sábado, 28 de enero de 2017

Molesto con Macri y con Marcos Peña Braun Menéndez, Lousteau ya piensa en volver y competir

EL EMBAJADOR ARGENTINO ANTE LOS ESTADOS UNIDOS CREE QUE HOY “NO TIENE MÁS ALTERNATIVA” QUE ENFRENTAR AL PRO EN LAS ELECCIONES PORTEÑAS.

La frustración es evidente. Martín Lousteau no puede creer que Mugrizio Macri no se ponga por encima de la pelea porteña y lo habilite a disputar la candidatura a diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires en una primaria de la alianza de derecha Cambiemos, que en definitiva terminaría ampliando su volumen electoral en el distrito.

“Está pasando lo mismo que las últimas dos veces”, se lamenta el sorete desde Washington. Los recuerdos son amargos. Cuando dio su primer paso en la política electoral, también negoció con el PRO, hasta que Marcos Peña Braun Menéndez le soltó una frase que sólo le dejó margen para la ruptura: “Vos al Pro no le sumás un voto”. La tiene grabada a fuego.

Esa vez terminó cerrando una lianza con la desquiciada Elisa Carrió y con el cineasta "Pino" Solas en Unen y le dio un buen susto al PRO, desplazando al kirchnerismo del segundo lugar y quedando apenas a dos puntos del macrismo (32% a 34%).

Dos años después la situación se repitió: Esta vez el propio Macri, en una reunión realizada en su casa, le dijo a Lousteau: “Martín no te conviene ser candidato, no medís”. La historia es conocida, Horacio Rodríguez Larrata terminó transpirando en un ballotage que ganó por un punto y medio.

Ahora, otros dos años después, la historia se repite. “No medís más de veinte puntos”, lo maltratan desde la Presidencia. Pero cerca de Lousteau dan vuelta la chicana: “Okey, 20 puntos son seis legisladores y tres diputados nacionales”. Esa es la base de una eventual negociación. El pedido, obvio, es imposible de procesar para el PRO por sus propios equilibrios internos, pero sobre todo por un tema estratégica: Ese número dejaría a Lousteau con un bloque de 10 legisladores. Demasiado para un socio-rival que tiene como norte, gobernar la Capital Federal.

Los fantasmas que agita el PRO para hacerlo desistir: las eventuales candidaturas de Alfonso Prat Gay o Lilita Carrió, no lo asustan. El economista es en ese sentido una rara avis en la política argentina: No tiene problemas en enfrentar internas o elecciones generales y perder. De hecho, ya enfrentó a Carrió en aquella primaria de Unen.

“Pareciera que no están quedando muchas alternativas a competir”, suele repetir el embajador. Contra lo que se dice, la presión para su regreso no es doméstica. Su mujer, la actriz Carla Peterson, logró acomodar su carrera: No filma tiras, pero si películas. En febrero regresa a Buenos Aires a filmar la próxima. Y se sabe que Washington tiene ventajas para una pareja con niños chicos: Escuelas públicas de excelencia, mucho verde, seguridad y un ritmo amable.

Lo que acaso sí influye es el nuevo clima político: Ya no se trata de codearse con el progresismo cool de los Obama. “Aunque no sea candidato tiene que volverse, ahora la relación es con un gobierno que quiere construir muros y justifica la tortura”, explicó a LPO un dirigente interesado en el proyecto político que lidera el embajador.

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