domingo, 3 de mayo de 2015

¿Y si le empezamos a hablar a los que les tenemos que hablar?

Editorial - Por Alberto Carlos Bustos, director y editor responsable de Currín

¿Puede ser que el kirchnerismo se esté equivocando en la elección de aquellos a quienes debe dirigir su mensaje?



Una de las primeras cosas que me enseño, allá por 1982, quien fuera mi jefe durante muchos años, es que los elogios se hacen en público y las críticas en privado. Fue algo que aprendí siendo un pibe y que jamás olvidé.

Es por eso que ustedes solamente ven mis publicaciones buenas o favorables cuando del kirchnerismo se trata. Las críticas, que también las tengo y no son pocas, las hago cuando hablo en privado con mis amigos o con aquellos que son “del palo”.

Pero, sabido es, casi todas las reglas tienen la excepción que las confirma y ésta será una de ellas, porque esta vez tengo una crítica y la voy a hacer pública, por entender que se está a tiempo de cambiar algunas cuestiones.

Desde hace un par de años vengo sosteniendo que el kirchnerismo está cometiendo el error de hablarle al kirchnerismo. Hay tres “franjas” fácilmente identificables en nuestra sociedad: los kirchneristas, los antikirchneristas y los que no son ni una cosa ni la otra. A dos ellas el kirchnerismo no tiene que hablarles más. La gran mayoría de los que estamos en esta vereda, si Cristina dice que el candidato es Piñón Fijo, vamos a votar a Piñón Fijo. Y los que están en la otra vereda, no van a votar al kirchnerismo, así el candidato sea el Papa Francisco o la reencarnación de la Madre Teresa de Calcuta.

El kirchnerismo debe interpelar a esa tercera franja, la que está en el medio, que es donde se concentra la mayor parte de ese 25 o 30% de los votos que se perdieron del 2011 hasta hoy y que está integrada, mayormente, por ese tipo despolitizado, desideologizado, al que le chupan un huevo Clarín, Magnetto, Papel Prensa, los fondos buitre, la política de Derechos Humanos, la Asignación Universal por Hijo, Nisman, Moldes, Lanata y Víctor Hugo. Ese tipo al que solamente le interesan las cuatro paredes de su casa, tener laburo, poder cambiar el auto cada 4 o 5 años e irse 15 días de vacaciones en verano a Las Toninas. Ese tipo que en el 2011 estaba dentro del 54% que votó a Cristina y que después se dio vuelta como un panqueque porque se le complicó comprar dólares para amarrocar abajo del colchón.

Pero tengo la sensación que desde hace tiempo que el kirchnerismo, en sus actos, le habla al kirchnerismo y, con las críticas, al antikirchnerismo.

Y no estoy diciendo que haya que cambiar el discurso, las convicciones, la ideología o el proyecto para conquistar votos. Siempre recuerdo las palabras de Raúl Alfonsín cuando decía que si la sociedad se derechiza, la UCR debía prepararse para perder elecciones pero nunca para hacerse conservadora.

Digo que hay que hablarles, apuntarles a ellos, a los de “la franja del medio” que, además, le escapan al quilombo porque se comieron el caramelo de la grieta, la división, la confrontación y la mar en coche.

Y entonces, hay que afinar la puntería a la hora de elegir candidatos. Yo, como la mayoría de los que me están leyendo, a un tipo como Aníbal Fernández, lo votaría dos veces. Hago la fila, lo voto, salgo, me consigo un DNI trucho, vuelvo a hacer la fila y lo vuelvo a votar. ¡Pero eso lo haríamos nosotros! Para el que no es kirchnerista, Aníbal resulta, en general, un personaje no digerible.

Lo banco a morir a Mariano Recalde. Pero… ¿Era uno de los máximos referentes de La Cámpora el candidato ideal para un distrito como la Ciudad de Buenos Aires, tan esquivo al peronismo en general y al kirchnerismo en particular?

Para los que no son del palo, La Cámpora es una de las cosas que molesta y poner de candidato en Buenos Aires a Mariano Recalde, es casi como provocar a esa tercera franja a la que hay que seducir. ¿No hubiera sido mejor un candidato con un perfil como el de Taiana? Hablo de perfil, no de Taiana en sí mismo, porque él se autopostula como precandidato a presidente. Filmus, que se cansó de perder contra Macri, sacó más votos e incluso llegó al 40% en la segunda vuelta; una segunda vuelta a la que ahora, para poder entrar, dependemos casi de un milagro.

Salvando las distancias, lo que planteo, en definitiva, es la misma lógica que en su momento utilizó Néstor. En medio de la novela que se generó cuando Redrado, por entonces presidente del Banco Central, se había “sentado sobre las reservas” y no quería saber nada con usarlas para pagar deuda externa, Orlando Barone le cuestionó a Néstor que a Redrado lo había confirmado él en el cargo. Y Néstor le dijo: “Orlando, me gustara o no me gustara, yo en ese momento tenía que negociar con el establishment… ¿Qué querías? ¿Qué lo pusiera al flaco Kunkel como presidente del Banco Central?".

No se… Qué se yo… Me parece.

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