El titular de la CTA opositora, Pablo Micheli, utilizó barras para controlar una asamblea en la que de otra forma iba a perder su moción para realizar un paro de 36 horas.
Frente a la crisis política que enfrenta el titular de la CTA opositora, Pablo Michelli, por la pérdida de apoyo en la Asociación de Trabajadores del Estado, su sindicato de origen, apela a barrabravas para intentar mantener el control político del mismo.
Tanto en la Asamblea General de afiliados en el Club Ferro Carril Oeste, como en plenarios de delegados, se pudo ver a distintos grupos de barrabravas comandados por el Oso Pereyra, mano derecha de Rafael Di Zeo en el manejo de una de las fracciones de la 12.
Esta pérdida de apoyo es en el Consejo Directivo Nacional y en la gran mayoría de los distritos. Los motivos son diversos y el efecto es uno: las iniciativas de la CTA de Michelli ya casi no convocan estatales, carecen del respaldo político de su gremio de origen, y sólo cuenta con apoyo financiero en función de mantener los equilibrios internos.
La crisis política del michelismo lo lleva a recurrir a métodos burocráticos cada vez más violentos para asegurar sus decisiones y no terminar convirtiéndose en un sindicalista sin sindicato.
El ejemplo más notable fue el plenario realizado el 15 de agosto en la sede nacional del sindicato. Ese día, y frente a la previsión que la mayoría de los delegados de la seccional capital iban a votar en contra de las propuestas de Micheli, se le encomendó a un grupo de alrededor de 30 barrabravas de distintos clubes (se destacaban los de Boca y el Porvenir) controlar el acceso del plenario. La organización del mismo estuvo a cargo del secretario general de ATE Capital, José Luis Matassa (hombre de Pablo Micheli) quien nuevamente delegó en el Oso Pereyra el dispositivo de seguridad.
El plenario, cuyo presumible resultado sería el rechazo al paro de 36 hs de Micheli, terminó en una batalla campal dentro de la sede sindical, donde los barras a fuerza de golpear delegados disidentes y blandir armas blancas impidieron la realización del mismo.
Los hechos de violencia no tuvieron consecuencias más graves por la intervención de Julio Fuentes (Secretario General Nacional) y Eduardo De Gennaro (Secretario Administrativo Nacional) ambos enfrentados a Pablo Micheli, tras ser acusados mediáticamente por éste de desfinanciar su central opositora.
Así, luego de la trágica muerte de Mariano Ferreyra, y distintos episodios de violencia intragremial, Micheli quiebra la historia del ATE de Victor De Genaro y German Abdala, siempre ajeno a la violencia sindical y las prácticas antidemocráticas con el sólo objetivo de no ser un sindicalista desterrado de su organización.
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