Editorial - Por Alberto Carlos Bustos, director y editor responsable de Currín
¿Puede ser que el kirchnerismo se esté equivocando en la elección de aquellos a quienes debe dirigir su mensaje?
Es por eso que ustedes
solamente ven mis publicaciones buenas o favorables cuando del kirchnerismo se
trata. Las críticas, que también las tengo y no son pocas, las hago cuando
hablo en privado con mis amigos o con aquellos que son “del palo”.
Pero, sabido es, casi todas
las reglas tienen la excepción que las confirma y ésta será una de ellas,
porque esta vez tengo una crítica y la voy a hacer pública, por entender que se
está a tiempo de cambiar algunas cuestiones.
Desde hace un par de años
vengo sosteniendo que el kirchnerismo está cometiendo el error de hablarle al
kirchnerismo. Hay tres “franjas” fácilmente identificables en nuestra sociedad:
los kirchneristas, los antikirchneristas y los que no son ni una cosa ni la
otra. A dos ellas el kirchnerismo no tiene que hablarles más. La gran mayoría
de los que estamos en esta vereda, si Cristina dice que el candidato es Piñón
Fijo, vamos a votar a Piñón Fijo. Y los que están en la otra vereda, no van a
votar al kirchnerismo, así el candidato sea el Papa Francisco o la
reencarnación de la Madre Teresa de Calcuta.
El kirchnerismo debe
interpelar a esa tercera franja, la que está en el medio, que es donde se
concentra la mayor parte de ese 25 o 30% de los votos que se perdieron del 2011
hasta hoy y que está integrada, mayormente, por ese tipo despolitizado,
desideologizado, al que le chupan un huevo Clarín, Magnetto, Papel Prensa, los
fondos buitre, la política de Derechos Humanos, la Asignación Universal por
Hijo, Nisman, Moldes, Lanata y Víctor Hugo. Ese tipo al que solamente le
interesan las cuatro paredes de su casa, tener laburo, poder cambiar el auto
cada 4 o 5 años e irse 15 días de vacaciones en verano a Las Toninas. Ese tipo
que en el 2011 estaba dentro del 54% que votó a Cristina y que después se dio vuelta
como un panqueque porque se le complicó comprar dólares para amarrocar abajo
del colchón.
Pero tengo la sensación que
desde hace tiempo que el kirchnerismo, en sus actos, le habla al kirchnerismo
y, con las críticas, al antikirchnerismo.
Y no estoy diciendo que
haya que cambiar el discurso, las convicciones, la ideología o el proyecto para
conquistar votos. Siempre recuerdo las palabras de Raúl Alfonsín cuando decía
que si la sociedad se derechiza, la UCR debía prepararse para perder elecciones
pero nunca para hacerse conservadora.
Digo que hay que hablarles,
apuntarles a ellos, a los de “la franja del medio” que, además, le escapan al
quilombo porque se comieron el caramelo de la grieta, la división, la
confrontación y la mar en coche.
Y entonces, hay que afinar la
puntería a la hora de elegir candidatos. Yo, como la mayoría de los que me
están leyendo, a un tipo como Aníbal Fernández, lo votaría dos veces. Hago la
fila, lo voto, salgo, me consigo un DNI trucho, vuelvo a hacer la fila y lo
vuelvo a votar. ¡Pero eso lo haríamos nosotros! Para el que no es kirchnerista,
Aníbal resulta, en general, un personaje no digerible.
Lo banco a morir a
Mariano Recalde. Pero… ¿Era uno de los máximos referentes de La Cámpora el
candidato ideal para un distrito como la Ciudad de Buenos Aires, tan esquivo al
peronismo en general y al kirchnerismo en particular?
Para los que no son del
palo, La Cámpora es una de las cosas que molesta y poner de candidato en Buenos
Aires a Mariano Recalde, es casi como provocar a esa tercera franja a la que
hay que seducir. ¿No hubiera sido mejor un candidato con un perfil como el de
Taiana? Hablo de perfil, no de Taiana en sí mismo, porque él se autopostula
como precandidato a presidente. Filmus, que se cansó de perder contra Macri,
sacó más votos e incluso llegó al 40% en la segunda vuelta; una segunda vuelta
a la que ahora, para poder entrar, dependemos casi de un milagro.
Salvando las distancias, lo
que planteo, en definitiva, es la misma lógica que en su momento utilizó
Néstor. En medio de la novela que se generó cuando Redrado, por entonces
presidente del Banco Central, se había “sentado sobre las reservas” y no quería
saber nada con usarlas para pagar deuda externa, Orlando Barone le cuestionó a
Néstor que a Redrado lo había confirmado él en el cargo. Y Néstor le dijo:
“Orlando, me gustara o no me gustara, yo en ese momento tenía que negociar con
el establishment… ¿Qué querías? ¿Qué lo pusiera al flaco Kunkel como presidente
del Banco Central?".
No se… Qué se yo… Me
parece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario