martes, 6 de noviembre de 2012

Macri pisa suelo bonaerense en medio de la crisis electoral del PRO

La negativa de Gabriela Michetti a ser candidata a diputada en ese distrito complicó las aspiraciones presidenciales del jefe de gobierno porteño. En su partido, algunos hasta lo quieren bajar de la carrera por 2015. El rol de Jesús Cariglino.
 
Para un ser humano, dicen que no hay nada más estremecedor ni trascendente que tener un hijo. Y si la descendencia es una nena, los hombres admiten que la conexión resulta inigualable. Antonella Macri Awada ya cumplió su primer año de vida hace menos de un mes, y quienes mantienen contacto cotidiano con Mugrizio, su padre, confiesan que el jefe de gobierno porteño está muy atravesado por esa dicha, pero cada vez más alejado de sus ambiciones políticas. Esa sensación es compartida, en privado, por gran parte de su Gabinete, que se pregunta cuál será el futuro de la campaña presidencial del líder del PRO, luego del portazo que pegó la diputada nacional Gabriela Michetti para encabezar la lista de candidatos del macrismo en la provincia de Buenos Aires en los comicios de 2013.
 
Todavía no pasaron dos meses desde la negativa de Michetti, tiempo insuficiente para cicatrizar las heridas que dejó su decisión al interior del PRO. Tampoco para que la escuadra de consultores y asesores del alcalde porteño pueda dimensionar las consecuencias de semejante "corte de rostro", como le dicen en Bolívar 1. Por lo pronto, el ex hijastro de Flavia Palmiero comenzó a pisar suelo bonaerense con una frecuencia inusitada. El sábado pasado, por la tarde, estuvo en un desfile de modas en el partido de Malvinas Argentinas, en beneficio del Hospital Dr. Claudio Zin. Se mostró junto al intendente Jesús Cariglino –uno de sus anfitriones preferidos– y al gobernador cordobés José Manuel de la Sota. Antes, había encabezado un acto con la militancia del PRO en Lanús.
 
Cuando Michetti estaba a la cabeza de los posibles candidatos bonaerenses, las expectativas giraban en torno a un piso de votos, nunca comprobado, de 20 puntos. Ahora, esa posibilidad no existe, pero los objetivos electorales del PRO siguen siendo los mismos para la tierra de la "madre de todas las batallas", es decir, lograr la renovación de once de los 12 diputados que Macri tiene en la Legislatura bonaerense, hacer crecer ese bloque y obtener candidatos para los 135 distritos provinciales. Sin la intención de voto de Michetti, ese escenario se torna mucho más árido, sobre todo por el impacto que podría provocar una eventual derrota bonaerense en el posicionamiento presidencial de Macri para 2015.
 
La ausencia de un candidato que ocupe ese lugar es objeto de una dura interna entre los potenciales candidatos del macrismo y los funcionarios que opinan que el alcalde debería mostrarse prescindente del 2013 y concentrar sus esfuerzos en 2015. En este último batallón revistan, entre otros, el asesor Jaime Duran Barba y el secretario general del gobierno Marcos Peña, enfrentados con los ministros del PRO que ya están preparando las valijas para dejar sus oficinas y calzarse el traje de candidatos a intendentes de distritos estratégicos como Lanús, en el caso del ministro de Hacienda Néstor Grindetti, o San Isidro, el distrito más rico de la provincia, gobernado hace dos décadas por el radical Gustavo Posse, pero codiciado por el titular de la cartera PRO de Justicia y Seguridad, Guillermo Montenegro. En medio de esa puja, el ministro de Gobierno porteño Emilio Monzó, a cargo del armado electorado nacional de Macri, deslizó la semana pasada la misma idea que anticipó hace meses el diputado Jorge Triaca: "Macri podría lanzarse como candidato a diputado por los bonaerenses el año que viene". El diputado recibió la silente bronca de medio Gabinete, y ahora la repetición en boca de Monzó cosechó la incomodidad de la vicejefa María Eugenia Vidal, que calificó la movida de "disparate". "Macri fue votado por la gente para cumplir un mandato hasta el año 2015 y él está trabajando todos los días en ese sentido", aclaró Vidal.
 
Varios voceros trataron de aclarar que "sólo se trató de una respuesta ante una pregunta periodística", pero la reiteración revela la honda preocupación que cruza al PRO ante la ausencia de candidatos que puedan consolidar las ambiciones presidenciales de su jefe político. Macri ya mostró su deseo de desembarcar en la provincia más poblada del país, pero recién el sábado pasado tuvo su primer encuentro del año con la militancia bonaerense del PRO, de la mano de Grindetti. En rigor, había sido pensado para que en ese escenario estuviera Michetti. El notable hueco fue llenado por Macri, que llegó en helicóptero a Lanús. Allí sudó dos horas, habló de amor, procuró no pegarle a la presidenta, le apuntó al gobernador bonaerense Daniel Scioli y al intendente de Tigre, Sergio Massa. Flanqueado por su ministro de Hacienda y por su primo Jorge, intendente de Vicente López, cosechó risas cuando le habló a uno de los asistentes para que detuvieran los bombos. "Robocop, calmame la tropa. Así va a estar la policía de Lanús cuando Grindetti sea intendente", prometió el alcalde porteño, en referencia al corpulento puntero del PRO que estaba entre los 2000 asistentes provenientes de Quilmes, Lomas de Zamora, La Matanza, Avellaneda y Lanús.
 
El sur bonaerense tiene 19 distritos y reúne el 35% de los votos de la provincia. Pero, a pesar de este peso electoral, las compañías de Macri fueron pocas desde su Gabinete: salvo el anfitrión, fueron Monzó y el titular del área de Cultura, Hernán Lombardi. Los demás ministros brillaron por su ausencia. Tampoco estuvo el ex futbolista Martín Palermo, codiciado en el PRO para tratar de repetir el fenómeno del actor Miguel Del Sel en Santa Fe.
 
Por ahora, la cadena de ausencias, aumenta el peso del intendente Cariglino –con el que, de hecho, Macri se vio las caras horas más tarde– y del jefe comunal de San Isidro, el radical Posse, que difícilmente se lance a una candidatura en 2013 para diputado, cuando maneja el distrito más rico de la provincia.
 
En medio de esos obstáculos, agigantados por el portazo de Michetti, Macri se recuesta en su familia. "Soy padre a la edad de ser abuelo", repite alejado de los problemas, el papá de Agustina, de 30 años, Jimena, de 27, Francisco, de 23, y Antonella, la beba que, junto con su madre Juliana, podrían ser el pasaje de salida de una arena política donde Mugrizio, al menos, ya pudo demostrarle a su padre Franco que era mucho más de lo que decía.
 
En conclusión: cuando le vaya para el ojete, la culpa será de Antonia.

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