Multitudes de jóvenes, chicos y adultos asistieron ayer a la gigantesca feria de ciencia, tecnología, juegos y cultura, en una jornada de pleno sol que anticipó las vacaciones de invierno y permitió el descenso a un pozo petrolero de 1.500 metros de profundidad, la vivencia de una híper realista lección de anatomía y el palpitar del inquietante bosque de dinosaurios.
En sucesivas cuatro ediciones, Tecnópolis logró que el paseante se entregue a la fascinación de audaces propuestas que no usan recursos repetidos y terminan constituyendo un sinfín de sorpresas que explican que, ni bien se liberó el acceso a las 12 en punto, un público ya masivo se abriera paso con toda expectativa.
En el acceso principal, por Avenida General Paz, un enorme espacio dedicado a la energía convoca con la emblemática sigla YPF -Yacimientos Petrolíferos Fiscales- a descender 1.500 metros desde el punto de vista de una trepanadora de suelo que busca petróleo.
De a docenas y con casco reglamentario, los visitantes ingresan a un recinto completamente oscuro, en el que varias pantallas generan el contexto del seno de piedra, para ir descendiendo sobre una plataforma vibratoria, envueltos por el rumor del trepanador que rompe la corteza hasta donde quedó atrapado el petróleo hace millones de años.
La experiencia del Simulador UVT está vedada a claustrofóbicos, embarazadas y nenes menores de cuatro años, pero todos los demás, tengan siete o 50, viven el trance con igual conmoción, pupilas dilatadas y mudos durante el atronador descenso al centro de la Tierra.
Tecnópolis permite experimentar tanto un proceso industrial trascendental como la extracción de petróleo, como asistir a la escena de caza de un enorme mamut en medio de una nevada, dentro de un galpón helado.
Muy buena información, tanto en carteles como a través de guías atentos y cordiales que facilitan que el público se anime a preguntar, va guiando la recorrida y agregando datos una vez que se supera la sorpresa y la fascinación del primer contacto con cada propuesta.
A la muestra de la evolución del hombre primitivo y la distribución de población que hizo que el humano llegara por Beringia al actual continente americano, le sigue una completísima exhibición de anatomía con “partes reales del cuerpo, conservadas con una técnica de origen oriental diferente del formol", dijo una de las guías del sitio, quien estudia Enfermería en la Facultad de Medicina.
La pausa llega en el enorme predio del Mercado Federal, montado por el Ministerio de Desarrollo Social, en el que se puede degustar una deliciosa miel de la cooperativa apícola Amuyen -que agrupa a productores desde Escobar a San Nicolás, pasando por El Tigre-, o recibir asesoramiento de especialistas del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria-Inta, para replicar en casa, con acelgas, quinotos o lechugas, la experiencia del programa Pro Huerta.
Momento ideal para hacer pic-nic en algunas de las varias plazas al sol, en jardines con las tradicionales mesas y bancos de azulejitos en las que se distribuyen sándwiches de milanesa, bebidas y termos para mate.
Un poco más allá, está por comenzar el desafío de los ajedrecistas Diego Flores, campeón argentino, y Marisa Zuriel, subcampeona continental, contra múltiples rivales que se dan cita cada tarde para las clases de ajedrez en Tecnópolis, con provisión de relojes por cada mesa disponible.
El horario del atardecer es el ideal para concurrir al corredor del bosque de dinosaurios, con la tenue luz que apenas se filtra por los eucaliptos y que deja entrever, demasiado tarde, a los imponentes ejemplares de fauces abiertas, lo que provoca más gritos infantiles que en anteriores ediciones.
“Avanzá que no pasa nada”, se escucha decir a un padre ante su precavido hijo que no se decide a seguir caminando ni termina de confiar en que semejantes bichos sean de mentira.
Un continuo de público avanza por la larga pasarela hasta que es captado por un sensor que mueve el animatronic, y el bicho ruge con un efecto envolvente que paraliza al más valiente.
El parque de dinosaurios, que sigue atrayendo multitudes, se potencia con un gran galpón con réplicas en tamaño original de ejemplares descubiertos en Argentina, en el que puede verse trabajar a paleoartistas en las reconstrucciones, junto a paleontólogos de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara que brindan todo el asesoramiento.
Sean las 12, en la apertura del predio al que se accede gratuitamente incluyendo el estacionamiento, o las 20, en el cierre del fantástico espacio, una fluida fila de pasajeros está siempre dispuesta a abordar el magnético avión de Aerolíneas Argentinas, que llevará hacia diversos destinos turísticos nacionales para asomarse a la ventanilla y también degustar unos alfajores de a bordo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario