Más de 600 militantes kirchneristas de Centros de Estudiantes porteños y bonaerenses debatieron el rol de los jóvenes en el proyecto político que encabeza la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Tras una extensa jornada de trabajo que incluyó debates temáticos, los jóvenes militantes de agrupaciones que conforman Unidos y Organizados (UyO) coincidieron en sostener que “el futuro está en manos de la juventud” y que “el proyecto no se va a terminar nunca si militamos todos juntos”.
Al cierre de la actividad, realizada ayer en la sede de UyO del barrio de Once, Ayelén, de La Cámpora, señaló que "fue una jornada muy importante con una gran calidad de debate" y además afirmó que "la juventud está más despierta que nunca, el futuro está en nuestras manos".
A su turno, Martín, de Nuevo Encuentro, aseguró que los jóvenes son “los que defendemos este proyecto y si militamos juntos, el proyecto no se va a terminar nunca".
Por su parte, Ana Clara, de JP La Cámpora, llamó a “redoblar los esfuerzos" y aseguró que "Unidos y Organizados no es un slogan, es una consigna por la que todos juntos trabajamos".
Asimismo, Gianluca, de la JP Descamisados, manifestó que "el encuentro de hoy tiene que ser un piso para el día de mañana organizarnos cada día más".
Laura, joven representante del PCCE, destacó que "hoy vinimos a hacernos cargo de la historia y somos muy conscientes, como dijo la Presidenta, de que somos el futuro".
En el mismo sentido, Carolina de Peronismo Militante afirmó que "este encuentro ratificó una vez más, que vinimos a cumplir con nuestro mandato como militantes políticos".
El plenario se inició al mediodía con la lectura de un documento en el que los jóvenes manifestaron su apoyo al gobierno nacional respecto de los fondos buitre y con críticas a la oposición en la figura de Sergio Massa.
El documento, que sirvió para la discusión en las distintas comisiones, repasa hitos político-económicos de la última década y fustiga a los sectores económicos concentrados, la prensa hegemónica y a dirigentes opositores.
Este redactor, que cursó toda su escuela secundaria durante la dictadura, no puede menos que sentir por estos pibes -además de una profunda admiración por el compromiso militante- una sana envidia retroactiva.
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