Se trata del radical programa de recortes que el Eurogrupo impuso a Grecia. Para el organismo, debería ser complementado con un importante alivio de la deuda, que asciende a 320.000 millones de euros.
Por primera vez, el FMI se expresó de manera oficial a través de su directora-gerente, Christine Lagarde, quien consideró que el tercer rescate de Grecia acordado el pasado domingo en Bruselas no será viable sin algún alivio de la deuda.
"Absoluta y categóricamente no", respondió la número uno del FMI a la consulta que le formuló una radio francesa sobre la posibilidad de que el rescate resulte viable tal como fue aprobado en la capital europea y refrendado el pasado jueves en el Parlamento griego.
La posición de Lagarde, quien defendió la publicación de dos estudios del Fondo en su página Web en los últimos 15 días, fue reafirmada por el subdirector-gerente, David Lipton, quien dijo a Bloomberg que la extensión de los vencimientos de pagos de la deuda helena son una "aproximación práctica" para reducir el peso de las obligaciones públicas de Grecia.
En segundo trabajo publicado, el FMI recomendó una fuerte quita de la deuda griega y un período de gracia de 30 años en su pago, de manera que Grecia pueda recuperarse para poder hacer frente a una descomunal deuda que, sumada a la de sus bancos privados, se eleva a unos 600.000 millones de euros.
En un sentido similar se pronunció el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, quien dijo el jueves es "indiscutible que un alivio de la deuda es necesario", en lo que aparece también como la primera ocasión en que este responsable clave de la economía europea no duda en hacer pública su idea que, por otra parte, era un secreto a voces.
El viernes, el BCE anunció que concederá otros 900 millones de euros de la llamada Asistencia de Liquidez de Emergencia (ELA, por sus siglas en inglés) a los bancos griegos a lo largo de la próxima semana, elevándola así a 89.500 millones de euros.
Esto significa un importante desahogo para la paralizada economía griega, ya que permitirá que los bancos del país reabran sus puertas a partir del lunes próximo tras tres semanas de "corralito" y feriado bancario, lo que limita a 60 euros diarios el retiro de dinero de los cajeros automáticos.
La cuestión de cómo reestructurar la deuda helena está ganando incluso a los más altos cargos de la Unión Europea (UE), como lo mostró ayer en Bruselas la declaración del vicepresidente a cargo de Asuntos de la Eurozona, Valdis Dombrovskis, quien señaló que "la cuestión de la sustentabilidad de esta deuda va a ser parte de las negociaciones".
De esta manera, la oposición de Alemania y de sus aliados más estrechos, entre los que se cuentan Holanda, Finlandia, España y Portugal, a una nueva renegociación de la deuda de Grecia, empieza a ser contestada no sólo por el Fondo y Estados Unidos sino también por otros actores clave de la región que temen que la crisis helena arrastre a toda la Eurozona y a la UE.
El programa de ajuste, ante el cual se han postrado el primer ministro griego, Alexis Tsipras, y la amplia mayoría del Parlamento de su país, implica el fuerte aumento del IVA; mayores impuestos a los jubilados para la Seguridad Social; recortes de los derechos del sector pasivo y la privatización de puertos, aeropuertos y de la compañía de electricidad.
Pero este paquete de austeridad a rajatabla, el mismo que había sido rechazado por Tsipras en Bruselas hace tres semanas y por el pueblo griego en el referéndum del 5 de julio, fue aumentado por los socios-acreedores de Grecia al establecer la formación de un fondo creado con la venta del patrimonio estatal como garantía del pago de la deuda pública.
Ahora Tsipras intenta sostenerse en el gobierno con el apoyo parlamentario de la oposición que votó "sí" en el referéndum, al tiempo que ayer despidió a los ministros de su partido, Syriza, que votaron en contra del ajuste en el Parlamento el pasado miércoles.
Pero tanto dentro como fuera de Grecia, las posibilidades de que el actual gobierno del primer ministro pueda llevar adelante este programa, antipopular y del cual él mismo ha declarado que no comparte ya que le ha sido impuesto por los acreedores, son escasas. Al menos, sin significativos choques sociales y políticos internos.
Desde este punto de vista, el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schauble, sigue alentando una salida de Grecia de la Eurozona, pero no por medio de una suspensión o expulsión por parte del Eurogrupo, sino a través de la incapacidad de Tsipras para evitar un desastre mayor si aplica el programa.
La orientación de Schauble coincide con el FMI en una renegociación de la deuda. Pero mientras el ministro germano la plantea una vez que Grecia quede fuera del euro que, a su juicio, sería la forma de evitar una crisis mayor en Europa, para el Fondo y el resto de dirigentes europeos esa reestructuración de los pagos debería complementar el ajuste.
Al igual que en el caso de Argentina en 2001, el Fondo cree que la deuda es impagable y que esto debe ser reconocido para permitir una salida a la bomba de tiempo que es Grecia para sí misma y, sobre todo, para el resto de Europa.
Pero al igual que en el caso argentino, los acreedores son los que no quieren aceptar una quita de la deuda, que era el planteo del FMI hasta hace pocas semanas, y sólo a regañadientes, como lo hace Schauble, estarían dispuestos a discutir un alargamiento de los plazos de pago.
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