viernes, 2 de agosto de 2013

Estudian en la calle porque la Ciudad no les abre una biblioteca

Desde hace un año, los chicos en situación de calle que asisten al Comedor de Barrancas de Belgrano hacen sus deberes en el parque. Los voluntarios pidieron un espacio en una biblioteca del barrio pero desde el Gobierno porteño se lo negaron. Argumentaron que no tienen personal para abrir la puerta.
 
Al Comedor de Barrancas de Belgrano asisten cerca de 150 personas en situación de calle. Todos los jueves desde hace once años, familias, parejas y personas que andan solas se reúnen con un grupo de voluntarios a compartir la cena bajo un gomero gigante. La comida se sirve a las 21. Dos horas antes, los chicos van al apoyo escolar, donde hacen los deberes, estudian y, los más pequeños, juegan. Pero ahora se quedaron sin techo y la Ciudad les niega el acceso a una biblioteca porque "no tiene personal para abrir la puerta".
 
“El apoyo nació para que muchos de los chicos que venían al comedor no dejaran la escuela o la comenzaran. Lo empezamos a la intemperie en el medio del frío a darles trabajitos, útiles. Iban, venían, abandonaban. Hasta que una agrupación política del barrio nos ofreció su local para que lo hagamos de manera más orgánica, regular", contó Carlos Durañona, uno de los fundadores del comedor.
 
Tener un lugar techado para realizar la actividad mejoró notablemente la situación. "Había tantos voluntarios que cada chico tenía un profesor personal. Recibir ese afecto modificó la conducta de los chicos, muchos ingresaron a la educación formal y hubo padres que vieron el avance de sus hijos, reconocieron que no sabían leer y se anotaron en una escuela de adultos. Ese es el resultado positivo del apoyo, que no es espectacular, son casos aislados, pero es el aporte que podemos hacer a la sociedad desde nuestro lugar", explicó el voluntario.
 
Pero a mediados del año pasado, el partido que les prestaba el local no pudo renovar el alquiler y el apoyo escolar volvió al parque. "Me da vergüenza y angustia ver a esos chiquitos tirados en el piso envueltos en frazadas tratando de hacer una cuenta, de resolver un problema. A veces están temblando de frío tratando de aprender", describió el militante social.
 
En ese marco es que los voluntarios miraron con buenos ojos a la vecina Biblioteca infantil La Reina Batata, que depende del Ministerio de Cultura porteño y está ubicada en 11 de septiembre y La Pampa, en las mismas Barrancas de Belgrano donde se hace el comedor. 
 
Tras realizar el pedido por distintas vías, tuvieron un acercamiento al titular de la cartera, Hernán Lombardi, quien derivó la solicitud a la Dirección General del Libro, Bibliotecas y Promoción de las Lecturas. Fue la encargada de ese organismo, Alejandra Gabriela Ramírez, quien les contestó que no. "Como funciona de 10 a 17 (horario en que los chicos están en la escuela), nos dijo que lamentablemente no han encontrado un empleado de planta que quiera asumir esta responsabilidad de abrir y cerrar la biblioteca de 19 a 21 un día a la semana", contó Durañona.
 
Resultó imposible obtener la palabra de Ramírez. Solamente hablaron sus secretarias, quienes corroboraron la versión de la gente del comedor. "No es de mala voluntad", dijeron, pero "no tendrían gente para abrir en ese horario". Esa fue la respuesta oficial.
 
"Entre los más de 100.000 agentes del Gobierno de la Ciudad, decirnos que no encuentran uno que sea capaz de ese mínimo esfuerzo resulta ser una inocua e inaceptable respuesta y que denota hasta donde llega la frialdad de la indiferencia oficial, mucho más fría que el frío que deberán soportar los chicos del apoyo escolar", observó Durañona. 
 
El vecino del barrio de Belgrano se sorprende que ni en época electoral tengan una devolución satisfactoria, pero cree que tantas negativas demuestran algo más que trabas burocráticas o falta de voluntad política. "Creemos que la respuesta del Estado es 'no queremos que ustedes estén ahí'. Somos un forúnculo que les salió en el barrio. Once años mostrando la pobreza en frente de casas que pagan tres mil, cuatro mil pesos de expensas", consideró. 
 
No obstante seguirán insistiendo con este pedido porque los chicos tienen el derecho a aprender y los libros de las bibliotecas son para leer. "Seguiremos en la lucha de que queremos este lugar porque es un espacio público. No podemos darnos el lujo de tenerlo cerrado, no ocupado en el mismo ambiente de las Barrancas mientras hay chicos tirados en el pasto, en el rocío haciendo actividades educativas", finalizó el voluntario. 

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