martes, 12 de marzo de 2013

Vargas Llosa y su antichavismo rapaz. El odio como inspiración

La muerte de Chávez llena de congoja a millones de venezolanos y latinoamericanos, no por la persona en sí -en perspectiva histórica, los seres humanos somos natural y fatalmente efímeros- sino por el proceso liberador que el presidente encarnó.
 
Pero por otro lado, también permite a intelectuales como Vargas Llosa, claramente reaccionarios, despacharse con toda su diatriba antinacional y antiamericana, tal y como nos tiene acostumbrados. En esta ocasión, el afamado e incluso respetado -al menos en ciertos círculos- escritor peruano lo hizo a través de una columna en La Nación, donde debe sentirse a sus anchas.
 
Para el ahora marqués español, Hugo Chávez "revela ese miedo a la libertad que es una herencia del mundo primitivo, anterior a la democracia y al individuo, cuando el hombre era masa todavía y prefería que un semidiós, al que cedía su capacidad de iniciativa y su libre albedrío, tomara todas las decisiones importantes sobre su vida".
 
Partidario ferviente del "libre albedrío", sobre todo cuando se infiere de él el libre mercado y el neoliberalismo que diezmó la América Latina, el autor de "La ciudad y los perros", "Pantaleón y las visitadoras" y "La tía Julia y el escribidor", entre otros 'boom sellers', no se guarda nada a la hora de descalificar al hombre para hacer lo propio con el proceso; ese es su principal objetivo.
 
"Cruce de superhombre y bufón, el caudillo hace y deshace a su antojo, inspirado por Dios o por una ideología en la que casi siempre se confunden el socialismo y el fascismo -dos formas de estatismo y colectivismo-, y se comunica directamente con su pueblo, a través de la demagogia, la retórica y espectáculos multitudinarios y pasionales de entraña mágico-religiosa", dice el marqués que, por cierto, algo sabe de realismo mágico, especialmente cuando busca algún beneficio para los pueblos en su particular versión del "libre albedrío".
 
Ello queda claro cuando pretende advertirnos que la popularidad de caudillos como Chávez "suele ser enorme, irracional, pero también efímera, y el balance de su gestión infaliblemente catastrófico".
 
¿Pensarán lo mismo las masas venezolanas, las clases desposeídas y oprimidas que en 1989 protagonizaron el Caracazo contra el gobierno neoliberal de Carlos Andrés Pérez y luego adhirieron a quien encarnó la lucha -Chávez- y la encabezó a la victoria? (valga una observación: en Venezuela acababa lo que en la Argentina se iniciaba).
 
Pero Vargas Llosa desprecia a las masas, al pueblo movilizado: "No hay que dejarse impresionar demasiado por las muchedumbres llorosas que velan los restos de Hugo Chávez; son las mismas que se estremecían de dolor y desamparo por la muerte de Perón, de Franco, de Stalin, de Trujillo, y las que mañana acompañarán al sepulcro a Fidel Castro".
 
Y todo el texto así, hasta que a uno le resulta intolerable la lectura.

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