La investigación por la muerte de Alberto Nisman continúa bajo la carátula de “muerte dudosa”, a seis meses de que su cuerpo sin vida fuera encontrado en el baño del departamento que alquilaba en el complejo Le Parc de Puerto Madero, mientras que la justicia intenta determinar si el ex fiscal de la causa AMIA pudo haber sido coaccionado para quitarse la vida.
Los criminalistas que participan de la investigación no lograron reunir evidencia física que permita establecer que el arma de la que salió el balazo mortal fuera manipulada por una tercera persona, motivo que lleva a la fiscalía Nacional en lo Criminal 45 a no descartar que Nisman haya sido inducido a quitarse la vida, indicaron fuentes de Tribunales.
La fiscal Viviana Fein, junto a su secretario Bernardo Chirichella, intenta determinar si pudieron haber sometido la voluntad del fiscal sin tener que forcejear con el y para eso analiza, entre otras cosas, una triangulación de llamadas ocurrida tras su muerte, que involucra a uno de sus custodios, a un policía retirado y al ex espía Antonio “Jaime” Stiuso a quien Nisman buscó con insistencia antes de morir.
El ex jefe de Operaciones de la Side se habría comunicado con un policía retirado de apellido Goncalvez Pereyra, quien a su vez se comunicó con el celular de Luis Miño, uno de los custodios del fiscal que estuvo el 18 de enero en Le Parc, según surgió en un análisis realizado sobre las antenas de teléfonos celulares activadas en la zona del edificio de Puerto Madero.
A partir de allí la fiscalía encargó a la división de Fraudes Bancarios de la Policía Federal una investigación sobre el historial de esos teléfonos y sobre sus portadores, para saber quiénes los manejaban y con qué frecuencia se comunicaban.
Miño y Pereyra Goncalvez trabajarían juntos en la seguridad de una empresa para la que harían “adicionales”, según indicaron fuentes con acceso a la investigación, que además sospechan que desde hacía tiempo algunos de los custodios de Nisman podían estar en contacto con Stiuso por medio de Goncalvez.
Por la fiscalía, también deberán desfilar los ocho miembros de la prefectura que alternaban para prestar servicios en el complejo Le Parc, quienes aún no han rendido cuentas sobre su desempeño.
¿Qué mensaje pudieron haberle dado al fiscal para que se quitara la vida, si es que esa no fue una decisión personalísima? ¿Cómo pudieron haberlo sometido sin dejar huellas, sin tener que forcejear con él? Son algunas de las preguntas que en la fiscalía no han podido responder aún.
La pistola Bersa calibre 22 de la que salió la bala que perforó la cabeza de Nisman era propiedad de su asesor informático Diego Lagomarsino, un joven al que el fiscal le habilitó el acceso a una cuenta bancaria familiar que ahora está siendo investigada en otra causa por presunto lavado de dinero.
Lagomarsino le dijo a la justicia que el sábado 17 de enero, un día antes de ser encontrado muerto, el fiscal le había pedido un arma para llevar en la guantera del auto y utilizarla para asustar a quien pudiera increparlo en la vía pública por haber denunciado a la Presidenta.
Durante la mañana de aquel día, el ex titular de la UFI AMIA también se comunicó con un policía retirado amigo suyo -¿acaso para pedirle un arma?- pero el diálogo fue infructuoso dado que su interlocutor le explicó que estaba de vacaciones en Mar del Plata, según consta en el expediente.
Uno de los custodios de Nisman, Rubén Benítez, también le dijo a Fein que ese sábado el fiscal le había pedido un arma para llevar en la guantera de su auto. Benitez y Lagomarsino son los únicos que pueden atestiguar sobre esos diálogos que jamás podrán contrastarse con la narración de una contraparte.
El día previo a su muerte -ocurrida la mañana del 18 según el peritaje oficial- Nisman intentó comunicarse con el ex jefe de Operaciones de la Secretaría de Inteligencia, pero Stiuso no lo atendió. La llamada saliente del celular del fiscal al celular que tenía agendado como “Ministro” quedó registrada a las 18.25.
Quien sí lo atendió esa tarde fue el ex director general de Análisis, Alberto Massino, quien declaró ante la fiscal Fein que Nisman le pidió que lo pusiera en contacto con Stiuso, algo que finalmente -según la investigación judicial- no ocurrió, porque el ex agente nunca devolvió sus llamados. Nadie supo qué quería decirle, ni por qué lo buscaba con tanta insistencia.
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