A cinco años de la creación del Centro Cultural de la Memoria "Haroldo Conti" en el predio que perteneció a la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA) su director, Eduardo Jozami, repasó el proceso de resignificación de un espacio del horror, durante la dictadura militar, en un centro cuyos ejes giran alrededor de la memoria y los derechos humanos.
Eduardo Jozami, director del Centro Cultural de la Memoria "Haroldo Conti" |
"Cuando me designaron para hacerme cargo del centro a fines del 2007, recién comenzaba el proceso de instalación en el predio de la ex ESMA porque si bien Nestor Kirchner anunció en 2004 el traslado de la Escuela de Mecánica de la Armada y de los otros institutos navales, el abandono de lugar llevó casi tres años", dijo Jozami en una entrevista con Télam.
En ese momento, subrayó el director, "se plantearon algunas discusiones sobre lo que se podía hacer en este predio. Pensamos que era importante el Centro Cultural de la Memoria, para estimular lo que pasó en referencia a los años de la dictadura y las luchas de los 70".
Así como también era imprescindible un abordaje de la cuestión de la memoria "desde toda la producción que había en el cine, el teatro, la literatura argentina. No bastaba con las reflexiones históricas o políticas", precisó Jozami.
Esta impronta no era del todo compartida, "muchos sostuvieron que frente a estos acontecimientos del horror -imposibles de representar-, no se podía pensar un abordaje desde la cultura".
"Creo que hoy existe un consenso mas fuerte para desarrollar este tipo de tareas y diría que en cinco años de trabajo del Centro (inició sus actividades el 31 de mayo de 2008 cuando todavía estaba en refacción el edificio) se ha logrado un avance significativo", consideró el director.
"Un avance en profundidad, con seminarios, debates, obras teatrales, muestras de arte y fotografía orientadas a una mayor comprensión, conocimiento y estímulo al debate de la historia argentina. Y una tarea de extensión en lo que hace a la cantidad de gente que hoy se da una vuelta por el centro", enumeró.
"Al principio muchos tenían reparos o temores en acercarse y, de alguna manera, usaron al Centro Haroldo Conti como un camino para ingresar a la ESMA. Un camino menos sombrío, si se quiere, menos tremendo, que la visita al Casino de Oficiales".
El trabajo en estas dos direcciones ha sido ratificado por la respuesta de la gente, cada vez mayor: "Hay una preocupación fuerte por la calidad de lo que se exhibe, por cierto rigor en los trabajos y publicaciones. Y al mismo tiempo entendemos que es bueno que se de este proceso de ampliación del público".
"Esta reflexión se le impone al mismo movimiento de los derechos humanos, porque hay grandes sectores de la sociedad argentina que aunque participen de modo pasivo en repudio a la dictadura militar seguramente no tienen suficiente información ni un compromiso: El 'Conti' puede aportar para un mayor acercamiento y penetración de esos sectores", explicó Jozami.
En estos cinco años, "no cambiamos demasiado los criterios iniciales, fundacionales, pero creo que con el paso del tiempo los comprendimos mejor".
Poco relacionado con la actividad artística, "nunca me imaginé hasta que punto el centro se transformó en un diálogo entre diferentes áreas, como el significado que tiene una muestra acompañada de publicaciones, cursos, hasta la música: uno escucha a una orquesta y en el 'Conti' parece adquirir otra dimensión. Seguramente, antes o al finalizar el espectáculo el director va a hablar sobre el significado de tocar acá".
"Qué limitada sería la visión sobre ese período si no hubiera visto algunas películas, si no conociera pintores como Gorriarena, Luis Felipe Noé o León Ferrari. El proceso de la memoria es igual al del conocimiento, no hay un camino único", deslizó el alma mater del centro que cuenta con áreas de cine, artes visuales, teatro, música, fotografía, educación para la memoria, estudio, publicaciones y biblioteca.
También se agregaron otras temáticas "como un área de diversidad, a compás con el proceso de expansión de derechos del matrimonio igualitario, o la ley de identidad de género. La idea es trabajar fundamentalmente con la memoria pero desde la preocupación por los derechos humanos del pasado y del presente".
Para Jozami, "existía una idea que subestimaba el aporte de la literatura y las artes. Parecía como si de un lado hicieramos memoria y por el otro vinieran los artistas e ilustraban ese proceso. No es así. Se construye desde todas estas perspectivas".
"Al comienzo pensábamos que el público iba a ser el más vinculado a los derechos humanos, esa gente viene cuando hay determinadas actividades y recordaciones pero ha aparecido otro público menos relacionado al tema, pero interesado en conocer lo que pasó en aquellos años".
"Diría que hay otro público, no más desprevenido -no hay nadie que pueda venir desprevenido a este lugar, todo el mundo sabe que aquí pasó algo horroroso apenas traspone la puerta- y nos interesa como va profundizando su relación con el centro, empiezan con una película, después miran una muestra y cosas que tienen que ver con la dictadura. Se da un proceso de politización nada forzada".
En el 2010 hubo un seminario en homenaje a Walter Benjamin, "un autor importante por sus trabajos sobre la memoria y un símbolo porque se quitó la vida antes de caer en poder de los nazis. Y vinieron los interesados en un tema complejo, pero hubo esos días otras actividades, un modo de trabajar sin fijar barreras".
"Tratamos de mantener el mayor rigor pero no somos una institución académica. No pedimos credenciales para participar".
Este proceso hubiera sido imposible, afirmó Jozami, "sin lo que estamos viviendo desde el 2003: las políticas públicas de la Memoria son un eje fundamental de la actividad del gobierno y del Estado argentino, sumado a los juicios que se llevan adelante".
"Hay una mayor madurez del movimiento de los derechos humanos y de los argentinos en general para poder reflexionar sobre la memoria reciente argentina con mayor profundidad. Y nos inscribimos modestamente en ese proceso", finalizó Jozami.
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