Editorial - Por Soledad Sganga
¿El kirchnerismo es lo que es en un 100% por mérito propio o por la carencia de una oposición que se digne de tal?
Es innegable que desde el 2003, con la llegada de Néstor, se produjo una renovación y apertura política que desde mucho tiempo no se vivía.
Desde esa fecha hasta la actualidad se han implementado medidas reconocidas a nivel mundial como la Asignación Universal por hijo y la recuperación de las AFJP. Se rompieron las cadenas que nos condenaban a implementar recetas que nos habían llevado al infierno como la cancelación de la deuda con el FMI; medida que permitió definitivamente tener la libertad para implementar las políticas públicas necesarias para el desarrollo del país. Partidas presupuestarias antes destinadas al pago de deuda fueron hacia el aumento en el presupuesto nacional del 6% para educación. Obras en infraestructura, hospitales, creación de universidades nacionales, etc., etc.
El sistema previsional cambió radicalmente con la recuperación de los fondos de las AFJP incluyendo a millones de trabajadores en edad jubilatoria. Muchas son los logros, los cuales cobran aaún más importancia ante las acción o inacción de la oposición, ante sus críticas vacías de contenidos. Ellos mismos entran en contradicción más de una vez, y se mueven de acuerdo no a sus convicciones sino a las ordenes impartidas desde los sectores de poder a quien ellos responden. Es en esa arena donde se juega el poder real, sin saber la mayoría de las veces como son las reglas del juego. Se construyen candidatos de acuerdo a un supuesto "malestar social". Pero así como se construye, se destruye en cuanto deja de ser funcional. Gobierno y oposición se mueven en terrenos diferentes. Uno de acción directa a través de la intervención del Estado en la vida política, social y económica. El otro dentro de un estudio de televisión, o detrás de un micrófono de radio, firmando compromisos que nada valen.
Y tal vez sea en éste punto donde surge la duda. Porque por momentos resulta hasta cómodo ese rol que juega la oposición, que muchas veces no representa un mayor peligro que la réplica de algunos comentarios que con el tiempo caen por su propio peso. Han impedido que el país no tenga un presupuesto aprobado por el Congreso y sin embargo eso no representó un obstáculo imposible de derribar. Pero siguen teniendo el apoyo del poder real y eso sí representa un peligro. Pero el peligro mayor es que nos pongamos a hacer la plancha ante esta oposición sin ideas, que nos lleve a dar pasos en falso. Que perdamos de vista el objetivo y nos centremos en uno o dos puntos de ataque contínuo. Olvidando que hay todavía cosas para mejorar, cosas para hacer y cosas para profundizar. Profundizar un modelo industrial, profundizar y fortalecer a la clase trabajadora, luchar contra el todavía enorme porcentaje de trabajo informal, fortaleces aún más los lazos regionales, implementar una reforma agraria, una reforma tributaria, más equitativa.
Muchas cosas quedan por hacer, obviamente que la coyuntura económica internacional tuvo un impacto,más tarde o más temprano, pero aún así no golpeó como años anteriores. Si ésta duda surge en mi, creo que habrá surgido en muchos. A la vista del odio que vemos en los cacerolazos, el último para tomar en cuenta lo más reciente, ya no solo se vieron las agresiones de siempre, carteles con la presidenta colgada, los insultos hacia ella, sino que también se vieron carteles contra la oposición, e inclusive algún incidente con periodistas de medios afines a esos supuestos reclamos. Entonces volviendo al comienzo me vuelvo a preguntar. Ese odio visceral, que se canaliza a través de agravios y faltas de respeto al gobierno, es realmente hacia el gobierno o es también un odio camuflado hacia una oposición que con su vergonzosa particiapación y representación hacia sus votantes, no hace un contrapeso necesario y propio de un sistema democrático.
Creo que desde hace un tiempo es necesario salir a fundamentar no solo con hechos sino también con explicaciones y argumentos claros que clase de modelo estamos defendiendo y poner blanco sobre negro de las consecuencias que podría tener si se viera interrumpido en las elecciones del 2015. No hagamos la plancha por no tener una oposición con ideas. Ese es nuestro único capital. Las ideas, los argumentos. Acompañados por 10 años de derechos ganados. Sigamos profundizando a pesar de todo, y no perdamos de vista el objetivo. Nosotros más allá de acompañar a Néstor en su momento y ahora a Cristina, que fueron y son gobierno, nosotros defendemos un modelo de país. Que sea eso lo que nos mueva hacia adelante y que ningún acontecimiento, sea un candidato mediático o un cacerolazo nos desvie el rumbo o nos detenga el paso.
Somos los que somos por las políticas implementadas, pero también somos lo que somos por ellos. Y con eso hay que tener cuidado.
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