domingo, 11 de mayo de 2014

Una jueza defensora de los derechos de la mujer

Antes y después de ser elegida como integrante de la Corte Suprema, Carmen Argibay se definió como una atea militante y se expresó a favor de la legalización del aborto.

Con el fallecimiento de Carmen Argibay, deja la Corte Suprema la jueza que militaba, desde el cargo más alto de la justicia, para que las mujeres pudieran tener el derecho de decidir sobre su propio cuerpo.

Antes de ser designada como jueza de la Corte Suprema, Argibay se definió como una atea militante y defendió el derecho de la mujer a poder abortar, lo cual le trajo muchas críticas de la Iglesia y la oposición que cuestionaron en vano su candidatura.

"En nuestro país, que es un Estado laico, no se pueden imponer ideas religiosas a todas las mujeres. Y eso hacen los sectores minoritarios pero con suficiente poder de lobby para imponer que una mujer no pueda usar anticoncepción de emergencia o practicar un aborto. Cuando algo está permitido no significa que una lo tenga que hacer. Hay matrimonio civil pero yo me caso si quiero, el Estado no me obliga a hacerlo. Que se legalice el aborto no quiere decir que todas las mujeres tengamos que abortar, lo hace la que quiere en base a su libertad y a sus convicciones religiosas", supo explicar Argibay.

La jueza era consciente que la ilegalidad del aborto provoca una desigualdad de oportunidades y de derechos entre las mujeres de distintas clases sociales: "La dignidad de la vida y la libertad es tomar una decisión estando informada y sabiendo las responsabilidades que eso implica. El tema es cómo hacemos para hablar de esto. La dignidad de las mujeres pasa también por la igualdad de oportunidades que se nos niega al obligarnos a continuar con un embarazo que no se quiere".

"No dejan discutir las ideas básicas. A mí me han gritado muchas veces asesina, abortista. Ese no es un argumento. Somos prolibertad de decidir. No somos abortistas. Abortistas son los que no quieren que nazca ningún bebé", explicó Argibay dejando plantada la semilla para un debate y una ley necesarias para fortalecer los derechos de la sociedad.

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