martes, 5 de febrero de 2013

La intolerancia como manifestación

Por Fernando Casas, para Diario Registrado
 
¿Cómo puede un político o un medio de comunicación justificar el insulto a otro político que regresa de un viaje en el mismo transporte que la gente de a pie? Las diferencias entre los insultos que recibieron el vicepresidente Amado Boudou en un acto en Santa Fe, y el vice de economía, Axel Kicillof, en el buquebús.
 
Escenas como las de la pasada manifestación opositora del 8N debió padecer el viceministro de Economía, Axel Kicillof, cuando regresaba desde Uruguay con su esposa y sus dos hijos.
 
En el buquebús que lo regresaba de Colonia, Kicillof recibió insultos y cánticos ofensivos durante más de 20 minutos. Su esposa solicitó más respeto cuando vio que sus hijos de 2 y 4 años comenzaron a llorar. A tal punto que debió ser escoltado hasta la cabina del capitán tras aceptar ubicarse con su familia en una zona más tranquila hasta el final del viaje.
 
Hay una sensación de que el insulto y la agresión -no llamemos escrache, esos eran más creativos y hasta más respetuosos-, es hacer patria.
 
Sin dudas esa manera de reclamo y odio lo alimentan los grandes medios de comunicación. La demonización de los funcionarios de este gobierno, con Cristina a la cabeza, de parte de Clarín, La Nazión, Perfil y la revista Noticias, es notable y será digna de análisis histórico en consonancia con la militancia de cierta prensa mundial contra líderes que se muestran en contra de los grandes intereses.
 
La revista Noticias había sacado en su último número una nota con una foto de una casa del viceministro en Uruguay. Pero en la foto que acompaña la nota se ve una humilde morada. Sin contar aquella publicación en la que señalaba a Kicillof como "judío y marxista".
 
Los que en el buquebus le gritaban a Kicillof “chorro” o pedían “que se baje” -¿en medio del río señora???-, manejan esos códigos. Habría que preguntarse aprendidos de dónde, de qué familias, con qué valores.
 
El gobernador de Córdoba, José Manuel de la Chota, culpó al gobierno de esos ataques. Justificó Don José: "Si uno agrede, en vez de aceptar cuando hay una crítica el Gobierno responde con mayor virulencia, se está fomentando un clima que cada vez es más intolerante".
 
En tanto, Daniel Scioli, gobernador de Buenos Aires advirtió que "no puede pasar que la gente se empiece a enojar con la política".
 
¿Cómo señor gobernador? Es la historia del hombre: putear contra quién manda ¡Sucede en cualquier parada de ómnibus o bar o club o panadería de cualquier barrio, pueblo o ciudad del territorio que gobierna!
 
De ese enojo y de su posterior organización entre los “enojados” surgieron las grandes manifestaciones locales, nacionales y hasta mundiales.
 
Lo que no debiera suceder, en todo caso, es que la gente se exprese así, con insultos vacíos contra un político que viaja en el mismo transporte que uno. Y otra vez la pregunta: ¿de dónde y de quién se aprende que eso es lo correcto, lo más patriótico y justo que se puede hacer por la dignidad humana?
 
Otra cuestión fue el abucheo que por unos instantes debió tolerar el vicepresidente de la Nación, Amado Boudou en el acto durante la celebración de los 200 años de la batalla de San Lorenzo y el reconocimiento al Capitán Bermúdez.
 
Que un político se enoje o indigne por recibir silbidos en un acto es como que un futbolista se ofenda porque lo chifla la tribuna rival.
 
Porque Boudou tomaba la palabra en tierra santafesina, con el gobernador local a su lado, corría un riesgo. Un político aprende eso ya la primera vez que toma el micrófono en una asamblea universitaria.
 
Incluso para defenderse no es lo mismo. El palco protege al político, el micrófono lo escuda -Boudou acusó de fascistas a quienes no lo dejaba hablar-, y de última, la seguridad te salva.
 
Aunque hay un código entre políticos y militantes opositores en el que no debiera pasar del insulto manifestarse contra quien habla. A lo sumo puede volar algo hacia el escenario.
 
En cambio Kicillof estuvo junto a su familia a merced de enardecidos turistas de clase media alta que viajaban -¡como él!- de regreso de un paseo por Colonia.
 
NdR: la deformación del apellido del gobernador cordobés, es responsabilidad de la redacción de Currín On Line y no del autor de la nota.

No hay comentarios:

Publicar un comentario