Pese a las condenas en su contra, jorge rafael videla nunca fue excomulgado. El dictador mantuvo una firme relación con los sectores más conservadores de la jerarquía eclesiástica. Los nexos con el Movimiento Familiar Cristiano y el vínculo con la entrega de niños.
Las relaciones de Jorge Rafael Videla con los sectores más conservadores de la Iglesia Católica se reflejan en que nunca fue excomulgado. Ni siquiera cuando en una entrevista concedida a una publicación cordobesa, que debía conocerse después de su muerte pero que fue revelada cuando el dictador rompió un silencio de años con un medio español, afirmó que la jerarquía eclesiástica no sólo conocía sobre los desaparecidos sino que también aconsejaba sobre cómo manejar política e internacionalmente el tema.
Videla tenía cercanías con el Opus Dei. Pero su relación más estrecha, según revelan los periodistas Walter Goobar y Gabriela Juvenal, en el periódico Miradas al Sur, y María Seoane y Vicente Muleiro en el libro El Dictador, estaba cimentada con el Movimiento Familiar Cristiano.
Se trata de una institución reconocida por la Iglesia desde hace más de medio siglo, que ilustra su página oficial en Internet con una foto del Papa Francisco y el resumen de cuatro de sus principales postulados: "Defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural; irradiar la belleza del sacramento del matrimonio; destacar la importancia del noviazgo como período de preparación para el matrimonio y repudiar actos de violencia contra la vida". Uno de los principales referentes de la entidad es el actual arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, enemigo declarado del ex cardenal Bergoglio y actual Papa Francisco.
Videla se acercó a la institución a raíz de una desgracia familiar: la esquizofrenia de uno de sus siete hijos, Alejandro Eugenio, fallecido poco antes del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
Por entonces aún no habían surgido las denuncias sobre las supuestas gestiones del Movimiento Familiar Cristiano para "ubicar" a hijos de desaparecidos en matrimonios de apropiadores. Los casos de Belén Altamirano Taranto y la hermana de Verónica Castelli, nacidas clandestinamente en el Hospital de Campo de Mayo y adoptadas mediante la gestión de la organización cristiana, desnudaron esa supuesta situación que aún hoy se investiga en Tribunales.
De la pesquisa surgió que el Movimiento tuvo durante la dictadura un convenio con la Secretaría del Menor, aparente fachada para disimular en adopciones las apropiaciones.
Videla tuvo, además, amistad personal con el ex nuncio apostólico en Argentina, Pío Laghi y el ex cardenal primado Raúl Primatesta, ambos ya fallecidos.
Según el periodista Ceferino Reato, en su libro Disposición Final, también tuvo estrecha relación con el ex titular del Episcopado Adolfo Tortolo, quien también fungió como vicario general castrense. "Tortolo, pero no sólo él, fue un decidido impulsor del golpe", subraya Reato.
"Con ellos hemos tenido muchas charlas... la Iglesia ofreció sus buenos oficios, y frente a familiares que tenían la certeza de que no harían un uso político de la información, se les dijo que no busquen más a su hijo porque estaba muerto", le confesó Videla en 2010 a Adolfo Ruiz, periodista de la revista El Sur, de Río Cuarto.
Antes de morir, Videla fue procesado por el juez federal de Rosario Marcelo Martín Bailaque por 18 casos de secuestros, cuatro e privación ilegal de la libertad seguida de tormentos y otros 18 de secuestro, torturas y homicidios. Junto con él también fue procesado el sacerdote santafesino Eugenio Segundo Zitelli, como "partícipe necesario" de esos delitos.
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