El astronauta estadounidense falleció a los 82 años luego de una intervención quirúrgica para solucionar una afección cardíaca. En 1969 se convirtió en el primer ser humano en poner un pie sobre el satélite natural de la tierra.
“Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”, fue la frase que pronunció Neil Armstrong antes de poner su pie en la luna. Era 21 de julio de 1969 y el mundo seguía la aventura por televisión. Ayer, a los 82 años, Armstrong falleció en su país natal, días después de ser operado del corazón.
Había nacido el 5 de agosto de 1930 en Wapakoneta, Ohio, y desde muy joven demostró interés por la aeronáutica. En 1949 ingresó en la Marina de Estados Unidos y permaneció en ella hasta 1952. Luego finalizó sus estudios en ingeniería y fue piloto de pruebas en la Base Edwards en California.
Su vida cambiaría en en 1962 cuand ingresó en la NASA como astronauta. El 16 de julio de 1969, Armstrong junto a sus compañeros Aldrin y Collins, iniciaron su viaje hacia la luna y regresaron victoriosos el 24 del mismo mes.
Tras aquella misión, jamás volvió al espacio aunque continuó en la NASA hasta 1971, donde se dedicó a dar clases de ingeniería hasta su retiro.
Armstrong se fue y se llevó consigo a la tumba la explicación a varios misterior como por ejemplo, por qué flameaba la bandera estadounidense si en la luna no hay viento; o por qué en varias fotos se advierten varias sombras que no aparecen en forma paralela, como si hubiera habido más de una fuente de luz; o por qué -si todos los astronautas definen al cielo como "un mar de estrellas"- en las fotos no se aprecia ni una sola.
Tenía 82 años y la humanidad lo recordará siempre como el primer hombre que pisó la luna.
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