lunes, 3 de agosto de 2015

El oscuro vínculo de Massa con una empresa de colectivos de Tigre

Por Gustavo Cirelli

Los vecinos del municipio juntaron miles de firmas para frenar que el massismo entregara la histórica línea 723 a la compañía Motsa, pero no pudieron evitarlo. La denuncia de los ex propietarios. La resignación de los pasajeros.


Cuando la vida cotidiana de los sectores medios y populares se torna un camino de obstáculos, sin dudas, la mala política es la responsable de tal pesadilla.

En el municipio de Tigre un trabajador o una trabajadora arranca su jornada haciendo malabares para mantener a salvo la salud de su núcleo familiar porque su hogar es parte de ese 83% que no cuenta con cloacas o integra ese enorme universo de vecinos sin agua potable, que convierte en odisea, el sólo hecho de tomar un mate. Esa persona deberá prever también que el trasporte público de pasajeros le robará una porción importante de su tiempo: arroja a la nada por desidia oficial, un promedio de una hora diaria, que se evapora en aguantar que el colectivo pase por esa esquina en la que el intendente virtual, con devaluadas aspiraciones a presidir la Nación, Sergio Massa, prometió hace años que levantaría “paradas inteligentes”.

Samuel Beckett reescribiría Esperando a Godot con sólo observar a distancia prudente a un par de vecinos de Tigre consumir su paciencia junto a un poste que hace las veces de parada de bus. Un tigrense promedio puede pasar por año casi una semana a la intemperie, a la espera de que un colectivo lo lleve y lo traiga de la fábrica, la escuela o la oficina. El absurdo se presenta aun más insoportable si lo que se aguarda es la llegada de un vehículo de la empresa Motsa, suerte de “pacman” que devoró en la zona norte del Conurbano a varias competidoras, entre las que se cuenta la emblemática línea 723 que pertenecía a la compañía El Recreo SRL.

Un escándalo que se grabó en la memoria de los vecinos de Don Torcuato y de cada rincón del municipio. El despojo fue tan burdo que los propios usuarios juntaron miles de firmas para que la caducidad de la histórica compañía, la controvertida licitación y la amañada (nueva) concesión quedarán en el olvido. No hubo caso. Favores son favores. La favorecida fue Motsa.

De eso se trata la política rancia. Esta historia es un ejemplo. En un bar, a metros de Puente Saavedra, un conocedor de ese sistema nervioso complejo, que incluye sociedades, empresas, sindicatos y afines en el mundo del transporte de pasajeros, aporta sus precisiones. 

Fue chofer. Hoy, ya retirado, controla el pulso de la actividad como apasionado participante del asombroso espacio en la Web llamado forotransportes.com. En poco menos de una hora, con estricta reserva de su nombre y especialmente del alias, el ex colectivero desmenuza la operación de aniquilamiento que sufrió la antigua propietaria de la línea 723, para caer sin red en manos de los omnipresentes dueños de Motsa “sindicados como muy cercanos a la conducción municipal de Tigre” como definió el diario La Nación días pasados, al analizar el prolongado conflicto de la emblemática Línea 60, de la que Micro Ómnibus Tigre SA en la actualidad es socia mayoritaria en su composición accionaria. 

La fuente menciona con un dejo de familiaridad al “Rengo” como figura central del relato, un experimentado hombre del negocio, con capacidad para desvelar a cualquiera, incluido, los sueños presidenciales de Massa y las aspiraciones del subrogante candidato tigrense Julio Zamora a permanecer por un nuevo mandato acomodado en el sillón de la intendencia de la Avenida Cazón. Otra fuente autorizada -esta con tono formal y escritorio mediante- le pone nombre y apellido al "Rengo" y cubrirá algunos baches que deja el ex chofer.

"El Rengo" es Roberto Travi, empresario del transporte de colectivos que lleva lustros y más lustros tejiendo buenas relaciones con jefes comunales para extender sus líneas como tentáculos por el Conurbano norte. Y más allá también. Lo que le permitió consolidar una posición dominante en Tigre, gracias, entre otros favores, a la generosa disposición del oficialismo comunal del Honorable Concejo Deliberante (HCD) y algún que otro oportuno decreto del Ejecutivo municipal. Por ejemplo los que días antes de las elecciones de junio de 2009 voltearon la concesión que El Recreo SRL disponía desde hacía casi cuatro décadas. Precisamente: 38 años.

La maniobra se inició un tiempo antes. Desde la Dirección General de Tránsito de la Municipalidad -donde ya revistaba el ex concejal Luis Roberto Ulpino- se había enviado al HCD un expediente mediante el cual se cuestionaba el estado del parque móvil de la empresa: “Bajo un estricto monitoreo y seguimiento he detectado, en las unidades de la línea 723, que su estado es deplorable, con falencias técnicas, mantenimiento y de seguridad e higiene"

Lapidario. Sorpresivo. Pero sobre todo, dudoso: el área que cargaba ahora contra la concesionaria era la misma que cada cuatro meses aprobaba sin objeciones la verificación técnica vehicular de la flota de micros, en una inspección del estado general de las unidades como lo imponían las disposiciones municipales. ¿Qué había cambiado? El hecho que precipitó el cambio de parecer no sucedió a la vista de testigos.

El paso siguiente caía de maduro: el HCD llamó a una nueva licitación. El vértice de esta historia aún disfruta de los despachos de la Dirección General de Tránsito. Así se montó el próximo acto que concluyó al comenzar junio de 2009 con El Recreo SRL fuera de escena y los administradores de Motsa brindado con funcionarios municipales. Atrás quedaban aquellos 38 años de trabajo con varias familias a cuesta, aplastados por dos decretos, el 861 y el 864, del 3 de junio de 2009. El moño de la operación.

Los asesores legales de El Recreo intentaron impugnar la licitación por “no haber igualdad de condiciones para los oferentes”. Fue en vano. El desenlace ya había sido escrito. La mala política se alimenta de la retribución oportuna de favores. El Decreto 861 fue un mero eufemismo: anuló la impugnación solicitada. Motsa tenía el camino liberado a pesar, incluso, de las 7000 firmas de usuarios y vecinos que expresaron su indignación, primero, ante el despojo, y luego, frente al inmediato deterioro del servicio de la 723, como la llaman en la zona.

Desde El Recreo SRL denunciaron que todo se trató del “compromiso de campaña política, sin lugar a dudas que tiene el intendente virtual con esa empresa. Sino no hay otra explicación”. Una probabilidad que aún hoy sostienen.

El intendente virtual de entonces -como lo calificaron los ex dueños de la 723- es el mismo intendente virtual de hoy y el que quiere seguir orquestando el poder local después de diciembre de 2015.

Cuando se urdía toda esta maniobra, seis años atrás, Massa lucía el traje de jefe de Gabinete de la Nación luego de haber abandonado la jefatura municipal en manos de Zamora. Por entonces, el actual precandidato presidencial del Frente Rejuntador acompañó a Néstor Kirchner en la lista a Diputados en las elecciones de medio término del primer mandato de Cristina en 2009. La postulación de Massa, como la del gobernador Daniel Scioli y la del propio Kirchner (que sí asumiría su banca, cargo que ocupó hasta su muerte en octubre de 2010) se conoció públicamente como “candidaturas testimoniales”. 

Cuando se abrieron las urnas en Tigre quedó desnudo el concepto massista de lealtad: en su distrito le dio la espalda a Kirchner; la maniobra que impulsó el corte de boletas fue tan evidente que el enojo del patagónico hizo temblar a Massa en el hotel céntrico, búnker donde el ex presidente reconocería públicamente minutos más tarde la derrota ante Francisco de Narváez. Poco después, Massa saldría eyectado de la Casa Rosada. Volvió al refugió municipal y se dedicó a profundizar las técnicas del maquillaje político en ese paraíso de la desigualdad que es la “Miami argentina” con sus palmeras subtropicales y sus barrios de lujo. También siguió coordinando con Motsa más emprendimientos de trasporte que Massa con dialéctica inflamable presentó como conquistas sociales. Así sumó concesión para Travi y sus socios: Roberto Ferreira, Hernán Palacios, Ricardo Cotardi, entre otros. Como cuando posó sonriente al volante de la flamante línea 722, un servicio diferencial que inauguró en octubre de 2012.

Ahora se sabe qué hay detrás de una foto. El boleto ya está picado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario