sábado, 25 de mayo de 2013

La segunda Revolución de Mayo

Editorial. Por Soledad Sganga

Así como hace 103 años, el 25 de mayo de 1810 representó la ruptura con los lazos coloniales con España, allanando el camino hacia la independencia tres años después un 9 de julio de 1816. Hace 10 años también comenzó otra revolución, con otra coyuntura pero con puntos en común.
 
Ese 25 de mayo de 2003 representó también el comienzo de la ruptura del paradigma neoliberal. ¿Qué representaba romper con ese paradigma? Quizás lo mismo en términos generales que representó hace 103 años atrás. Romper con la dependencia española, ampliar los derechos políticos y sociales, mayor participación política y mayor independencia económica.

Romper con el modelo neoliberal representó, ya en el siglo XXI, comenzar a romper las cadenas que nos han atado durante casi 30 años. Un modelo que comenzó con la participación activa de Martínez de Hoz instaurando un modelo económico a costa de la vida de 30.000, a costa del terror y el horror que representó la feroz dictadura militar. 

Ese modelo económico implicaba lo que se llama generalmente una apertura económica, que no fue más que rifar nuestra economía a los grupos económicos más poderosos tanto internos como externos, quedar bajo sus directivas en detrimento de nuestra propia soberanía, soberanía política, soberanía monetaria y del tejido social que a lo largo de los años previos tantas conquistas había conseguido.

Y así, el 25 de mayo de 2003, vio la luz un nuevo paradigma, que cortó cadenas. En diez años éste modelo supo recuperar la soberanía política, la independencia económica y la justicia social.

Desde 1976 hasta el 2001, millones de personas fueron excluidas del sistema de trabajo, económico y social gracias a las políticas de carácter puramente financiero y cumpliendo a raja tabla las direcciones de los diferentes organismos internacionales. El presidente de la Nación no era más que un simple ejecutor de esas políticas, pero nunca un representante netamente de su propio pueblo.

A partir de la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia, todo eso quedó en el pasado. La mejor frase para describir éstos 10 años es: Lo viejo comenzó a morir y lo nuevo sigue naciendo” (Télam 18/05/10).

Todo ese andamiaje burocrático, que produjo una feroz desindustrialización, gran endeudamiento, altos niveles de desocupación y exclusión social, con un estado cumpliendo el rol que el neoliberalismo le impone, el de regulador del mercado, sólo y en tanto haga falta, estalló en el 2001.

Lo nuevo sigue naciendo, éste modelo del cual somos contemporáneos principalmente devolvió al estado su lugar natural. El estado en el centro de la vida de la sociedad, la política que interpela en todas y cada una de nuestras acciones. Un estado activo e interventor.

Estos 10 años, esta década real y verdaderamente ganada, representan las cadenas rotas con el FMI con la reestructuración de la deuda, las cadenas rotas con la impunidad que representaban las leyes de la impunidad, con la reapertura de las causas y condenando a los responsables de tanto horror, que hasta el día de hoy siguen siendo juzgados.

Un modelo que fortaleció a través de la sustitución de importaciones y una industrialización pujante, el mercado interno, el mercado laboral con la creación de 500.000 puestos de trabajo gracias a políticas públicas activas. Todos los índices sociales han mejorado: del 26 % de desocupación en el 2003 nos encontramos con casi un 7% en 2013; del 54% de pobreza, en 2013 es de un 6,5%.

Gracias a romper con el FMI, recuperamos la soberanía política y la independencia económica, y por tanto se puede poner en marcha activamente la justicia social con la recuperación y ampliación de derechos: como la Asignación Universal por Hijo, la inclusión de millones de jubilados con la estatización de las fraudulentas AFJP, la estatización de empresas fundamentales y estratégicas para la productividad como la nacionalización de YPF, permitiendo tener un mejor control del sector energético cuya demanda aumentó considerablemente gracias al círculo virtuoso que tiene nuestra economía. La ley de matrimonio igualitario y la identidad de género. El voto a los 16, la democratización de la justicia. La devolución de los derechos que nos robaron y ampliación de otros que permitieron la inclusión e igualdad de sectores que históricamente estuvieron excluidos.

Tantas veces escuchamos la frase “Estamos fuera del mundo” y sin embargo, en éstos diez años logramos por primera vez en nuestra historia la integración regional más importante. Comenzando con el NO AL ALCA, con el fortalecimiento del MERCOSUR, la creación de UNASUR Y CELAC. Haciendo de nuestra América del Sur un bloque político y económico sólido y estratégico, ya que en el marco de la crisis mundial, somos nosotros, los países emergentes, los que sostenemos la economía mundial.

Volviendo a la frase, lo nuevo sigue naciendo… Sigue naciendo porque todavía falta mucho por hacer, mucho por mejorar, pero cuántas cosas se han hecho. Es fácil y más rápido destruir. Tarda más la reconstrucción, más aún cuando nuestro país estaba ya no de rodillas sino agonizando. Y nos pusimos de pie. Con el esfuerzo de todos, pero fundamentalmente gracias a una fuerte convicción política de un flaco que vino del sur, que tal como prometió no dejó sus convicciones en la puerta de la Casa de Gobierno sino que las implementó, y luego una mujer que como decía Leonardo Favio, es bella en todos los sentidos, que tomando el legado que la partida de Néstor dejó, sigue haciendo que lo nuevo siga naciendo.

Leímos muchas veces y desde pequeños lo que fue ese 25 de mayo de 1810. Hoy podemos hablar en primera persona y ser los protagonistas de ésta revolución que comenzó hace ya 10 años, también un 25 de mayo. 

¡¡¡Y que lindo que es!!!!


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