EL DATO SURGE DE UNA INVESTIGACIÓN LLEVADA A CABO POR LA PROCURADURÍA DE TRATA Y EXPLOTACIÓN DE PERSONAS (PROTEX), A CARGO DEL FISCAL MARCELO COLOMBO, QUE RELEVÓ LAS CAUSAS CON NIÑAS, ADOLESCENTES Y ADULTAS.
El 5 de setiembre de 2014, Raquel Bergamaschi le avisó a sus dos hijas que pasaría el fin de semana en la casa de su novio, en la localidad de Merlo. Desde ese momento, nada se sabe sobre su paradero.
Aunque hay sospechas sobre el hombre, desde la Justicia nada se hizo en casi tres años de “investigación”. Se trata de un caso paradigmático en torno al drama de las mujeres desaparecidas, que en Argentina registra un caso cada 62 horas, en medio del dolor y la incertidumbre de sus familias.
Micaela, una de las hijas de Raquel, comentó que “lamentablemente la justicia no hizo absolutamente nada para que sepamos dónde está mi mamá o qué le pasó, y lo que sentimos es mucha impotencia, porque le llevamos cada dato que tuvimos, pero siempre respondieron de la misma manera, ignorando todo”.
El fiscal Marcelo Colombo, titular de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protex) estuvo a cargo de una investigación cuyo foco fue registrar la mayor cantidad de causas judiciales con niñas, adolescentes y mujeres adultas que se encuentran con paradero desconocido.
Desde 1990 hasta 2013, se pudo determinar que fueron 3.231 las víctimas de esta problemática, a un promedio de un hecho cada 62 horas.
Los nombres de las desaparecidas se acumulan en expedientes, la mayoría sin grandes avances. Muchas víctimas estuvieron presentes en los medios masivos de comunicación durante cierto tiempo, pero finalmente también para la opinión pública pasaron al olvido o resultaron reemplazadas por otro caso.
Ahora, por ejemplo, es el turno de Daiana Garnica, joven de 17 años desaparecida en Tucumán, pero antes fueron Marita Verón, Fernanda Aguirre, Florencia Pennachi, Erica Soriano o María Cash, entre muchísimas más.
Micaela, la hija de Bergamaschi es madre de dos pequeños hijos, un varón y una beba. Además, tiene un trabajo. “No me queda mucho tiempo para seguir pidiendo por mi mamá. Pero cuando tengo un espacio, trato de hacer lo posible. Lo mismo mi hermana Melina. Todo el tiempo estamos llevando algo al Juzgado Nacional de Instrucción 46 de la Ciudad de Buenos Aires, pero no le dan importancia”, contó.
“Ya pasaron 34 meses desde que comenzó esta pesadilla. A Miguel (novio de Raquel) ni siquiera lo llamaron a declarar. Este hombre dijo que mi mamá salió de su casa y que él la acompañó hasta la estación ferroviaria de Merlo. No pidieron las cámaras para confirmar que su versión era cierta. Luego descubrimos que en Estados Unidos fue condenado por un caso extremo de violencia de género. De todo aportamos, nosotras solas, averiguando por nuestra cuenta. Pero no hicieron nada. Y el tipo está libre, completamente impune”, dijo la joven.
En el estudio elaborado por la Protex, se define que los datos reportados desde las provincias están viciados de desidia institucional, con métodos de registros sobre desapariciones repletos de irregularidades y falencias. Esta situación está lejos de mejorar.
“Hace poco, mi hermana abrió una cuenta de Facebook nueva. Una de las primeras solicitudes de amistad que tuvo fue desde el perfil de mi mamá desaparecida. Quedamos en shock. Porque pensamos que alguien puede estar obligándola a que no hable con nosotras. No sabemos. Lo mismo cuando llamamos cada tanto a su celular, y está activo, entonces alguien paga el abono. Pero a la Justicia todo esto no le importa. Es un horror permanente”, cerró Micaela.
Un dolor que se escribe a diario
María López es la madre de Ailén, una joven que “desapareció” el 14 de febrero de 2013, cuanto tenía 17 años. Todos los días, la madre escribe unas palabras dirigidas hacia su hija, desde el perfil de Facebook de la muchacha, que actualmente tiene 21 años.
“Yo necesito saber dónde está mi hija, saber si está bien, si está mal. Si no quiere estar conmigo, también. Es mi derecho como madre. La Justicia me lo niega. Dos veces por mes voy a la Fiscalía 9 de Lomas de Zamora, para averiguar si tienen algún avance o para llevarle yo misma datos que consigo. Ya pasé varias veces por reconocimiento de cadáveres, con resultado negativo. Es espeluznante”, dijo la mujer.
“Ailén era una chica con sueños, proyectos. Quería ser profesora de literatura. Amaba leer. Se la llevaron. Y alguien le prohíbe hablar conmigo”, dijo María.
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