Por Ricardo Ragendorfer, para Tiempo Argentino
El polémico funcionario judicial –quien además es jefe de Seguridad del club de la Ribera– se encuentra bajo la lupa en la pesquisa sobre una presunta asociación ilícita en la hinchada más poderosa del país.
La amenaza epistolar llegó durante la mañana del 26 de agosto al domicilio del destinatario, en la localidad de Santos Lugares. Y, simplemente, decía: "Di Santo. Te encontramos". Aquellas palabras habían sido escritas con marcador negro sobre una hoja del diario Olé con una entrevista al barrabrava de Boca, Luis Arrieta; su título: "Me bajé para no terminar en un ataúd". Un redondel de trazo grueso remarcaba el último vocablo.
El tal Di Santo –cuyo nombre de pila es Román– es nada menos que el jefe de la Policía Federal. Su olfato no tardó en vincular dicha misiva con la causa judicial que investiga –entre otros delitos– una presunta asociación ilícita integrada por altos dignatarios de La Doce, dirigentes del club y efectivos policiales. Una pesquisa originada en una circunstancia no convencional.
A mediados de 2011, Ernesto Cirini fue asesinado a golpes en una calle de Mataderos. Ese crimen causó la estrepitosa caída de Mauro Martín como jefe máximo de la hinchada más influyente del país y su detención por homicidio simple. Lo notable es que el hecho no fue fruto de un ajuste mafioso sino que su factor desencadenante fue la mascota de la víctima, un caniche toy cuyos hábitos intestinales irritaban a los familiares del capo de La Bombonera.
Otro de los acusados, Maximiliano Mazzaro –lugarteniente de Martín en La Doce–, quien permaneció prófugo hasta el 7 de junio de este año, desató de manera involuntaria otra pesquisa, puesto que las escuchas telefónicas ordenadas por el juez Manuel de Campos para dar con su paradero revelaron la existencia de una millonaria maniobra con carnets falsos, cuyo alquiler para ver los partidos del Xeneize oscilaba entre los 300 y los 1000 pesos por fecha.
Por tal razón, el 23 de mayo –en la previa del partido entre Newell's y Boca– fueron arrestados en La Bombonera 52 barrabravas, junto con un empleado jerárquico del club y el dirigente Carlos Michetti, quien es titular del Departamento de Socios. Según una fuente vinculada a la pesquisa, el jefe de Estadio y Seguridad Deportiva de Boca no sería ajeno al asunto. Este no es otro que el fiscal federal Carlos Stornelli.
La escena forma parte de un documental realizado en 2012 por la televisión española sobre barrabravas locales. El emblemático ex jefe de La Doce, Rafael Di Zeo, entrevistado en la penumbra de un bar, de pronto interrumpe sus respuestas para atender su celular. En ese instante, exhibe ante la cámara la pantallita del aparato, donde consta el nombre del autor de la llamada. Era nada menos que Stornelli. Ante ello, no sin asombro, el periodista Jon Sistiaga, explica en off. "A él, que tiene prohibido estar en la tribuna, lo llama el jefe de Seguridad del estadio". Di Zeo, en tanto, esboza una sonrisa jactanciosa.
En rigor, la gran amistad entre ambos es pública desde diciembre de 2005, cuando el fiscal asistió a la boda del barrabrava en la quinta Los Galpones, de Benavídez. La flamante esposa de Di Zeo era Soledad Spinetto, quien dos años después se convertiría en la mano derecha de Stornelli, durante su gestión como ministro de Seguridad bonaerense.
Aquella etapa de su vida merece ser evocada. Hijo del teniente coronel Atilio José Stornelli y yerno del general Llamil Reston, ahora procesado por delitos de lesa humanidad, Stornelli asimiló tal designación con sumo beneplácito. De hecho, sus ideas para el cargo estuvieron moldeadas por una concepción militarista del orden urbano, mediante el férreo control del territorio y el poder de fuego policial. En términos prácticos, su paso por el Estado provincial consistió en restaurar los atributos que la Bonaerense había tenido en sus peores épocas. Entre sus asesores resaltaba el polémico ex comisario de la Maldita Policía, Mario "Chorizo" Rodríguez; el abogado de los barrabravas de Boca, Marcelo Rochetti; el ex jefe de la Federal, Roberto Giacomino –desplazado por Néstor Kirchner por corrupción–, y la señora Spinetto.
Durante su gestión, aumentaron sensiblemente los casos de gatillo fácil y torturas en comisarías, a la vez que él accedía a las más antojadizas demandas de los uniformados. Sin embargo, un pequeño enroque de jefes efectuado en la Dirección de Prevención del Delito Automotor –una codiciada caja para los "porongas" de la repartición– generó un boicot en su contra que consistió en una oleada de asaltos con víctimas fatales. A raíz de ello, el ministro no tardó en poner los pies en polvorosa para retomar su antigua carrera judicial. Ya se sabe que alternaría esa actividad con la dirigencia deportiva.
En abril de 2012, tras hacerse cargo de la seguridad de Boca, una de las primeras órdenes que recibió Stornelli del presidente Daniel Angelici fue la de solucionar la interna entre la facción de Mauro Martín y la del desplazado Di Zeo. En ese marco, mantuvo una seria discusión con Santiago "El Gitano" Lancry, un histórico de la tribuna que en esa época reportaba a Martín. Ese mismo día, cuando Stornelli se dirigía hacia el café La Imprenta, de Belgrano, para reunirse con Di Zeo, Lancry apareció de sorpresa y le aplicó al fiscal un sonoro cachetazo en el oído izquierdo. "Si querés, meteme preso, pero yo hace 35 años que voy a la cancha; vos no me vas a cagar, tarado", le gritó, antes de tirarle otro golpe, esta vez en la oreja derecha.
Pero la política es el arte de lo posible. El 19 de diciembre del año pasado, cuando Carlos Bianchi salió a la cancha para su nueva presentación como entrenador de Boca, en la tribuna estaba Mauro Martín, quien tenía prohibido entrar al estadio por el famoso derecho de admisión. En ese mismo instante, en el anillo interno de La Bombonera, dos personas conversaban amigablemente. Se trataba de Mazzaro y Stornelli. Ambos caminaron lentamente hacia el despacho de este último, donde prosiguieron la plática con una botella de J&B.
Poco antes, el 29 de agosto, el jefe de Estadio y Seguridad había incluido en la lista de admitidos a la plana mayor de Martín, incluido el "Gitano" Lancry.
Ahora aquella lista está incorporada al expediente instruido por el juez De Campos, cuya investigación intenta determinar el supuesto rol de la dirigencia de Boca en el affaire de los carnets falsificados, entre otros delitos. Dicen que Stornelli no oculta su preocupación al respecto.
En tanto, el polémico fiscal no descuida las importantes causas federales que se acumulan en su despacho.
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