lunes, 13 de enero de 2014

Así creció el lobby de la Iglesia en el país

Por Cecilia Toledo
 
La doctrina eclesial supera cada vez más los límites religiosos y mete su cola en el debate de temas públicos, como es la reforma del Código Civil. Cómo impactó la llegada de un Papa argentino y de qué manera se articulan los engranajes del lobby católico.
 
 
El 13 de marzo del año pasado 115 cardenales eligieron en la Capilla Sixtina a Jorge Mario Bergoglio como nuevo Papa. Unos meses después, el país que fue la cuna de Francisco discutía en una Comisión Bicameral la reforma del Código Civil. El proyecto original deteminaba que la vida de una persona comenzaría en el seno materno -y no desde la concepción como pide la Iglesia-, regulaba el alquiler de vientres y la fecundación post mortem. Pero la polémica estalló: los religiosos del mundo se inquietaron por el avance de un proyecto en tierra del Papa que contradice los principios religiosos. Fue entonces cuando el llamado lobby católico se activó y el resultado fueron 180 modificaciones al proyecto original. En 2014 el tema seguirá en agenda y una pregunta aparece con fuerza: ¿Hay un nuvo poder eclesial en Argentina desde que Bergoglio es Papa?
 
"En los últimos diez años la Iglesia Católica ha tenido un lugar bastante relegado y por eso se lograron aprobar ciertas normativas, como el matrimonio igualitario o la ley de salud sexual y reproductiva. A partir de la asunción de Francisco aparecen indicios que muestran una serie de vínculos más fluidos entre el poder político y el eclesiástico en temas de la agenda pública", analizó Juan Cruz Esquivel, investigador adjunto del CONICET especializado en los vínculos Estados-Iglesias en América Latina.
 
Para la ex diputada Cynthia Hotton, conocida por su férrea oposición a la Ley de Matrimonio Igualitario y su cercanía a la Iglesia, la institución eclesial "está siendo más escuchada" desde la llegada de Francisco y "no sólo por los dirigentes sino también por toda la sociedad". Hotton reconoció que son usuales los mensajes o llamados por parte de religiosos a legisladores para modificar su posición en el debate algunas leyes, como sucedió durante la discusión por el matrimonio igualitario.
 
"Los legisladores siempre reciben llamados por parte de los interesados en los diversos y variados temas. Nadie se asusta. Lo raro sería que no lo hagan, que no se expresen y que no estén interesados por lo que sucede en el país. Los diferentes sectores pronuncian sus inquietudes. Lo que no debe haber es extorsión y debe respetarse la libertad del legislador", aseguró la representante de Valores para mi país.
 
Por su parte Esquivel se refirió a un dato no menor. "En los últimos tiempos la Iglesia ha perdido terreno en términos de fieles, pero eso no fue en desmedro de su poder institucional". Si bien se produjo una disminución en la cantidad de fieles, eso no atentó contra el poder de penetración religioso en la agenda pública, sobre todo "en áreas de alta sencibilidad eclesiástica, como la educación o la planificaicón de políticas sexuales y reproductivas", precisó el investigador del CONICET.
 
¿Un nuevo poder?
 
En los 30 años de democracia, la Iglesia católica protagonizó dos grandes peleas con el poder político. La primera fue contra la ley de divorcio, en 1987. Argentina era por entonces uno de los pocos países del mundo en el que no existía el derecho al divorcio vincular. Y la pelea para sacar la ley no fue sencilla: el poder eclasial ejerció una importante presión para frenar la norma, con procesiones a Plaza de Mayo, manifestaciones públicas y diálogos directos con el entonces presidente Raúl Alfonsín. Inclusive, la Conferencia Episcopal Argentina discutió entonces la posibilidad excomulgar a los legisladores que votaran la ley, pero la idea no prevaleció. 
 
Una resistencia similar, aunque la sociedad ya era otra, sucedió en 2010, cuando se discutía el proyecto de Matrimonio Igualitario. La Conferencia Episcopal Argentina, presidida por el hoy papa Francisco, encabezaba la resistencia a la norma. "No se trata de un mero proyecto legislativo sino de una movida del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios. Aquí también está la envida del Demonio, por la que entró el pecado en el mundo", proclamaba Bergoglio al tiempo que se convertía en un acérrimo opositor al matrimonio igualitario. Faltaban menos de tres años para que el entonces cardenal se convirtiera en la máxima autoridad de la Iglesia Católica, pero era difícil imaginar que detrás del humo blanco del Vaticano hubiera un papa argentino.
 
"La presión que se ejerce desde los sectores religiosos sobre los legisladores es muy grande. Y más que presión se trata de una lucha ideológica muy fuerte". La que habla es Cecilia Merchan, y lo hace con conocimiento de causa: fue diputada nacional entre 2007 y 2011 y participó de la discusión en torno al matrimonio igualitario.
 
Durante el debate de esa ley, finalmente aprobada el 15 de julio de 2010, muchos legisladores recibían mensajes de referentes religiosos que les decían "'si votás a favor vamos a decir en las misas y capillas que estás en contra de la familia y del lado del demonio'. Ese mensaje tenía mucha cabida entre legisladores con aspiraciones" políticas en sus jurisdicciones, contó la ex diputada. También eran frecuentes los correos electrónicos que llegaban a las casillas de los legisladores y los mensajes homofóbicos que muchos sacerdotes emitían en sus misas.
 
Cecilia Merchan es coordinadora del Comité Ejecutivo contra la Trata de Personas y aunque ya no ocupa una banca en la cámara baja asegura que "en la discusión por el Código Civil se nota mucho la presión de la Iglesia, pero el conjunto de la sociedad tiene una mirada mucho más avanza" que la eclesial.
 
“La Iglesia dice lo que piensa"
 
Desde que ocupa el sillón de San Pedro, los mensajes de Bergoglio han sido transmitidos a todo el mundo. Francisco fue elegido como el Personaje del Año por la revista Time, fue tapa de la publicación estadounidense The New Yorker y la revista Esquire lo eligió como “el mejor vestido del año 2013”. Es innegable la llegada que Francisco tiene a nivel internacional, y muchas de las miradas están puestas en el país donde se formó el primer papa Latinoamericano. 
 
Más allá de las presiones religiosas para modificar el proyecto original de reforma del Código Civil, en el último tiempo, la voz de la Iglesia se hizo oír en el debate público. En medio de una serie de crímenes relacionados al narcotráfico, la Conferencia Episcopal Argentina emitió un escrito titulado "El drama del narcotráfico y la droga", que apunta a la política y a la sociedad. El material fue difundido justo una semana antes de que el oficialismo presente en la Comisión Bicameral el proyecto para modificar y unificar el Código Civil y Comercial. Veinte días después el padre Juan Carlos Molina era designado al frente de la Secretaría de Programación para la prevención de la drogadicción y la lucha contra el narcotráfico (SEDRONAR).
 
También el índice de pobreza que anualmente difunde la Universidad Católica Argentina tuvo este año otro impacto. A tal punto que desde el INDEC salieron al cruce de los datos publicados por el Observatorio de la Deuda Social Argentina, según los cuales hay más de 10 millones de pobres. El propio Francisco, en sus discursos diarios se ha referido a la cuestión de la pobreza, las drogas y el poder.
 
“El Papa es un líder que no sólo tiene que ser escuchado, sino que además orienta” los destinos del mundo, aseguró el Padre Eduardo Lorenzo, a cargo de la Inmaculada Madre de Dios en La Plata. Como representante religioso y al ser consultado sobre la capacidad de lobby eclesial, Lorenzo consideró que “la Iglesia dice lo que piensa. El que quiere lo toma y el que no, no. Aunque quizá ahora esté siendo más escuchada por el rol que tiene Francisco, pero no creo que se confunda con el poder temporal”
 
Según las palabras del cura la institución eclesial tiene “una acción profética y debe decir lo que piensa defendiendo siempre a los pobres pero sin imponer doctrina. Ningún gobierno debe ser jenuflexo a ninguna Iglesia, porque eso lo limitaría y el gobierno es de todos”. Una postura contrapuesta manifestaron desde la Coalición Argentina por un Estado Laico.
 
"Como asociación vemos que hay mayor capacidad de lobby de los sectores religiosos y eso se vio con los cambios aplicados al proyecto original para la reforma del Código Civil. Esos sectores buscan bloquear el debate por el aborto legal", aseguró Alejandro Nasif Salum, miembro de la Coalición para un Estado Laico.
 
Desde esa asociación, integrada por organizaciones civiles, de derechos humanos y hasta grupos religiosos, piden el establecimiento de un estado laico donde las creencias religiosas de los gobernantes no restrinjan derechos ni frenen avances ¿Cuán lejos estamos de alcanzar una Estado laico? "Estamos mucho más lejos que hace un año", aseguró no sin preocupación Nasif Salum.
 
Cuadros político-religiosos
 
Según una encuesta del CONICET, es frecuente que los legisladores nacionales se reúnan con religiosos; más de la mitad se ha encontrado con un obispo y un 45 por ciento, con un sacerdote católico en el último año. 
 
“El lobby católico no se hace con un cuchillo por detrás. La Iglesia católica forma cuadros políticos, judiciales, empresariales, educativos” que operan desde adentro de la sociedad, señala Fortunato Mallimaci, investigador en temas de política y religión y autor de "Atlas de las creencias religiosas en Argentina", entre otros libros.
 
“Al poder de la Iglesia no hay que verlo sólo en lo que pasa hoy, sino a largo plazo. Ha sido un actor fundamental en la construcción del Estado y de la Nación argentina”, analizó Mallimaci y comparó a la Iglesia con el resto de los poderes que conforman ese círculo donde se toman decisiones. “El catolicismo siempre fue pensado como un actor más dentro de la vida social, como los bancos, las empresas y los medios. Y en la discusión por el Código Civil es un ejemplo de eso”, agregó el investigador en temas de Iglesia y poder.
 
Sin embargo las conclusiones a las que llegó el profesor del seminario de Sociedad y religión de la UBA, echan un poco de luz: “En nuestras investigaciones alertamos que la sociedad argentina se diferencia de las posturas que la cúpula religiosa tiene sobre temas polémicos. Sin embargo los políticos -de todos los sectores- creen que sino apoyan las posturas de la Iglesia pierden votos, porque los fieles van a dejar de apoyarlos”. Pareciera ser, entonces, que el lobby eclesial no se aplica por la fuerza y el rigor del poder, sino por el principio de popularidad que persiguen los dirigentes políticos. “En los '80 y '90 se decía que todos los políticos soñaban con tener un amigo obispo. Hoy todos sueñan con ser amigos del Papa”, ironizó Mallimaci.
 
Catolicismo y diversidad
 
La doctrina religiosa también se hizo oír en 2010 pero no impidió que se aprobara el proyecto de Matrimonio Igualitario y la ley de Identidad de Género. “En esa época hubo un impase entre los dirigencia política y la jerarquía católica, pero ahora y desde que Bergoglio es Papa se produjo una mayor vehiculización del diálogo entre la Iglesia y ciertos sectores del gobierno”, analizó Esteban Paulón, presidente de la Federación Argentina de Lesbianas Gays Bisexuales y Trans (LGTB).
 
Paulón considera que el poder de influencia de la Iglesia se ha sentido de manera muy fuerte y, como dirigente de una organización social orientada a asuntos de género, que interactúa con muchas otras organizaciones, sostiene que “es permanente el hostigamiento que ejerce la jerarquía desde los medios católicos”. La Agencia Católica AICA ha funcionado como la plataforma virtual desde la que se difunde la voz de la jerarquía religiosa contra sectores que tienen posturas contrarias a la tradición religiosa más dogmática. 
 
Aunque el poder católico no sólo se despliega desde los medios institucionales. “Son grupos fundamentalistas los que van sacando notas terribles, nos llaman Lobby Gay”, recordó Paulón al tiempo que diferenció a esa cúpula del pueblo católico “que por lo general ha apoyado las leyes de la diversidad”.
 
Aunque bastante desigual, los dirigentes de organizaciones sociales consideran que las discusiones contra las posturas eclesiales más cerradas son batallas y tensiones que deben darse en el campo de lo público. “La Iglesia tiene derecho a expresar su voz, pero no a determinar” el destino de ciertos temas, aseguró el presidente de la Federación LGTB. Pero a las claras está que “en Argentina la Iglesia es un factor de poder", concluyó Paulón.

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