La abdicación del rey Juan Carlos de España, el pasado lunes, reavivó insólitas propuestas a nivel local, entre ellas la del Movimiento Monárquico Argentino (MMA), un grupo que impulsa este tipo de gobierno para nuestro país y culpa al sistema republicano por la pobreza y las crisis que golpearon a la región en su historia reciente.
Quien crea que hay que remontarse al 1800 para encontrar proyectos monárquicos en Argentina o piense que el tema ya está zanjado, se sorprendería de conocer a Mario Carosini, cofundador y presidente del MMA, fundado en 1987, cuyo horizonte político es instituir un monarca local que "divida el excesivo poder del que goza todo presidente".
"Yo no soy monárquico por tradición, no me importan los títulos de nobleza, no los tengo y no quiero ser rey", se apresura a aclarar Carosini antes de explayarse a sus anchas sobre lo que a su juicio serían las virtudes de dicho sistema de gobierno en estas latitudes.
"La gente no entiende que la República es una involución en el sistema de la división de los poderes", dice, tras reseñar los principios de esta división -que sitúa en 1215- y que "impulsada por la corona inglesa, evolucionó hasta 1750-1760, y decantó en los 4 poderes iniciales de la institucionalidad republicana: Legislativo, Judicial, Gobierno y Estado".
El problema es que cuando Estados Unidos se independiza -prosigue- "reunió en la persona del presidente al Gobierno y al Estado" (Poder Ejecutivo), un error que -enfatiza- es el germen "de la corrupción institucional que condenó a Argentina y toda la región a sus sucesivas crisis y a niveles de pobreza tan diferentes a países con monarquías".
Este esquema institucional es ineficiente -agrega- porque "el controlador es también el controlado", lo que termina siendo "un caldo de cultivo para la corrupción".
En este punto, el monárquico sostiene que la figura del rey se instituye como un "arbitro institucional", provisto de neutralidad que permite zanjar diferencias de Estado y regular las Instituciones "sin la parcialidad del político".
Ante la observación de que en nuestro sistema republicano ese control recíproco es ejercido por los 3 poderes -Ejecutivo, Legislativo y Judicial-, Carosini se apresura a decir que este funcionamiento "es insuficiente".
"Esto es así porque los supuestos controles entre los 3 poderes no funcionan, ya que el mandatario por lo general tiene mayoría en el Congreso", un comentario con el que caracteriza a las mayorías como una traba para el funcionamiento institucional antes que como una condición sine qua non de la democracia. Luego, asegura que "el costo para Argentina de no tener una monarquía asciende a 2,4 billones de dólares".
Consultado sobre cómo llegó a esa insólita conclusión, explica que la diferencia de los ingresos per cápita de Argentina y Australia (una monarquía constitucional) asciende a 60 mil dólares (5 mil en el caso Argentino y 65 mil en el caso Australiano) y que si esa diferencia se multiplica por la población argentina (40 millones de personas), se arriba a esa astronómica cifra.
En este punto, Carosini busca retomar el argumento de la neutralidad y objetividad de la figura del monarca, quien "al no formar parte del entramado político" se erige en "un árbitro privilegiado para evitar la corrupción institucional".
Aunque ese rol de juez es encarnado en España por la monarquía, envuelta por estos días en un sonado escándalo de corrupción y con la popularidad en franco declive, Carosini no advierte contradicción alguna en ello y mantiene impertérrito su defensa hacia la corona.
Tampoco hace mella en su férrea defensa de la figura del Rey, cuando le recordamos el safari de 60 mil dólares que en plena crisis realizó el rey, viaje que contribuyó también al descenso en los índices de popularidad de esta institución en España.
"En primer lugar, no fueron miles de actos de corrupción, ni ciento ni decenas, fue solo uno", subrayó y aclaró que se trata de "6 millones de euros", aludiendo específicamente al caso del yerno del rey, Iñaki Undargarín (esposo de la Infanta Cristina), a quien tachó como "un trepador que utilizó el prestigio del rey".
Por último, consultado sobre los criterios de elección de un eventual primer monarca para Argentina, señala que éste debería ser elegido "con un sistema completamente practico, el que mejor convenga, y después de un debate sobre los intereses de la Nación Argentina".
MMA fue fundado en 1987 por el padre de Carosini, y llegó a nuclear "alrededor de 22 mil personas" aseguró el monárquico argentino, quien agrega que tras un período de silencio, en 2009 retomó las actividades "a pedido del Comité Ejecutivo".
"En él hay radicales, socialistas y una mayoría de peronistas", aclara, antes de relatar que en la actualidad, la agrupación tiene un grupo en Facebook, con bastante actividad y que nuclea a 1119 personas.
Si bien se lo piensa, no resulta descabellado que Carosini quiera un sistema monárquico en Argentina, teniendo en cuenta que, evidentmente, es el rey de los pelotudos.
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