Ciertos medios y periodistas argentinos buscan legitimar el golpe de Estado en Paraguay para justificar sus intereses en nuestro país. Elogian los "mecanismos" en Paraguay y hablan de "dictadura K" en la Argentina.
Mientras el mundo mira azorado el golpe institucional en Paraguay, donde se violentaron las normas a través de un juicio exprés que acabó con la presidencia de Fernando Lugo, en la Argentina hay voces a favor de una “tramoya” a la que, casi sin disimulo, aspiran para el escenario político e institucional local.
Un interesante análisis del blog Indie Politik, muestra algunos de los diferentes medios de comunicación y periodistas argentinos que intentas justificar dicho golpe y, por añadidura, el gobierno de Federico Franco, sólo reconocido hasta ahora por un pequeño grupo de nacionales, contables con los dedos de una mano.
Fernando Laborda (La Nazión), Pepe Eliaschev (Radio Mitre), Eduardo van der Kooy (Clarín) y el inefable Jorge Zaín Asís, por mencionar solo a algunos, se desviven por tratar la crisis paraguaya apenas como un “recambio constitucional”, previendo legitimar un “caso testigo” para lo que anhelan a nivel local y sudamericano (para Ecuador, Venezuela, Bolivia…).
En dos notas diferentes aparecidas el domingo, dice Sergio Villone en su blog (una soez, otra humorística), Clarín tuvo que salir a aclarar que no encabeza ningún movimiento destituyente ni nunca volverá a hacerlo.
También lo hace La Nazión, hasta con sadismo: "La democracia es un conjunto de procedimientos, no de resultados. A veces esos procedimientos producen resultados que nos caen antipáticos. La diplomacia sudamericana que opera en Asunción corre el riesgo de debilitar la democracia en nombre de la democracia”.
Ya en el plano más especulativo, dice Laborda en La Nazión: “El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner no dejará pasar la posibilidad de capitalizar a nivel doméstico la destitución del presidente paraguayo Fernando Lugo por el Congreso de su país”, porque “la crisis de Paraguay le ha venido como anillo al dedo al gobierno argentino en momentos en que aparece jaqueado por el paro con movilización a la Plaza de Mayo convocado por Hugo Moyano para este miércoles. La Presidenta, que se ha cansado de comparar críticas a su gestión con operaciones ‘destituyentes’, ahora tiene la ocasión para denunciar que el golpismo ha regresado a América del Sur y que sectores reaccionarios pueden pretender aplicar en la Argentina la misma receta que la oposición a Lugo”.
Eliaschev justifica también: "Lo que sucedió en Paraguay no es un golpe de estado. Si vamos a denominar golpe de estado al hecho de que el Congreso paraguayo, siguiendo lo estipulado por la Constitución de esa república soberana de América del Sur, haya destituido al presidente Fernando Lugo, serían poco menos que inexistentes o escandalosa minoría los gobiernos que podrían ostentar una inimputable legitimidad en todo nuestro continente. En realidad pasó otra cosa. (…) En rigor de verdad, si queremos ser perfectamente fieles a los hechos, a Lugo lo depuso el Congreso de su país, no salieron unidades militares a la calle para derrocarlo”.
“El golpe de Estado como lo hemos conocido entre los años ’50 y ‘80 inclusive es una ocupación ilegal del poder, una confiscación del poder político democrático implementada normalmente por fuerzas militares con apoyo civil. Acá no ha habido fuerzas militares, a tal punto que Fernando Lugo ha aceptado la decisión y se considera ex mandatario. No llamó a la rebelión, no llamó a la resistencia, no cuestionó el mecanismo dijo que había sido un proceso sumarísimo y que no le dieron suficiente tiempo de defenderse, pero lo cierto es que el propio presidente depuesto por juicio político no se defendió de esa situación. Carecía de fuerza propia. No salieron más de 6.000 personas a las calles de Asunción para reclamar por la permanencia de Lugo y tampoco hubo resistencia en ninguna parte del país".
Como advierte Villone, hay periodistas que durante estas horas se han desvivido por hacer pasar lo de Paraguay como un simple mecanismo constitucional que da cuenta del excelente funcionamiento de las instituciones de ese país vecino, justo ellos, amantes consuetudinarios de ese discurso que afirma que, en el nuestro, las instituciones de la República no funcionan por ser arrolladas por la “dictadura K”. Y urgen a la población a hacer algo al respecto.
Ahora, además de estar nerviosos, también están envidiosos. Su pensamiento puede resumirse en la pregunta que internamente deben hacerse: ¿Cómo puede ser que los paraguayos hayan podido y nosotros no?
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