Baños rotos, ventanas sin vidrios, habitaciones sin calefacción y achique de servicios son la contracara de las partidas millonarias asignadas y subejecutadas año tras año. "Están vaciando el hospital", denuncian los médicos.
Fue concebido en base al psiquiátrico francés y se transformó en un hospital escuela. Por sus pasillos caminó el psiquiatra Enrique Pichon-Rivière. Sus salas llegaron a albergar a 4000 pacientes. Lejos, muy lejos, quedaron aquellos tiempos. Al Hospital de Salud Mental J.T. Borda lo abandonaron, tal como constatar haciendo una recorrida por el nosocomio. Un gran porcentaje del edificio está desocupado, el resto venido abajo. A la falta de gas -que ya lleva más de un año- y de vidrios en las ventanas, se suma la reducción de camas y de personal de planta. Mientras el gobierno porteño no desentiende de los reclamos, el estado del Borda empeora cada año.
El edifio del Neuropsiquiátrico está conformado por dos "H", una externa y otra interna. Los dos laterales de la "H" externa están sin gas, situación que sufren más de 200 pacientes. Se trata de un problema que viene de lejos, como dieron cuenta, en diciembre del año pasado, la Comisión Especial de Seguimiento y Evaluación para el cumplimiento de la ley de Salud Mental y, en 2011, la Defensoría de la Ciudad.
En los días fríos que están por venir, la ausencia de calefacción y de vidrios en las ventanas se transforma en un cóctel explosivo. Las palomas vuelan por pasillos sucios, a centímetros de techos descascarados. En los pisos, vidrios rotos. Más allá, sectores tapiados, puertas cerradas con candados. Y, también, espacios vacíos, sin uso.
El Borda tiene unas 450 personas internadas y 720 camas disponibles. Las contadas y demoradas refacciones en los baños obligaron a trasladar, y también a reducir, servicios importantes, como el de admisión, que pasó 18 a ocho camas. La decisión oficial es "frenar las admisiones", dijo una enfermera. Lo mismo sucedió en los dos servicios de emergencia. Por caso, uno de ellos redujo sus camas de 28 a 16.
Los médicos temen que esta situación, presentada como "provisoria", sea constante. Les sobran motivos. En 2010, por caso, se cerró el servicio 14-22, que atiende a adictos. Una orden judicial logró revertirlo, pero fue reabierto con menos camas.
"Están vaciando el hospital", se lamentó un profesional de la institución que prefirió el anonimato por temor a represalias. Razón no le falta si al abandono edilicio se le suma la situación de los médicos de planta. “Año a año se va reduciendo la planta permanente: no renuevan las partidas de los médicos que se van jubilando", agregó la misma fuente.
Curioso: el Borda posee el presupuesto más alto entre los hospitales que dependen de la Dirección General de Salud Mental. Según informaron desde la Comisión Especial homónima, en 2012, el gobierno porteño destinó una partida de $ 196.862.536. Al finalizar el año, se habían ejecutado $ 189.635.584. En noviembre del año pasado, la cuestionada ministra de Salud, Graciela Reybaud, detalló ante la Legislatura las obras efectuadas en este hospital monovalente: la renovación y ampliación de los "núcleos sanitarios" del pabellón central, la creación de nuevos Talleres Protegidos y la instalación de aires acondicionados, cocinas y gas. Sin embargo, el estado del Borda sigue siendo lamentable. De hecho, en 2012, se destinaron $ 11.341.366 al rubro construcciones, del que se ejecutaron $ 8.673.080. Lo que no explicó, ni entonces ni ahora Reybaud, es por qué no fueron ejecutados los restantes $ 2.668.286.
Virgina Menéndez, que asesora a la legisladora Gabriela Alegre (FPV), explicó: "Para infraestructura en salud mental siempre se prevén inversiones, destinadas a refuncionalizaciones integrales y reparaciones esenciales. Pero lo que suele suceder es que finalmente no se ejecutan las partidas. La misma partida, por idéntico o menor monto, vuelve a colocarse en el plan de inversiones del año siguiente. Mientras tanto, el deterioro avanza". En 2013, el Borda tiene destinados $ 200.942.027.
Acaso la más gráfica metáfora del interés que el gobierno porteño dispensa al hospital sea el Taller Protegido 19, donde los pacientes desarrollaban tareas de sociabilización: fue derrumbado el 26 de abril, mientras la Polizía Metropolinazi ejecutaba una feroz represión contra enfermeros, pacientes y médicos. Del taller apenas quedaron hierros retorcidos.
Durante el derrumbe se cree que se manipuló erróneamente el asbesto –una sustancia cancerígena– que se encontraba en el techo del edificio. Ese material aislante requiere de un tratamiento específico para evitar el contacto con las personas.
Alicia Pierini, defensora del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, le solicitó a la justicia que "a fin de evitar los graves daños a la salud y al medio ambiente, ordene al gobierno de la Ciudad la remoción, manipulación, almacenamiento, tratamiento, transporte y disposición final de los residuos peligrosos" del lugar.
El taller interno estaba ubicado en el parque de la institución, un gran espacio verde creado con fines terapéuticos. Y que fue derribado para avanzar en la construcción del Centro Cívico, un proyecto que contempla el traslado allí de las oficinas gubernamentales porteñas y que "tomaría" dos hectáreas del nosocomio. ¿El motivo? Revaluar el sur de la Ciudad y explotar el gran negocio inmobiliario que generará el cambio.
También fue derrumbado un pabellón lindante al Centro Cultural. Según los médicos, allí se haría una cancha de fútbol que remplazaría a la que está cerca del taller derribado, y que el gobierno porteño incluyó en la megaobra del Centro Cívico.
Hay dos clases de locos. Los locos propiamente dichos y los locos hijos de puta. Algunos de los primeros, están en el Borda. La mayoría de los segundos, están en el PRO.
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