martes, 1 de febrero de 2011

Insólito: Pepe Eliaschev escribió como si fuera Cristina Kirchner

El columnista del diario Perfil escribió en primera persona su columna de hoy como si fuera Cristina Fernández de Kirchner. No hay justificación posible para semejante intento.

Pepe Eliaschev escribió en primera persona personificando a Cristina Kirchner. En la nota, la Cristina que construye el periodista, se asombra por un discurso de Obama y se burla de si misma por su manejo del inglés.

Sería gracioso si se tratara de una columna de humor, pero Eliaschev hace periodismo político, o hacía, si se tiene en cuenta esta nota:

Leemos: “Hola, soy Cristina Fernández de Kirchner y quiero aprovechar esta especial oportunidad. Tal vez el habitual columnista de este espacio haya sufrido una alucinación, de resultas de la cual se le ocurrió invitarme a disponer hoy de este lugar en PERFIL. ¿Por qué no aprovecharlo?"
Parece una broma, pero no lo es. Continúa Eliaschev: “El golpe de calor que me afectó la semana pasada me puso a pensar en muchas cosas. Ese mismo martes por la noche, descansando en Olivos, se me dio por ver por la tele el discurso del presidente Barack Obama, que ellos llaman el del estado de la Unión. Lo agarré al comienzo y no pude dejarlo hasta el final. No entiendo inglés, aunque a veces me haga la que sé, diciendo it’s too much o sorry, pero me impactó tanto que me hice traer la transcripción completa. Y quiero decirles que estoy poderosamente conmocionada”.

A Eliaschev le salió el tiro por la culata. Si intentó poner en ridículo a la presidenta, falló  y el único que salió perjudicado de semejante aventura periodística fue él.

Eliaschev hace un retorcido llamado al consenso al mismo tiempo que intenta poner en ridículo a la presidenta, lo que no hace más que volver evidente su contradicción: o agresión o consenso.

Así, y en tono con las estrategias de fuentes fantasma de Perfil, Eliaschev se lanzó a una aventura periodística que será recordada apenas como un mal chiste.

Sigue: “Es cierto que me dio mucha bronca que, una vez más, los norteamericanos nos pasen por alto y el presidente Obama venga a Brasil y Chile, salteándose nuestro país, y encima a El Salvador, pero tras mucho meditar y analizar minuciosamente sus casi 7 mil palabras, puedo admitirlo. Mi decisión de entender en vez de enojarme y comprender en lugar de retar, es algo que me sucede ahora y que no quiero ocultar. Me parece que estoy viviendo una epifanía, o una revelación. Por eso, tomo en serio esta propuesta de Pepe, de usar su espacio, justo él, que nos pega tanto, porque –la verdad– el discurso de Obama me ha dado vuelta”.

“¿Qué quieren, que oculte mi envidia cuando veía aplaudiendo a Obama al candidato presidencial republicano John McCain, al que el negro le ganó en 2008? Tal vez sea el calor, o la melancolía, o la sensación de que la vida se nos pasa rápido, pobre Néstor, pero me quedé tildada con la lección de Obama. Me hubiera gustado recibirlo en Olivos, obvio, pero creo entender que las distancias son hoy muy grandes entre nosotros. Por eso aproveché la posibilidad de hacer esta columna aquí, capaz que -en una de esas- es tiempo de cambiar. Buenos días, a todos y a todas, y saludos a Pepe”.

Parece una broma, pero no lo es. Inadmisible.

El jefe de gabinete, Aníbal Fernández, quiso pagarle al periodista con la misma moneda y escribió en su blog, en primera persona, haciéndose pasar por Pepe Eliaschev.

Allí se lee: "Hola. Soy Pepe Eliaschev y Aníbal Fernández me invitó a escribir en su blog. Y me pareció bueno aprovechar este espacio para reconocer publicamente que soy un pelotudo congénito que, entre otras cosas, se creyó lo de la amenaza de muerte de Lucas Carrasco a Leuco".

Fernández, siempre haciéndose pasar por Eliaschev, continuó escribiendo: "Si no fuera por aquel caso de censura del que fuí víctima en épocas de Alfonsín, cuando en un programa que tenía en ATC hablé sobre el tamaño del pene, no me conocerían ni los perros".

Sin embargo, justo es reconocerlo, si a Eliaschev le salió el tiro por la culata; igual o peor le fue a Aníbal Fernández. Nadie se dió cuenta que era una broma. Leyendo las cosas que escribió, los lectores asumieron que efectivamente lo había escrito Eliaschev.

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