jueves, 10 de diciembre de 2015

No cometamos otra vez el mismo error

Editorial - Por Alberto Carlos Bustos (*)

LO QUE SE VIENE ES COMPLICADO. PERO TENEMOS LA VENTAJA DE LA EXPERIENCIA, PORQUE YA LO VIVIMOS. EL ASUNTO ES NO VOLVER A MANDARNOS LA MISMA CAGADA.

Para vos, para mí, para nosotros; que no pertenecemos a la clase dominante, ni tenemos nada que ver con el poder fáctico de la derecha antipatria, se vienen momentos muy difíciles.  Económica, social y culturalmente muy difíciles.

Pero tenemos la ventaja de que ahora, por haber vivido esta experiencia con anterioridad, sabemos de antemano cómo termina la fiesta. La fiesta de ellos, claro. Esa a la que a vos y a mí nunca nos van invitar, pero que la terminamos pagando nosotros.

Por eso, por haber tenido esa experiencia, sería bueno que no cometamos el mismo error que cometimos en los ’90. ¿Qué error? El de creer que a vos no te iba a tocar, el de mirar con indiferencia cómo les tocaba a los otros y salir recién cuando te metieron la mano en el y te robaron los ahorros de toda la vida.

Porque “la crisis del 2001” no fue “la crisis del 2001”. La crisis fue la crisis de toda una década abyecta. Lo que pasó en el 2001 fue que todo explotó por los aires.

Porque en diciembre del 2001 no había muchos más pobres que, por ejemplo, en septiembre  de 1997. Pero la clase mierda no salió a la calle por esos pobres, porque tenía sus dólares amarrocados. Al contrario; puteaba cuando esos pobres le cortaban la calle con quema de gomas y ollas populares.

Porque en diciembre del 2001 no había muchos más desempleados que, por ejemplo, en junio de 1998. Pero la clase mierda no salió a la calle por esos desempleados, porque estaba más preocupada por viajar a Francia para ver el mundial. Al contrario; decían que “en este país el que no trabaja es porque no quiere”.

No nos engañemos. La clase mierda argentina no salió en diciembre del 2001 a defender a la Patria. Salió a protestar porque les cagaron sus ahorros, lo cual no está mal. No digo que no haya que protestar si a uno le roban su dinero. Pero no me la manden cambiada. No me digan que salieron por patriotas. Salieron cuando les tocó sufrir a ellos, después de años de indiferencia frente al sufrimiento de los otros.

La verdad es que esta vez me cuesta hablar en primera persona del plural. El “nosotros” no debería corresponderme. Esta vez debería quedarme orgullosamente afuera. Porque yo salí y no tenía ni un peso en un banco. No lo tenía en el 2001, no lo tuve antes ni lo tuve después. Yo no toco bocina ahora en los peajes, cuando la fila se hace larga. Yo tocaba bocina en los ’90, cuando el turco innombrable regalaba escandalosamente las rutas para que los concesionarios empezaran a cobrar el peaje a los dos días y terminaran haciendo las rutas con nuestra plata.

En aquella década abyecta a mí no me robaron los ahorros. Me robaron lo mismo que van a intentar robarme ahora: los sueños, las ilusiones, la dignidad, los derechos y la Patria.  

No nos mandemos otra vez la misma cagada. No esperemos a que explote todo por el aire. No volvamos  a esperar a que nos toque a cada uno de nosotros. Tiene que alcanzar con que le toque al vecino, al compañero de trabajo o al amigo.

Si no, todo habrá sido en vano y querrá decir que en estos 12 años no aprendimos nada. Y lo que es peor, querrá decir que al fin y al cabo somos igual que “ellos”, los que están de aquel lado de la grieta.

(*) Director y editor responsable de Currín

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