domingo, 20 de julio de 2014

La bióloga cordobesa que integra la lista de científicos más influyentes del mundo destacó la fortaleza de la ciencia argentina

La bióloga cordobesa Sandra Díaz, única argentina que figura en el reporte "Las mentes científicas más influyentes a nivel mundial", que publicó la agencia Thomson Reuters, aseguró que esta distinción prueba la fortaleza que adquirió el sistema científico nacional en los últimos años.

"El hecho de que los investigadores argentinos podamos ocupar espacios a nivel internacional tiene que ver con un sistema científico, como el argentino, que es importante y que últimamente está muy fortalecido", aseguró la docente de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).

"En el país hay un gran esfuerzo y todo un apoyo evidente a la ciencia y a la tecnología y la repatriación de científicos es un ejemplo claro de esto", sostuvo Díaz, quien destacó que a partir de esta decisión "ahora hay un sistema formal, educativo y científico, que los contiene".

Esta situación "contribuye a mantener y potenciar la capacidad científica argentina, que siempre ha sido muy destacada en América latina", recalcó la investigadora.

Díaz forma parte del grupo de 3.200 investigadores, de 21 áreas de conocimiento diferentes, que integra el ranking de Thomson Reuters, en función de la cantidad de veces que sus artículos, publicados en revistas científicas periódicas e indexadas, fueron citados entre 2001 y 2012, por su aporte en ecología y medioambiente.

Investigadora superior del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), Díaz explicó que el ranking incluye a los autores cuyos artículos, "estuvieron en cada año dentro del 1% más citado por disciplina".

La bióloga, profesora del Departamento de Diversidad Biológica y Ecología de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNC, insistió en que este reconocimiento, además de su carácter personal, "es un indicador de que el esfuerzo del sistema científico argentino vale".

"Todo investigador es siempre fruto de su propio esfuerzo, porque para producir buena ciencia hay que trabajar mucho, pero soy un producto desde la escuela primaria de la educación pública argentina. Nunca pagué un peso por mi educación. Eso habla, de algún modo, de un sistema educativo argentino exitoso", enfatizó.

Consultada sobre la competitividad del científico argentino, Díaz no dudó en señalar que "en algunos lugares del mundo, donde todavía están reclutando gente, la demanda es por científicos de primer nivel, y en muchos casos los argentinos pueden ocupar esos puestos".

Desde su experiencia en la UNC insistió en que el clima universitario y científico actual, que "apuesta por la innovación y que hace todo lo posible por incentivar a sus investigadores y docentes", no tiene nada que ver con el que vivió en los años 80, como estudiante, "y ni qué hablar con los años 90".

Otro elemento que Díaz considera destacable es la vinculación o el esfuerzo que, desde "la universidad y del Conicet", se efectúa para conectar las investigaciones científicas con "cuestiones de demandas urgentes de la sociedad".

La docente ponderó el valor del trabajo interdisciplinario que, en materia de biodiversidad, lleva adelante en Chancaní, localidad ubicada a 265 kilómetros de la capital cordobesa, con un equipo, que integran las facultades de Ciencias Agropecuarias de las universidades de Córdoba y de San Juan.

"Para entender todo lo que los actores sociales hacen y valoran del ambiente, en Chancaní, se entrevistó a gente del pueblo, a autoridades, a organizaciones, a la sociedad rural, a grupos de campesinos, al INTA, y a grandes productores", detalló.

Asimismo, consideró que "una tendencia argentina que hay que celebrar" es el hecho de involucrar "todo lo aplicado y a todos los que están trabajando en la práctica directa, lo que requiere un esfuerzo interdisciplinario muy importante", que ahora "es incentivado por la universidad y por el Conicet".

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