La norma fue aprobada por todos los bloques. De esta manera, el Congreso se hará cargo del edificio del Molino, donde funcionará un local de comidas, un museo y un centro cultural.
Con 217 votos positivos y la abstención del diputado Alberto Asseff, la Cámara baja aprobó ayer una ley que declara de utilidad pública y sujeto a expropiación, “por su valor histórico y cultural”, el inmueble donde funcionaba la famosa Confitería del Molino.
Ubicada en la esquina porteña de Callao y Rivadavia, frente al Palacio Legislativo, la Confitería funcionó como un espacio de reunión de legisladores, a modo de anexo del Parlamento. Sin embargo, cerró hace 17 años y desde entonces sufrió el deterioro de su edificio.
La iniciativa establece que el Poder Ejecutivo adquirirá el inmueble al precio fijado por el Tribunal de Tasaciones de la Nación, para luego transferirlo sin cargo al Congreso Nacional. De ahí en más, la administración del establecimiento quedará a cargo de una comisión bicameral.
De acuerdo a la norma, el subsuelo y la planta baja del edificio deberán ser concesionados para su utilización como confitería, restaurante, local de elaboración de productos de panadería, pastelería o cualquier otro uso afín a dichas actividades.
El resto del edificio deberá consagrarse a un museo dedicado a la historia de la “Confitería El Molino” y el rol que esta tuvo en el crecimiento y consolidación de la democracia argentina. Allí también funcionará un centro cultural a denominarse “De las Aspas”, dedicado a difundir y exhibir la obra de artistas jóvenes argentinos que no haya sido expuesta públicamente en ningún medio.
La ley tiene como antecedentes proyectos de todo el arco político. La redacción aprobada se basa en la propuesta del exsenador nacional Samuel Cabanchik, quien presenció el debate desde los palcos de la Cámara baja.
En el marco del debate, oficialistas y opositores destacaron el trabajo del presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, por la recuperación del patrimonio histórico del Congreso.
Domínguez bajó al recinto para brindar un discurso como un legislador más. “Esto tiene que ver con una Argentina que se pone de pie mirando al futuro con sueños colectivos. El Molino es un sueño colectivo de una generación que vio su ruina”, manifestó.
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