lunes, 11 de mayo de 2015

Esclavitud y competitividad: la esclavización como una estrategia más de mercado

Por Andrea Luna

El trabajo esclavo se ha convertido en una estrategia más, como una forma más de lograr competitividad en el mercado de la industri textil.


Durante la década del '60, con el desarrollo industrial de los llamados tigres asiáticos, se desarrolla una modalidad de producción industrial orientada hacia la exportación en base a salarios mínimos, sostenidos con regímenes altamente represivos (la cuota de exportación de los países asiáticos aumentó del 27% al 50% entre los años 1980 y 1995).

Esto impactó en los niveles de competitividad a nivel global, que sin embargo estuvieron regulados hasta el año 1995 a través de cupos de exportación. Ese año se liberaliza el mercado, permitiendo el ingreso masivo de producción textil extranjera, que arruinó la industria argentina.

Las marcas más grandes, además de quedarse con mayores porciones del mercado por la falta de competencia, se focalizaron en la promoción y el diseño de la indumentaria, descentralizando el proceso productivo, que recayó sobre talleres pequeños y cooperativas.

Con la recuperación económica, y una vez regulados los flujos de importación, la industria textil dominada por las grandes marcas decidió conservar el proceso productivo atomizado y precarizado como una forma de obtener una rentabilidad extraordinaria, de la mano de un mercado de consumo creciente. Un informe de la fundación Pro-Tejer analiza los márgenes de ganancias resultantes de la precarización, y concluye que la mano de obra clandestina llega a percibir el 1,5% del valor de venta de una prenda.

El resto se distribuye así: 30% comercialización, 25% desarrollo de marca, 25% impuestos, 8% tela, 5% intermediarios, 4% de otros conceptos. Según la Unión de Trabajadores Costureros (UTC), por la confección de una remera (que se vende al público a $ 100) el trabajador precarizado recibe $ 1. Por un jean, cuyo precio oscila entre los 300 y 500 pesos, los costureros ganan 3 o 4 pesos. La esclavización emerge así como una estrategia más de mercado. 

El hecho de que las grandes marcas sean las principales empleadoras de este tipo de trabajo, facilita la concentración basada en márgenes de rentabilidad extraordinaria que otorgan una ventaja para poder acceder a plazas de comercialización, como shoppings -las expensas para un local bien ubicado de unos 100m2, pueden llegar a $ 30 mil mensuales- donde es imposible acceder en caso de ser un pequeño comerciante. 

De esta manera, las marcas de mayor difusión y caudal de venta son las principales promotoras del trabajo esclavo.

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