Por Adrián Murano para revista Veinterés
Su editorial lleva años con balances en rojo y conflictos laborales por ajuste y despidos. Pero acaba de presentar una propuesta para comprar siete señales de tv. El rol de una discreta sociedad uruguaya, millones offshore y la hipótesis de un acuerdo encubierto.
Jorge Alberto Fontevecchia es un formidable creador de ilusiones. Zar del sensacionalismo local, forjó Editorial Perfil explorando los límites del periodismo y del buen gusto, pero sus trucos de alto impacto ya no alcanzan para protegerlo de lo que vendrá. Su imperio de papel es frágil frente a la tormenta 2.0 que arrasa al mercado editorial. Es tiempo, entonces, de probar con nuevos trucos.
La última ilusión de Fontevecchia es pretender que tiene intenciones serias de comprar una de las unidades de negocios en las que se desmembrará el Grupo Clarín. El pasado 30 de mayo, el Grupo Perfil envió una carta de intención al multimedios, con copia a la Autoridad Federal de Aplicación (AFSCA) y a la Comisión Nacional de Valores (CNV), en donde expresa su interés por adquirir la Unidad 4, que comprende siete señales de televisión: Volver, Canal Rural, Canal 13 Satelital, Magazine, Quiero Música en mi Idioma, TyC Sports y TyC Max.
“Editorial Perfil S.A. y sus empresas vinculadas ostentan una trayectoria de varias décadas en los medios de comunicación, tanto en el país como en el exterior. Es nuestra vocación continuar en la actividad y expandirla a los nuevos medios audiovisuales”, se señala en la nota, donde se le solicita además a Clarín “información respecto de los antecedentes de titularidad y explotación empresaria de las señales involucradas” para definir “los términos económicos de la propuesta”. Aunque no se menciona cifra alguna, se descarta que la oferta debería ser varias veces millonaria: la unidad que pretende Perfil es la más atractiva de las que quedan disponibles, luego de que Clarín hiciera pública su intención de repartir las dos primeras unidades entre sus actuales accionistas y que un fondo de inversión estadounidense difundiera su interés por la tercera fracción.
Los primeros en reaccionar frente a la novedad fueron los propios trabajadores de Perfil, víctimas frecuentes de la política de ajuste crónico que caracteriza a la editorial. “Mientras alega problemas financieros para justificar todo tipo de recortes y atropellos sobre los derechos de los trabajadores, y mientras profundiza su política de despidos –encubiertos algunos, y públicos y notorios otros– la empresa ha expresado públicamente su interés en comprar una parte del Grupo Clarín”, expresó la comisión interna en un comunicado, donde además destacó: “Es decir que, mientras justifica su proceso de reducción de personal y violenta los derechos, exhibe una solidez económica que le permitiría expandirse considerablemente en el mercado editorial”.
La contradicción, sin embargo, se convierte en asombro cuando se observan los persistentes balances en rojo de una empresa que, además, lleva doce años en concurso de acreedores. Si a duras penas puede costear la salida de una decena de medios gráficos, ¿de dónde sacaría Fontevecchia el dinero para comprar y costear el funcionamiento de media docena de señales de tevé? La respuesta a esa pregunta puede anidar en una maraña societaria que alimenta una trama salpicada de sospechas.
La composición accionaria de Editorial Perfil S.A. está integrada por tres sociedades: Perfil Periódicos S.A. (46,63%), Perfil Publicaciones S.A. (7,71%) y Grupo Perfil Inversora S.A. (45,66%), esta última afincada en el Uruguay. La compañía acumula tres años consecutivos con utilidades negativas –pérdidas– y los ingresos que generan las empresas en la Argentina no alcanzan a cubrir sus gastos operativos. En sus balances de 2012, los últimos disponibles, las dos firmas locales que integran Editorial Perfil también exhiben patrimonio neto negativo, con pérdidas de 17 millones de pesos para Perfil Periódicos S.A., y rojo de 23 millones de pesos para Perfil Publicaciones S.A. Así las cosas, el grupo se financia con las utilidades de los medios que el holding publica en el exterior, en especial Caras Brasil, y con aportes y préstamos de la accionista radicada en el Uruguay.
Según consta en los registros del Banco Central, los préstamos de la uruguaya Grupo Perfil Inversora S.A. (GPI) se efectúan en dólares y mediante el aporte de bonos argentinos, como el Boden 2015 y el Bonar 17. El uso de esos instrumentos suele despertar la curiosidad del BCRA, ya que sirven para realizar lo que en la jerga financiera se conoce como “contado con liqui inversa”, es decir, ingresar dólares mediante la venta de bonos en vez de liquidarlos en el mercado oficial. Una operatoria de esas características sería irregular, y podría iniciar la confección de un sumario por parte del Central.
A septiembre de 2013, la deuda de Editorial Perfil con su accionista uruguaya ascendía a 50.999.386 pesos, pero no es esa la única contribución que la firma realizó al deficitario holding argentino. Para la misma fecha, GPI había realizado también aportes de capital por 73,9 millones de pesos. Lo que se dice, un accionista generoso.
Por disposición legal, la empresa uruguaya no está obligada a presentar balances y declaraciones juradas en la Argentina. Y Fontevecchia podría alegar que los aportes son ingresos genuinos provenientes de las publicaciones que el grupo posee en el exterior. Sin embargo, al momento de decidir sobre la oferta de Perfil, la AFSCA deberá considerar que los organismos de control locales no tienen modo de saber si la sociedad uruguaya recibe fondos de otros socios para introducirlos a la Argentina a través de la Editorial Perfil. Siguiendo esa línea, incluso, los directores del organismo podrían arribar a una hipótesis inquietante: que los actuales propietarios del Grupo Clarín podrían efectuar aportes irrevocables o préstamos en la sociedad uruguaya a través de un holding offshore que permita borrar la identidad de los aportantes. O sea: podría ocurrir que Clarín recompre lo que dice vender a través de la sociedad uruguaya accionista de Perfil.
¿Es posible que Fontevecchia termine oficiando de testaferro de los accionistas de Clarín? La pregunta, tarde o temprano, rodará sobre la mesa de reuniones de la AFSCA, donde también se posarán los antecedentes de los empresarios en cuestión. Surgirá entonces un dato que, en ese contexto, difícilmente pase inadvertido: tanto los accionistas de Clarín como Fontevecchia tienen experiencia en manejarse con sociedades de viscosa fiscalización.
Héctor Magnetto y sus socios, por caso, constituyeron varias sociedades en Delaware, un estado de Estados Unidos que funciona como paraíso fiscal. Por esas firmas pasaron millones de dólares en operaciones que hoy están bajo la lupa de la Justicia argentina por una investigación por presunto lavado de dinero triangulado a través del JP Morgan. El CEO de Perfil, en cambio, eligió proteger su patrimonio en el viejo continente. Según consta en su historia fiscal, Fontevecchia mantuvo inversiones en la sociedad austríaca Perfil GMBH. Aunque en ese caso, el paraíso se desvaneció en 2010: tras la denuncia del convenio de doble imposición entre la República Argentina y Austria, el hombre dejó de tener vínculos con esa sociedad europea que solía frecuentar.
Pero la experiencia de Fontevecchia con el dinero viajero no termina en Austria. Al menos, eso es lo que sospechó la AFIP cuando corroboró que la mayor parte del patrimonio del empresario se encuentra en el exterior. Pero como suele ocurrirles a muchas personas de fortuna, fue un episodio de su vida privada lo que terminó orientando la curiosidad del organismo fiscal: la controvertida separación de Fontevecchia y Myriam Bunin, la mujer con la que el CEO mantuvo trabajo, tres hijos e inversiones en común.
El conventillo familiar de la separación de hecho del matrimonio destapó información reservada que debía ser mantenida lejos de la AFIP. Recién en esas sombrías circunstancias Bunin pudo entender por qué su suegro don Alberto Guido Fontevecchia, fundador de la editorial, había derivado sus acciones de las empresas Diario Perfil S.A., Perfil Periódicos S.A., Perfil Publicaciones S.A. y Consultoría Brasenil S.A., entre otras, a una empresa offshore constituida en St. Helier, Jersey Island, denominada Perfil Exterior Limited.
Cuando supo que la titularidad de esa offshore le correspondía a Jorge Fontevecchia, Bunin comenzó a sospechar de la pretendida insolvencia financiera que alegaba su aún marido. Así se enteró, con la ayuda inestimable de un par de contadores aliados, que Fontevecchia comenzó a derivar sistemáticamente los recursos de las distintas empresas controladas por el grupo hacia el paraíso fiscal de Jersey. La isla está a sólo veinte kilómetros de las costas de Normandía y tiene menos de cinco mil habitantes. Es un protectorado inglés y las grandes corporaciones financieras del mundo la utilizan para transferir millones de dólares provenientes del circuito financiero. El mismo circuito que alimenta con dólares frescos a la discreta sociedad uruguaya que mantiene a flote la Editorial Perfil. Y que ahora, parece, también pretende utilizarse para ampliar los confines de ese reino de papel que dice estar en permanente bancarrota.
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