viernes, 10 de julio de 2015

Cientos de miles de personas participaron de la misa del Papa en Santa Cruz de la Sierra

Francisco exhortó a los fieles a “no cerrarse a los más pobres” con el argumento de que “no nos cierran las cuentas”. La misa campal, encabezada por Francisco ayer en Santa Cruz de la Sierra, fue la única de su visita a Bolivia.



“Cuántas veces vivimos situaciones que pretenden anestesiarnos la memoria y así se van perdiendo los motivos de alegría y comienza a ganarnos una tristeza que nos vuelve individualistas, que nos hace perder la memoria de pueblo elegido, y esa pérdida nos disgrega, hace que nos cerremos a los más pobres”, dijo Francisco durante la homilía de la misa celebrada en la Plaza del Cristo Redentor.

“Frente a tantas situaciones de hambre en el mundo, no podemos decir: ‘no nos dan los números, no nos cierran las cuentas’”, porque “en un corazón desesperado es muy fácil que gane espacio la lógica que busca transformar todo en objeto de cambio, de consumo” y deja afuera, por descarte, “a todos aquellos que no producen”.

El obispo de Roma, retomando el pasaje evangélico de la multiplicación de los panes y los peces que se había leído momentos antes, afirmó que “Jesús, una vez más, vuelve a hablarnos y nos dice 'no es necesario que se vayan, denles ustedes de comer'", y más adelante reiteró que "la mirada de Cristo no acepta una lógica que siempre corta el hilo por el más débil”.

La misa campal fue la primera actividad de la agenda del Papa en Santa Cruz de la Sierra, a donde arribó a las 22.30 del miércoles proveniente del aeropuerto de El Alto y tras realizar una visita de cuatro horas a La Paz.

El altar de 40 metros de largo y 14 de ancho, instalado a los pies del monumento del Cristo Redentor, fue construido especialmente para la ocasión y evoca la arquitectura de los templos de las misiones jesuíticas establecidas durante los siglos XVII y XVIII en la zona de la Chiquitanía, la extensa llanura ubicada en el sudeste de Bolivia de la cual forma parte Santa Cruz de la Sierra.


De la celebración, que duró dos horas y media, participaron 700 sacerdotes, 40 obispos y 2.500 laicos: estos últimos fueron los encargados de entregar las 750.000 hostias consagradas en el momento de la comunión.

Entre las 15.000 sillas dispuestas en un área preferencial circundante, 30 fueron ocupadas por representantes del cuerpo consular argentino, y 25 por residentes argentinos que llegaron vestidos con camisetas y banderas albicelestes.

Antes de la misa, el Papa realizó un recorrido de 11 cuadras a bordo del papamóvil por los alrededores de la Plaza, trayecto a lo largo del cual fue vivado por miles de fieles que llevaban horas aguardándolo y agitaban pañuelos a su paso.

Ubicada a 875 kilómetros de La Paz y a unos 400 metros sobre el nivel del mar, la ciudad de Santa Cruz -la más poblada del país- lucía desde el miércoles totalmente trastocada por la visita papal con decenas de calles cerradas y 7.000 policías garantizando la seguridad.

El pontífice llegó el miércoles por la noche a Santa Cruz y tuvo su primer contacto con las multitudes al atravesar el “Cambódromo”, un amplio espacio verde donde miles de personas se agolparon para darle la bienvenida.

Luego de la misa de ayer, Francisco mantuvo a primera hora de la tarde un encuentro con sacerdotes, religiosas, religiosos y seminaristas en el Coliseo Don Bosco, y a partir de las 17.30 participó, junto al presidente Evo Morales, del cierre del II Encuentro Mundial de Movimientos Populares en el centro de exposiciones Expocruz.

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