Cuando la gran mayoría de los argentinos celebraban y se emocionaban con la recuperación del nieto 114 por parte de Abuelas de Plaza de Mayo, hubo personajes nefastos que no olvidaron su condición de tributarios de la dictadura.
"Nadie que no fuera un desalmado dejaría de alegrarse de que Ignacio Hurban haya recobrado su verdadera identidad. La suya, si se quiere, es una historia con final feliz, y enhorabuena que así sea", arranca un editorial del diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca, que dirige el cómplice de los genocidas, Vicente Massot.
Hasta ahí, más o menos normal, aunque –a decir verdad– sonaba un poco rara la alegría del despreciable individuo en cuestión, teniendo en cuenta su catadura moral, toda vez que es investigado por delitos de lesa humanidad.
Pero la inicial bonhomía termina al segundo párrafo del editorial titulado "Nieto", cuando habla de la "militancia terrorista" de los padres del nieto de Estela de Carlotto, a quien también ataca con ira política.
Porque, dice Massot, aquella alegría "tampoco borra la defensa de la lucha armada de los años 70 ensayada por la señora Estela de Carlotto y los elogios encendidos prodigados por ella a Fidel Castro".
"La recuperación del nieto no tiene nada que ver con la decisión de sus padres y las ideas de su abuela. Pertenecen a mundos diferentes, aunque hoy son legión quienes insisten en negarlo y los consideran a todos en la misma categoría de víctimas", concluye su breve editorial este individuo que debe rendir cuentas por sus actos antes la justicia.
Como se sabe, el director de La Nueva Provincia, también columnista de diarios como La Nazión y de programas como Hora Clave, es investigado por su responsabilidad en varios crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura.
Massot habría integrado "junto con los mandos militares (Ejército y Armada) una asociación ilícita con el objetivo criminal de eliminar un grupo nacional", actuando "de acuerdo a las normativas y directivas castrenses y en cumplimiento de tales" desde el diario que aún dirige, tal como consta en expediente.
Así, sería coautor del homicidio de los obreros gráficos Miguel Ángel Loyola y Enrique Heinrich, delegados del Sindicato de Artes Gráficas de Bahía Blanca, "instigándolo, determinándolo, prestando aportes indispensables para su concreción material y encubriendo a sus autores inmediatos", según se asegura en la acusación judicial.
Además se lo acusa de haber efectuado, como responsable máximo del diario bahiense, "aportes esenciales" consistentes "en el ocultamiento deliberado de la verdad" en el secuestro, tortura y homicidio de 35 personas.
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