solanas para obtener la devolución de U$S 2700 retenidos por el fisco estadounidense.
 
La historia comenzó en noviembre de 2009, cuando el cineasta fue invitado a dar un seminario en la Universidad de California (Santa Bárbara), en Estados Unidos, un trabajo por el cual percibió una suma total de U$S 9100, de los cuales el fisco del país del norte retuvo exactamente el 30% bajo la condición de proceder a su devolución luego de llenar una serie de formularios con información impositiva.
 
Atribulado por la "complejidad" de volcar la información solicitada, el cineasta contactó al ex ejecutivo del JP Morgan Chase Hernán Arbizu, a quien llegó a través de un conocido en común, Alejandro Olmos Gaona, ex asesor del presidente Rafael Correa e hijo del prestigioso periodista que investigó a fondo la ilegalidad de la deuda externa argentina.  
 
Así se desprende del mail enviado el 30 de noviembre de 2009 desde las oficinas de Cinesur SA por asistentes del cineasta. "Hace unos meses nos llegaron dos cartas desde EE UU para gestionar la devolución de impuestos (se las adjunto al mensaje), pero al no entender bien cómo había que hacer, le consultamos a la gente de la universidad donde dio el seminario Pino, quienes me dijeron que para que le devuelvan esa retención tenía que llenar una serie de formularios bastante complicados", dice el texto de la misiva, que aparece firmada por Marina Cané Solanas, quien se presenta afirmando que trabaja en la oficina de "Pino" Solanas.
 
Y agrega: "¿Usted me podría decir si realmente son estos dos formularios que hay que llenar, o si hay alguna otra manera de hacer este trámite? Si fueran esos dos formularios, ¿hay que poner realmente toda la información de impuestos que piden, aunque Solanas sea ciudadano argentino?" 
 
Se trata de los formularios 1040NR (Federal 1042-S) 540NR (California 592B), los cuales "piden infinidad de cosas que no creo que correspondan para un ciudadano argentino", concluye la misiva. En los mismos se requieren algunos datos personales, como nombre, domicilio, ocupación e ingresos, entre otros datos.
 
Lo curioso del caso es que en lugar de dirigirse a su contador de confianza, Solanas prefirió dirimir las gestiones con quien un año y medio antes se había autodenunciado ante la justicia argentina como partícipe de una serie de estafas en el exterior, además de reconocer su responsabilidad en la fuga, administración y lavado de activos no declarados de residentes argentinos en paraísos fiscales.
 
Esta situación ya era públicamente conocida en ese entonces, a partir de su publicación en distintos medios de comunicación, donde aparecían sospechados algunos de los empresarios más importantes del país, entre ellos los principales directivos del Grupo Clarín Ernestina Herrera de Noble y Héctor Magnetto.
 
Si bien es obvio que el hecho no encierra estrictamente algún tipo de ilegalidad, sí da cuenta de una situación de hipocresía que choca de lleno con las reiteradas declaraciones del aliado de Elisa Carrió para las elecciones primarias de agosto, quien habitualmente se manifiesta contra la "corrupción" del oficialismo. 
 
Sin ir más lejos, el cineasta advirtió el miércoles que la Argentina es un país "saqueado" donde se pagan impuestos para que "llene sus bóvedas" el empresario Lázaro Báez, actualmente investigado por la justicia por presunto lavado de dinero. 
 
Sin embargo, según se desprende de la documentación, el cineasta no dudó en consultar a un supuesto lavador para resolver la devolución de 2700 dólares.

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