viernes, 10 de junio de 2011

Luis Majul no festejó el día del periodista

Ayer, en su columna de La Nazión acusó al gobierno de imponer "un falso discurso" y "hostigar” al periodismo. "Los medios oficiales y paraoficiales deben repetir que Kirchner se inmoló por la patria", escribió.

Hubo claramente dos visiones opuestas que protagonizaron los festejos por el día del periodista. Una que literalmente festejó la pluralidad, la aparición de nuevos medios, las diferentes voces. Que cree que Clarín, TN y La Nazión no tienen que desaparecer como ellos mismos habían vaticinado pero que celebran la creación de medios que los contradigan, que tengan otro discurso. Periodistas que festejaron la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y el fin de un monopolio que ya no tenía barreras legales ni judiciales.

Y hubo otra visión: la del autoproclamado "periodismo independiente". En este sector no se festejó porque creen que no había nada que celebrar. Desde micrófonos, cámaras y publicaciones aprovecharon el momento para denostar al gobierno, acusar a los "periodistas militantes" y mandar a reflexionar a la población. Esta visión fue reflejada, como no podía ser de otra manera por el imbécil de Luis Majul.

Ayer, al comienzo de su columna "Somos periodistas, queremos informar", sostiene: "Editores y colegas me propusieron anteayer salir a festejar el Día del Periodista. Se los agradecí, pero les pedí que lo dejáramos para otra oportunidad. No me pareció el día apropiado".

"La profesión está atravesada por el falso discurso que viene imponiendo el Gobierno sobre el rol de los medios y bajo una gestión que se autodenomina nacional y popular. El mayor exponente de esta mirada maniquea es Carlos Zannini, el hombre con más poder después de la presidenta de la Nación", explicó mas adelante.

"Según él, la prensa busca condicionar la política. De acuerdo con su perspectiva y por extensión, todos los medios son malvados, corporativos y golpistas", escribió y continuó: "Se trata de una gran coartada. Una gran excusa para ejercer el poder sin controles ni auditorías. Sin un contrapeso mínimo para repartir el dinero del Estado como mejor les parezca. Bajo ese presupuesto se justifica todo".

Luego al periodismo que no está en las antípodas del gobierno despreciativamente lo llama "alcahuetes": "Pero no se trata solamente del dinero oficial utilizado como propio. También hay protección y primicias para los más alcahuetes, persecución a través de organismos públicos como la AFIP y nula información para quienes hacen preguntas molestas".

Más adelante usa un recurso muy empleado por los medios opositores en estas últimas semanas, nombrar como dé lugar el Caso Schoklender: "Aunque parezcan cosas distintas, los escándalos que involucran a Sergio Schoklender y Hugo Moyano son hijos naturales de esta política perversa de prebendas y hostigamiento".

"El hostigamiento a los periodistas y a los medios destituyentes es imprescindible para contar la historia oficial que les permita perpetuarse en el poder. Los periodistas militantes están obligados a repetir que Néstor Kirchner tenía un compromiso con la lucha por los derechos humanos desde fines de la dictadura. Y que sacó a la Argentina del infierno para llevarla al mejor momento de toda la historia", escribe el pelotudo.

Y finalizó: "Los periodistas y medios oficiales y paraoficiales deben repetir que Kirchner se inmoló por la patria, y las calles, las plazas, las avenidas y el Fútbol para Todos deben dar cuenta de esa verdad irrefutable. Los pensadores e intelectuales obedientes han instalado el concepto de denuncismo, como si los periodistas profesionales estuviéramos cometiendo un pecado al develar actos de corrupción gubernamental".

Es claro que el estúpido de Majul prefiere el status quo previo a la nueva ley, donde había una voz única desde los mal llamados "medios independientes", donde no se cuestionaba a periodistas que fueron cómplices de la última dictadura, donde no había pluralidad de voces, y personajes como Héctor Magnetto, CEO de Clarín, creía que con cinco tapas destituía a un presidente y se sentaba con ellos a armarle la agenda. Situaciones que comenzaron a cambiar y algunos no quieren ver.

No se puede negar que Majul hace lo imposible por conformar al público. En la calle, los ciclistas le gritan "¡¡¡estúpido!!!" y el se esfuerza día a día por darles la razón.

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