EN LAS ÚLTIMAS SESIONES, EL OFICIALISMO MOSTRÓ FISURAS INTERNAS Y LO FRÁGIL DE SUS ACUERDOS CON LA OPOSICIÓN.
En la última semana se le cayeron cinco temas claves para su administración en la Cámara de Diputados, donde durante el primer semestre había impulsado sin problemas proyectos muy densos políticamente, como el pago a los holdouts y el blanqueo.
Hasta ahora, el régimen macrifascista se manejó apelando a alianzas eventuales con el Frente Rejuntador del vende humo Sergio Massa y el bloque Justicialista del traidor hijo de puta Diego Bossio, una escisión del FPV motorizada por Emilio Monzó en el verano y clave para que el oficialismo pudiera aislar al kirchnerismo de las decisiones del Congreso.
El ex hijastro de Flavia Palmiero no reparó en que se trataba de un acuerdo con pinzas y en las últimas semanas presionó para tener las leyes a todo o nada.
Y en estos días empezó quedar claro que el "nada" es posible. No pudo sancionar la ley de reforma política con su visión de cerrar las primarias; tampoco pudo ampliar el número de diputados de la cámara baja que imaginaba como un atajo para mejorar sus número en la cámara baja, pero "el Waterloo" de la Casa Rosada fue el fracaso de la ley de reforma del Ministerio Público negociada durante medio año para desplazar a la procuradora Alejandra Gils Carbó.
El oficialismo se lamía las heridas por esa derrota cuando apenas un día después Massa y Margarita Stolbizer le voltearon este jueves otro proyecto emblemático, la ley de participación pública-privada (PPP), que en el camino arrastró también la de emprendedores.
"En el Gobierno se creen de verdad que el Congreso es una escribanía. Bueno, el lunes Carrió les avisó con Ministerio Público que esto no es así y este jueves lo hicimos nosotros con la ley de PPP", explicó una fuente del bloque de Sergio Massa.
En cada caso, la alianza de derecha Cambiemos apuró los plazos y le jugó en contra, porque llegó a las definiciones sin consenso y la oposición le bajó el precio a sus pretensiones y lo dejó con las manos vacías.
“A Emilio (Monzó) le dieron un cronograma y tenemos que cumplirlo. Pero claramente no es posible tener todas las leyes”, confesó uno de los referentes del bloque PRO.
Los fallidos en la reforma política y la de la Procuración sorprendieron a Sergio Massa, que había negociado ambas leyes pero luego supo que Cambiemos ni siquiera tenía consenso en su bloque.
En el primer caso, Pablo Tonelli, presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales, amenazó por meses que iría a matar o morir para aprobar el artículo que impedía cortar boleta en las primarias.
Firmó dictamen con apoyo del Frente Rejuntador pero al momento de la votación varios radicales se fueron y los partidos provinciales, siempre atentos a ayudar al gobierno de turno, no aceptaron ninguno de los retoques propuestos unas horas antes.
Con la reforma de la Procuración, el régimen tenía los votos para aprobarla en general, pero por una arremetida de Elisa Carrió, Macri prefirió congelarlo. “Tras la arremetida de Carrió enviaron la orden de no tratarlo, luego de seis meses de negociar con nosotros. Es insólito”, protestó uno de los massistas encargados de negociar el dictamen.
La pasividad de la UCR desorienta más a la oposición. Tras meses de hacer catarsis por la falta de consulta del macrifascismo y fastidiarse por los fugaces informes previos a las sesiones brindados por Silvia Lospennato, los radicales comenzaron a hacerse valer.
Negri ya se había regocijado cuando Lospennato casi pierde una votación de las reformas judiciales por no contar bien los votos. Su advertencia fue clave para evitar un papelón.
La semana pasada, en plena sesión, Negri frustró un proyecto negociado por Monzó y Massa para aumentar la cantidad de diputados. “No vamos a acompañar esto”, le aclaró a su coterráneo Nicolás Massot.
Macri no estaba encima del tema pero iba a ser beneficiado, porque una buena parte de los nuevos diputados no serían kirchneristas, o sea, podían ser propios o aliados.
Visiblemente molestos, los radicales tampoco fueron orgánicos en el debate en comisión de la ley de PPP, una obsesión del hijo bobo de Franco Macri para atraer inversiones, tanto que le rogó al Senado acelerarla durante el "mini Davos" que lideró en el Centro Cultural Néstor Kirchner.
“Siempre estuve en contra de la prórroga de jurisdicción”, recordó Ricardito Alfonsinito. Se refería a la posibilidad de definir litigios con empresas en el exterior, uno de los aspectos del proyecto rechazados también por el resto de la oposición.
Lejos de intimidarse, Luciano Laspina, presidente de la Comisión de Presupuesto, informó que de todos modos firmaba dictamen y negociaría cambios en el recinto.
Cuando el miércoles intentaba aunar un dictamen, el Frente Rejuntador y una parte del Bloque Justicialista apoyaron una idea del kirchnerismo para volver a debatirlo en Comisión. Un dato a tener en cuenta: también faltaban algunos radicales en el recinto.
“Sergio, vamos a discutir 30 cambios en cinco minutos, ya no sabemos lo que estamos votando”, mensajeó Stolbizer a Massa, que ni bien ingresó al recinto ordenó a su bloque que apoye el regreso a comisión de la ley de Participación Público Privada, para analizar con tiempo las modificaciones. Los macristas lo tomaron como una venganza por el desaire de la reforma del Ministerio Público.
Fue una sesión fatal para la alianza de derecha Cambiemos. Ya en la reunión de labor parlamentaria había tenido que sacar del plan de votación la ley de emprendedores, porque el Frente para la Victoria y el massismo exigían precisiones sobre un fondo de inversión creado en la norma.
Fue un planteo de la Unión de Emprendedores Argentinos, liderada por Rodolfo Llanos, quien acusó al régimen de fomentar una ley para grandes empresas. La oposición tomó su reclamo y la ley volvió al cajón, como empezó a ser costumbre.
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