domingo, 23 de junio de 2013

El conflicto en Brasil, narrado en primera persona

Un lector de Currín, residente en São José do Rio Preto, San Pablo; nos narra en primera persona el conflicto por el que atraviesa el país hermano

 
La primera imagen que me viene es la de un enorme camión con un líder de las circunstancias incitando a repetir desde su megáfono: "...…que vergonha, que vergonha o busão tá mais caro que a maconha…"

Estamos en una esquina apenas separada del núcleo de la protesta. Algunas de las voces que se despegan del pavimento lo acompañan hasta el final del estribillo y, entonces, son apenas un murmullo. Es martes 18 de junio del 2013 y es de noche.

En Rio Preto el qué dirán y las opiniones ajenas y el estatus son esencias artificiales que aún dejan su perfume. Nadie, veinticuatro horas antes, se permitía siquiera fantasear con que más de cien personas -salieron a las calles unas diez mil- dejaran sillones, plasmas, tablets o que tomaran desde los barrios el pésimo y carísimo sistema de transporte público (¿lo hicieron?) o que extendieran su día de trabajo para sumarse a la ola de contagio que metamorfoseó el descontento social reinante, ahora, en todo el país.

A unas seis horas de ómnibus, tierra adentro, desde São Paulo, capital del estado más rico de Brasil, se esparce São José do Rio Preto. Centro financiero de una región en el pasado plenamente agrícola-ganadera, hoy a los pies del monocultivo cañero, este laberinto de cemento con casi doscientos años de vida está acostumbrado a moverse al ritmo del comercio, y de las infinitas y variadas iglesias (que incluyen otros tantos centros espiritistas) y de la gloria popular de esa religión llamada Corinthians y de la cerveza, de la novela, de la cachaça, del tabaco exquisito y de los más de cuarenta grados en verano cuando la tierra roja reseca le recuerda a los mortales que el infierno puede ser esto.

En las ciudades capitales, la protesta comenzó con el aumento del valor del boleto del transporte público. El "Movimento Passe Livre" (MPL) -que lucha por tarifa cero desde el 2006 http://saopaulo.mpl.org.br/)- impulsó actos de reclamo hacia fines del mes de mayo. El lunes 03 de junio, cuando el aumento se hizo efectivo, se inició esta carrera expansiva surgida del hastío y de la decepción. Es muy esquivo en este momento calcular su destino. Para el día 10 de junio el movimiento había tomado más fuerza y entre el jueves 13 y lunes 17, la imprudencia y la violencia policial encendieron la mecha. Brasil explotó.

La paradoja es innegable. Al mismo tiempo en que inaugura un extenso camino con eventos deportivos que habrán de culminar con los Juegos Olímpicos (2016) después de atravesar la actual Copa de las Confederaciones y el Mundial de Fútbol (2014), el Gigante se despertó. La apuesta de la alianza entre el poder político, el poder económico multinacional y los grandes medios de comunicación -resumidos en la cadena O Globo-, fracasó. Los siderales y billonarios presupuestos destinados a la organización de esos eventos contrastan con los problemas en los servicios básicos -salud, educación, transporte, etc.-, y con los bajos salarios que no pudieron mantener el silencio y balbucearon -inflación- la palabra que ningún medio y casi ningún ciudadano, convencido del programa del Brasil potencia mundial, quería emitir. Un fantasma por mucho tiempo ignorado en estos lares asoma. También lo llaman dólar.

Cualquier análisis debe ofrecerse y tomarse con cuidado. Al día de hoy existe una lucha sorda para encaminar el movimiento de masas y definir la serie de pautas a reclamar. En un primer momento se apeló a la ropa blanca, a la bandera de Brasil y al himno nacional como identificación general. Desde la izquierda, eso es visto como una forma de vaciar el movimiento de consignas políticas concretas. Muchos son los carteles inespecíficos: ´tem tanta coisa errada que não dá para escrever aquí´. Se habla de fascismo. Desde el otro lado, responden que la desconfianza contra la clase política es profunda y total. De hecho, el MPL se presenta como ´apartidario´ y fue quien movilizó.

El eje parece ser enfrentar la corrupción política.

Una "guerra de imágenes" (recomiendo, al paso, el libro del mismo título del francés Serge Gruzinski de donde robé la idea). Internet versus los medios tradicionales y, en particular, versus la televisión. "Você está sendo manipulado" y debajo el logo de O Globo es recurrente. La lógica del gigante que despertó -o Brasil- apunta al uso específico y crítico de Internet para organizarse sin permanecer apegado a los anestésicos de turno (fútbol, novela, el mismo Facebook). Los espacios de contrainformación (http://twitcasting.tv/pos_tv) viven horas de gloria. Se actúa por imitación. Los eventos creados en Facebook son virus que llevan las personas a las calles. Se copian consignas y carteles -y métodos- de otros centros de lucha y se los adapta a las problemáticas locales. La información, y el enojo de los ciudadanos, no dejan de multiplicarse. Las reacciones del lado contrario tampoco.

Rápida de reflejos, O Globo adoptó un falso discurso conciliatorio -por ejemplo, "vandalismo" continúa apareciendo en las crónicas- invitando a los manifestantes a enviar sus videos. El miércoles, después del triunfo de Brasil frente a México, un periódico de la red tituló junto a la foto del festejo de Neymar -O Gigante acordou (El Gigante despertó). El objetivo de esa apropiación es diluir las consignas para banalizar al movimiento. Fuera del estadio, en la nordestina Fortaleza, los manifestantes jugaban su partido contra la represión policial. Pelé -colaborador ideológico de la dictadura brasilera (1964-1985)- pidió aliento para la selección y olvido para los reclamos. A Ronaldo –quien aclaró su actual apoyo- se le recordaron declaraciones del 2011: "no se hace el Mundial construyendo hospitales". Neymar, empleado en esa ONG de buenos chicos que parece ser el Barcelona, defendió a sus conciudadanos en rebeldía. El pedido de una parte importante de la población es que los "gringos" (extranjeros) no vengan al Mundial.

El día 19, en algunos estados, fueron rebajadas las tarifas. Nadie festejó. El objetivo está más allá como se lee en los carteles. "Enfia os vinte centavos no SUS" (difícil de traducir, significaría: "inviertan más en salud y, también, métanse el aumento en el culo"); "Ia iscreve augo legal mais fauto edukssao", ironiza con sus problemas de escritura sobre el bajo nivel de la educación pública. Se reclaman viviendas, escuelas y hospitales iguales al modelo ("padrão") FIFA.

Complejo y adrenalínico -aunque previsible- se desarrolla un movimiento en el que se mezclan, además de los niveles sociales, los trapos rojos y la edulcorada máscara de "V de Venganza"; el hastío frente a la opresión económica y el uso de una consigna-bandera -"vem pra rua"- reciclada del slogan de una publicidad pagada por una multinacional. Guerra mestiza de imágenes y, por lo tanto, iconoclasta. Para muchos es el momento de completar la batalla contra el homofóbico pastor Marcos Feliciano quien, entre estos remolinos, impulsa el aberrante y ridículo proyecto de la "cura (de la enfermedad) gay". A la vanguardia de algunas de esas batallas, van movimientos en defensa de la libertad de género que tienen amplia conexión con los espacios académicos. UNESP, una de las tres universidades estaduales de São Paulo, presenta varios campus en huelga desde hace dos semanas. La democratización de la educación superior también es una gran deuda.

Un carnaval furioso invadió desde las metrópolis el sosegado interior y de esa manera llegó a la "pujante" y conservadora Rio Preto así como también a pequeños pueblos linderos en su perpetua y barnizada paz de domingo. Algo ha cambiado. Se huele, literalmente, en el aire. Es incipiente pero se percibe una nueva forma de relación con la calle. Por primera vez en un año y medio desde que estoy acá, vi a una trabajadora -todavía con ropa obligatoria- sentada en la vereda fumando su marihuana. Veinticuatro horas antes, pocos osaban pronunciar la maltratada palabra.

"Vem, vem para rua, vem", es el mantra que parece hipnotizar y arrastrar a las personas hacia el mundo exterior. Algunos pestañean desacostumbrados da permanecer tanto tiempo lejos de las pantallas. En la gran mayoría anida la esperanza de manifestarse "sem violência, sem violência". Contra esa esperanza los infiltrados, los desacuerdos, la paranoia, la PM (policía militar), la veracidad de los reclamos, la inercia política -todos conspiran. Hasta en alguna columna de algún diario alcanzo a leer: "O que se deseja? Temer no poder ou a volta dos militares?". Traducción denegada.
                                        
Roberto Lépori
São José do Rio Preto, San Pablo, Brasil

No hay comentarios:

Publicar un comentario