martes, 18 de junio de 2013

Crimen de Ángeles: "Mi esposa no tiene nada que ver, no la involucren a ella en esto...fui yo", declaró Mangeri

El portero imputado por el crimen de Ángeles Castro habría afirmado que se trató de "un accidente", según consigna la agencia DyN, cuando la fiscal lo interrogó como testigo. Por eso quedó imputado y se realizan pericias para determinar si es el autor del crimen.
 
El portero Jorge Mangeri, único imputado por el crimen de Ángeles Rawson, pidió en la madrugada del sábado volver a declarar ante la fiscal María Paula Asaro para expresar: "Mi esposa no tiene nada que ver, no la involucren a ella en esto...fui yo".
 
Cuando la fiscal, quien estaba acompañada por otros funcionarios de la fiscalía pero no por policías, interrogó sobre qué significaba su expresión, Mangeri explicó que hablaba de la muerte de Ángeles y que se había tratado de un "accidente", indicaron ayer fuentes judiciales.
 
En ese momento, un secretario de la fiscalía interrumpió a Mangeri porque ante la virtual autoincriminación, como estaba prestando declaración como testigo y bajo juramento de decir verdad, si continuaba hablando todo podría haber sido determinado nulo. Es que, legalmente, el hombre necesita un defensor para hablar como imputado de un delito.
 
La hipótesis sobre la responsabilidad del portero comenzó a consolidarse en la noche del viernes cuando declaró también como testigo una mucama de la familia de Ángeles, de nombre Dominga.
 
La mujer aseguró que el día en que desapareció Angeles trabajó en la casa de la adolescente entre las 9 y las 13 y en ese lapso la joven no regresó a la vivienda, en la que estaba durmiendo en una de sus habitaciones uno de los hijos de la familia ensamblada.
 
Sin embargo, las filmaciones de cámaras de seguridad la mostraron regresando al edificio y no hay registros sobre que haya vuelto a salir por sus propios medios.
 
Una serie de rasguños que Mangeri mostró en su cuerpo, en la zona abdominal y en la espalda, también despertaron sospechas de los investigadores.
 
Mientras denunciaba que había sido torturado por policías en dos episodios previos a su detención, el portero se levantó su buzo y exhibió lesiones compatibles con quemaduras pero también arañazos, similares a los que, cuando se quitó la prenda, tenía en la espalda.
 
La fiscal ordenó un examen forense, que se terminó de completar bien entrada la madrugada, cuando llegó un especialista al que fueron a buscar para convocarlo cuando estaba en medio de una celebración familiar. El forense estimó que las lesiones tenían una antigüedad de entre tres y cinco días.

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