lunes, 7 de mayo de 2012

A pesar de la crisis internacional, el sector industrial sigue creciendo

Aunque hubo una leve desaceleración en los últimos meses, la expansión de la producción sigue siendo eje de la política económica. Para ello, el gobierno supervisa la evolución sector por sector y aspira a nuevos mercados, entre otras claves.

El pedido de mayor competitividad que realizara Cristina Fernández en su discurso de marzo en la Asamblea Legislativa resuena como uno de los grandes desafíos económicos de su segunda gestión. En ese sentido, la industria cumple un rol fundamental, acaso excluyente.

Años de desindustrialización en el país refuerzan el contraste con lo que ha sido la expansión manufacturera desde 2003. Sin embargo, la evolución de la industria en los últimos meses revela cierta desaceleración. El Estimador Mensual Industrial (EMI) elaborado por el Indec refleja dos meses seguidos (enero y febrero) de retracción en la medición “desestacionalizada”. En febrero la industria cayó un 0,8%, lo que representó el primer descenso interanual en 28 meses. En relación a enero, ese retroceso fue del 1,4 por ciento.

El gobierno, por eso, viene desplegando algunas iniciativas para apuntalar al sector. Así es cómo se están administrando las compras al exterior con el doble objetivo de recuperar parte del superávit comercial perdido en el año 2011 e intentando preservar a industrias locales que requieren de regulación estatal para poder desarrollarse y aspirar a esa mayor competitividad. En un contexto mundial que induce a la reprimarización económica, con la soja a su más elevada cotización en años, el desafío es entonces agregar valor a la producción para que el crecimiento registrado en estos años se transforme en un desarrollo de bases sólidas e imposible de revertir.

“No se puede encontrar una única causa a la menor expansión industrial sin estudiar detenidamente todos los sectores, que están cruzados por múltiples variables”, afirma Andrés Asiain, economista de la Cátedra Nacional de Economía Arturo Jauretche e investigador del CONICET. Sin embargo, cree que el sector automotriz es determinante para explicar parte de esta tendencia. “La ponderación de la industria automotriz en el EMI data de los años ’80, y como tiene muy bajo nivel de integración local y la Argentina está en un proceso sustitutivo, sus rendimientos son muy fluctuantes e inciden directamente en todo el sector industrial. La menor demanda desde Brasil afecta al complejo en su conjunto, en la medida en que más de un 70% de lo que se produce en la Argentina se destina a ese país”, asegura Asiain.

Las últimas estadísticas de la Asociación de Fabricantes de Automotores (ADEFA) así lo demuestran: en marzo se exportaron 29.067 vehículos, un 25,5% por debajo del mismo mes del año anterior. La actualidad del sector, en abierta recuperación por el incentivo al consumo y el persistente mejoramiento de los salarios, es seguida de cerca por el gobierno. Empresarios del segmento autopartista coinciden en que este año el déficit intrasectorial estará rondará los U$S 9000 millones, cuando en 2010 no alcanzaba los U$S 7000 millones.

La sangría de divisas que supone la baja integración de autopartes locales en la producción, que no llega al 30%, ha llevado a que la ministra Débora Giorgi comprometa a los representantes de las automotrices a informar su estructura de costos para asignar piezas a sus vehículos. También les pidió a las firmas ampliar y diversificar mercados, para no depender tanto del brasileño en momentos donde ese país está registrando una menor actividad económica.

El monitoreo sector por sector, por lo tanto, aparece como una de las iniciativas para controlar el rendimiento de los principales rubros industriales. Así, desde Industria se viene conversando con empresas mineras, a las que se les ha pedido el desarrollo de proveedores locales para generar valor agregado en origen y trabajo genuino y sustentable allí donde tienen sus explotaciones.

Tanto las empresas mineras, como las automotrices, maquinaria agrícola y electrónica, tienen previsto participar de la Mesa de Integración Nacional sectorial, con el objetivo de reunir a las grandes empresas con potenciales proveedores locales de cada uno de los sectores, de partes y piezas como de bienes de capital, para aumentar la participación de la industria nacional.

Por otro lado, se está conversando con empresas líderes de cada sector para estimularlas a realizar inversiones. La semana pasada, directivos de Acindar comprometieron inversiones por U$S 30 millones, un aumento del 6% en la producción de acero, el incremento en U$S 70 millones de las exportaciones y el compromiso de sustituir compras por U$S 30 millones.

En el mismo sentido, representantes de la cadena de valor foresto-maderera ratificaron objetivos de alcanzar para el año 2020 una producción anual de U$S 26 mil millones, generar muchos más puestos de trabajo y revertir la balanza comercial, estimando un superávit de U$S 540 millones. En paralelo, se vienen realizando misiones comerciales en búsqueda de nuevos mercados para el país, o profundizar los ya existentes. Este mes están previstos viajes a Brasil y Angola en ese doble objetivo.

Con todo, el crecimiento industrial del país viene siendo política de Estado y parecen priorizarse los esfuerzos en seguir consolidándolo, aún con las fluctuaciones registradas. Desde el año 2003 más que se triplicó la cantidad de parques industriales (de 80 a 300), mientras que la cantidad de empresas radicadas en los mismos aumentó un 245%, y se estima para el año 2020 contar con más de 550 que alberguen a 15 mil pymes y 470 mil trabajadores.

La importancia económica de las pymes no solamente se verifica por la mano de obra que ocupan sino también por el aporte a las exportaciones con el que contribuyen: el año pasado, el 78% de las mismas aumentaron o mantuvieron constantes sus niveles de ventas, con una rentabilidad promedio del 12 por ciento. El empleo industrial ya suma seis trimestres consecutivos de subas interanuales, donde el último registro al tercer trimestre de 2011 marca una expansión del 3,3% respecto del mismo período de 2010 y acumula un incremento del 3,2 por ciento.

En tanto, las horas trabajadas aumentaron un 3,8%, acumulando en este caso ocho trimestres consecutivos de subas interanuales, y donde se espera entre las metas planteadas en el Plan Estretégico Industrial Argentina 2020 alcanzar la creación de 1,5 millones de nuevos empleos industriales para llevar la desocupación al 5 por ciento. En un mundo que enfrenta enormes problemas en ese sentido, donde el desempleo en la zona euro batió un récord desde la creación de la unión monetaria alcanzando un 11%, con España a la cabeza de la lista (24,1%), el ejemplo argentino demuestra que crecimiento industrial e inclusión social son procesos absolutamente complementarios y posibles si se cuenta con voluntad política.

El martes está previsto el inicio de la misión comercial a Brasil, donde un centenar de empresarios argentinos acompañarán al secretario de Comercio, Guillermo Moreno, para potenciar las ventas a ese mercado, que el último mes cayeron un 5 por ciento.

La cotización actual del real a U$S 1,90 es seguida de cerca por los funcionarios del Palacio de Hacienda, que desde febrero llega al 9 por ciento. Teniendo en cuenta la importancia del mercado brasileño para la Argentina, esta variable es particularmente sensible para asegurar la competitividad industrial nacional frente a la brasileña.

Y los datos son alentadores ante un país con el cual se venía manteniendo casi un desequilibrio comercial crónico: según un informe reciente de la consultora Abeceb.com, en abril las exportaciones igualaron a las importaciones en U$S 1350 millones, principalmente impulsado por el descenso del 23,2% de compras argentinas. Así, el comercio bilateral queda en virtual equilibrio, algo sin precedentes en al menos los últimos 34 meses.

No hay caso. Tíene razón nuestra querida amiga Yoly Sganga. Este país se va al carajo.

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