sábado, 16 de junio de 2012

Cristina, devuelvan el país

Nota de Opinión

Ratifico que a esta gente linda que sale de cacerola hay que garantizarle custodia para que puedan sacar bien afuera todo lo que tienen bien adentro. Nada como escucharlos, nada como verlos, nada como leer sus carteles para entender el espectáculo que tenemos la dicha de presenciar cada jueves en emblemáticas esquinas paquetas de la zona norte de la ciudad.

Ya hemos discutido bastante sobre lo que caractericé en un momento como una nueva fase gestual de la derecha, un pasaje a posturas más explícitas, un ganar la calle para gritar sus verdades y una actitud menos pudorosa que los hace poner en palabras, gestos y letras ideas que hasta hace poco sólo se murmuraban en livings de gente bien. Pero no esperábamos tanto; no imaginábamos una bandera con el texto de la que ilustra esta nota, no soñábamos con tanto, de verdad.

¿A quién hay que devolverle el país, chicos? ¿A ustedes? Ah, entonces el país era de ustedes y lo perdieron con los votos, votos que incluso para varios siguen estando en discusión, porque ese 54%.... jejeje ¿Qué valor tiene si como dijo nuestra querida amiga al falso periodista de la CNN "son extranjeros del conurbano que les dan casa, ropa, escuela, comida y Hospital"?

Breve disquisición sobre la “dictadura asintomática”:

El concepto pertenece a los amigos de la MAK y es un fenómeno verdaderamente raro este de padecer una dictadura que no se nota, pero anoche, mientras buscaba información sobre estas manifestaciones de gente linda recordé algún enero febrilmente cruzado por lecturas de Lenin cuando en un apartado el gran dirigente ruso explicaba que la dictadura del proletariado consiste en ser extremadamente rigurosa con la burguesía y las clases dominantes y al mismo tiempo una etapa de democracia plena para el proletariado. Ese interregno sin dudas violento, donde el poder proletario le arranca propiedades y privilegios a las clases hasta entonces poderosas genera todo tipo de tensiones. Acá engancho con algunas cosas que nos dijeron el domingo en la radio los amigos Rinconete y El Bosnio.

Ellos cuentan -y no en broma- que hay sectores acomodados de la sociedad argentina que viven este tiempo como una tragedia, como un acabose, y creo que dan en la tecla. No es casual que el estallido cacerolo haya sido el mismísimo día en que el sector más conservador del FPV, expresado por Daniel Scioli -la gran esperanza blanca- le impuso, luego de medio siglo, un revalúo a las tierras de la provincia de Buenos Aires.

La democracia llegó a América latina para ser funcional a un determinado modelo de producción, básicamente oligárquico y toda vez que como sistema político posibilitó el acceso al poder de fuerzas populares que podrían llegar a cuestionar el estado de cosas se recurría a las Fuerzas Armadas de cada país, que en estrecha alianza con las clases dominantes abortaban esos procesos políticos para restablecer las condiciones originales y luego volver a reaperturas democráticas siempre vigiladas y condicionadas por ese poder omnímodo. La desaparición de las fuerzas armadas como factor de poder en nuestro país dejó a los sectores dominantes con un flanco imposible de cubrir, que se pretendió suplir con el control de los medios de comunicación. Cuando desde la política el kirchnerismo logró que se visualizara al poder mediático como algo de carne y hueso, como un sector compuesto por seres humanos, con intereses concretos en lo político y económico, cuando la cara de Magnetto se hizo pública, ese poder invisible, siempre oculto tras zócalos y titulares empezó a ser reconocido como algo terrenal y ahí explotó en mil pedazos la coraza de cristal que lo cobijaba. El 54% de apoyo popular a Cristina y un proyecto político dispuesto a recuperar derechos y avanzar sobre mucho de lo que el neoliberalismo había conquistado (AFJP, Aerolíneas, YPF, Ley de Medios) es visto por un sector de la sociedad como una expropiación, como un avance desmedido, como una desmesura, como una invasión bárbara que hay que detener como sea, por eso salen, por eso esos carteles, por eso el sincericidio de cada jueves.

Nosotros no sentimos los efectos de la dictadura asintomática, pero ellos la están padeciendo de la peor manera. Cuando piden que "devuelvan el país" están pidiendo volver al neoliberalismo y a ese período de democracias tibias, con gobiernos dependientes del Fondo Monetario, las Fuerzas Armadas y el poder mediático. Están clamando por un tiempo que ya pasó y para colmo en un contexto internacional donde se les hicieron añicos los modelos a seguir.

Por Gerardo Fernández

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