EL LÍDER CONSERVADOR FUE INVESTIDO NUEVAMENTE COMO PRESIDENTE DE ESPAÑA, LUEGO DE DIEZ MESES DE BLOQUEO POLÍTICO.
El líder conservador de 61 años consiguió 170 votos a favor de su Partido Popular (137), el liberal Ciudadanos (32) y una diputada regionalista de Canarias, frente la abstención de 68 diputados de su histórico rival, el Partido Socialista (PSOE), que con su postura permitió que la derecha vuelva a gobernar España.

Rajoy, en el poder desde 2011, reclamó estabilidad para su futuro gobierno. "España necesita algo más que una simple investidura, necesita un gobierno que esté en condiciones de gobernar, no de ser gobernado", dijo en un discurso ante los diputados.
"No estoy dispuesto a derribar lo construido" en los cuatro años anteriores, advirtió y añadió que "se puede mejorar, sin duda, pero que nadie espere que yo contribuya a su demolición".
Pero el portavoz socialista, Antonio Hernando, avisó que no piensan "convalidar sus odiosas reformas" laborales y se dedicarán "a vigilar cada paso que dé".

Poco se esperaba Rajoy llegar a esta situación en diciembre, cuando el PP registró el peor resultado desde 1993 y la irrupción de dos nuevos partidos, Ciudadanos (centroderecha) y Podemos (izquierda), que provocaron un Congreso muy fragmentado.
En su propia formación, desgastada por la corrupción y la gestión austera de la crisis, algunos se veían sin remedio en la oposición, pero la falta de acuerdo entre PSOE, Podemos y Ciudadanos provocó una nueva convocatoria electoral en junio.
Pero el panorama se esclareció. El PP se mantuvo como primera fuerza, ganando 14 diputados más, mientras que el PSOE registró su peor resultado histórico con 85 escaños y Ciudadanos terminó apoyándolo como presidente del gobierno.
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