Con el fallecimiento ayer a la mañana de la inmensa Nelly Omar, de 102 años, se va la última sobreviviente de una estirpe dorada de cantantes de la música popular habitada por nombres como los de Tita Merello, Azucena Maizani, Libertad Lamarque y Ada Falcón.
Protagonista indiscutida de la historia musical de la Argentina y figura legendaria de un país que creció de pronto, cuando supo abrazarse al afecto de los humildes, la artista parece uno de esos personajes llamados a habitar para siempre la memoria inextinguible de su pueblo.
Nació el 10 de septiembre de 1911 como Nilda Elvira Vattuone en la localidad bonaerense de Bonifacio, pero inscripta y criada en Guaminí, donde vivió hasta los 11 años, cuando fallece su padre y se traslada a Buenos Aires con su madre y 10 hermanos.
Voz protagónica y central del tango y la canción criolla en las décadas del '40 y el '50, su adhesión al peronismo le valió proscripción y listas negras, estando prohibida en radios y teatros luego del golpe de Estado de la autodenominada Revolución Libertadora.
"Estuve 17 años sin trabajar porque me metieron en una lista negra impuesta por la revolución fusiladora, por ser peronista de Perón y amiga de Evita, una mujer con gran personalidad que se fue demasiado pronto cuando tenía mucho por hacer", recordó años atrás en un reportaje con Télam a propósito de esa época.
Y agregó: "Como feliz o desgraciadamente no tenía a nadie a quien darle de comer, porque no tengo hijos, me las fui arreglando sola. Pero claro, tuve que vender el piano".
En 1957 viajó a Montevideo para trabajar en radio y televisión y luego a Venezuela para participar del programa de televisión "El show de Renny Otolina", donde actuaba vestida de gaucho, pagando en su cuerpo su cercanía al gobierno popular y sus recordadas interpretaciones de "La descamisada" y "Es el pueblo".
Aunque conoció el trabajo desde los 12 años, cuando se empleó en una fábrica de medias, Omar arrancó con la canción a los 17 con la interpretación de "A mi madre" en radio Splendid, pero se hizo profesional tiempo más tarde.
En 1934 conforma un dúo con su hermana Nélida (a quien le "robó" el sobrenombre) y en 1937 conoce a Homero Manzi al trabajar juntos en la audición de Radio Belgrano "Pájaros ausentes", que contaba con libretos del poeta, a quien la une un apasionado romance.
Esta relación se interrumpe cuando, ante la posibilidad del divorcio, la esposa de Manzi intenta suicidarse con un tóxico, pero queda de ella el registro o la huella que el poeta materializó en la imperecedera "Malena".
Bautizada en 1938 en Valentín Alsina "la Gardel con polleras", gracias a una voz prístina, un fraseo claro, aguerrido, firme y sin afectaciones ni subrayados.
Y la definición viene a cuento de una artista que recorrió el tango pero cultivó con igual interés y profundidad la milonga, el vals y el repertorio criollo en un programa musical que no admite oposición entre lo urbano y lo rural y que recoge el gesto de cantores anteriores como Gardel, Magaldi o Corsini.
A Nelly no se le debe sólo la convicción inquebrantable de un afecto y una carrera sin dobleces que postergó en tributo a la lealtad sino también imperecederas interpretaciones de canciones como "Sur", "Amar y callar", "El adiós de Gabino Ezeiza", "Del tiempo de la morocha" y "Manoblanca", entre muchos otros registros.
Pese a los problemas de salud aparejados a su edad y que la llevaron a padecer varias internaciones en el último tiempo, la intérprete concretó en los años 2005, 2009 y 2011 (cuando celebró su centenario) inolvidables presentaciones en el estadio Luna Park.
El velatorio se llevó a cabo hasta la medianoche en la sede de SADAIC y continuará hoy de 9 a 10:30, hora en que sus restos serán trasladados hacia el cementerio de Chacarita, donde descansarán en el panteón de SADAIC.
¡Hasta siempre cantora!
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