El 12 de diciembre hubo violencia en el centro porteño. La Policía Metropolinazi ni apareció. El papel de Rodríguez Larrata y su enfrentamiento con Daniel Angelici, presidente del club. Fuertes choques en el partido de Macri.
Desde el año pasado, los hinchas de Boca (cuya hinchada se autodenomina "La 12", posiblemente porque son 12 en total) decidieron celebrar su día. El calendario los ayudó. Fue el 12-12-12 y a partir de ahí quedó un acuerdo tácito de que cada 12 de diciembre los simpatizantes xeneizes se juntarían para conmemorar su pasión por los colores azul y amarillo.
No son pocos los que recuerdan que aquel día todo finalizó en desmanes, peleas entre barras, enfrentamientos con la policía y con muchas vidrieras rotas. Además, hubo varios heridos.
Tras aquella jornada, hubo cruces entre algunos funcionarios porteños, como el jefe de gabinete Horacio Rodríguez Larrata, y el presidente de Boca, Daniel Angelici, por los incidentes. Los dos son hombres de confianza del ingeniero y doblemente procesado jefe de Gobierno de la ciudad, Mugrizio Macri. Ese choque verbal no hizo más que desnudar, otra vez, la interna de ambos políticos en la vida íntima del PRO.
El 12 de diciembre de este año, todo volvió a suceder. Tal cual había pasado 365 días antes. Casi calcado. Pero esta vez las diferencias dentro del territorio del partido se hicieron más virulentas. La guerra del Obelisco mostró su cara más sanguinaria de lo que sucede entre sectores del conglomerado que lidera Macri, aspirante a postularse como candidato a presidente del país en 2015.
La enemistad entre Rodríguez Larrata y Angelici no es nueva. Ni siquiera lo ocultan en público y ambos parecen disputarse el poder de las designaciones en los puestos clave del PRO. Son, los dos, integrantes de la mesa chica del líder del partido.
La batalla campal de la 9 de Julio y Corrientes la protagonizaron hinchas de Boca, pero no estuvo allí, según dijeron fuentes de Boca y del gobierno porteño, la conducción de la barra brava del club. Sin embargo, lo que llamó la atención fue la ausencia de la Policía Metropolinazi, destinada a cuidar, por ejemplo, el metrobús que pasa por esa zona del centro porteño. Fue la Policía Federal la que tuvo que controlar los desmanes. La Metropolinazi depende del ministro de Justicia y Seguridad, Guillermo Montenegro, fanático de Boca y de buena relación con Angelici. El ex fiscal y actual funcionario de la ciudad también hace buenas migas con Gabriela "rueditas" Michetti, hoy senadora por Capital y siempre en la vereda de enfrente del pensamiento de Larrata.
Montenegro, en el mismo momento en que comenzaron los incidentes del Obelisco, se encontraba jugando un partido de fútbol con amigos en la misma cancha de Boca. Allí, donde Juan Román Riquelme suele desparramar los cubitos que se le caen del pecho, corría el ministro. Mientras la batalla en las calles se incrementaba, en la red social Twitter aparecía una foto de Montenegro tratando de controlar una pelota en el césped. Si bien pudo con el balón, no logró contener el envío a la web de su imagen en el campo de juego. Y eso que en el vestuario, previo al encuentro, todos los integrantes de los dos equipos quedaron en no mostrar escenas de lo que sucediera en el terreno.
“En el día del hincha de Boca, me di el gusto de jugar un picadito en la Bombonera”, relató Montenegro en su Twitter. Después pidió disculpas por no estar en funciones en el momento de los problemas en la ciudad. Rodríguez Larrata, en tanto, no sólo avivó el fuego interno cuando les mostró la foto a varios funcionarios del gobierno, sino que después salió a pedir que “lo ideal sería que los festejos por el día del hincha de Boca se hagan en la cancha de Boca, porque lo que sucedió fue muy violento”.
El jefe de gabinete intentó moderar la crítica a Angelici por no organizar el festejo en el estadio, diciendo que “lo que sucedió en el Obelisco no lo armó el club, fue espontáneo”. La respuesta llegó por parte de Oscar Moscariello, vicepresidente de Boca, legislador porteño del PRO, amigo de Angelici y rival político de Rodríguez Larrata. “No le cederemos el estadio a lo más violento que tiene la sociedad”, resaltó Moscariello.
Angelici, antes de ser presidente del club, fue tesorero de la institución y desde hace varios años es una persona que suele hablar seguido con Macri sobre lo que sucede en el club y en la vida política de la ciudad. De a poco incrementó su influencia en las decisiones importantes que toma el doblemente procesado jefe de Gobierno y eso le costó, al mismo tiempo, la enemistad de varios funcionarios y políticos. Uno de ellos es Rodríguez Larrata.
Las diferencias fueron tantas que en un momento, según contó un dirigente del partido, hubo insultos. Los calmó un ingeniero. El primer choque se dio cuando el ex hijastro de Flavia Palmiero comenzó a buscar a algunos referentes para el ámbito jurídico. El procesado alcalde aspiraba a ubicar en el Tribunal Superior de Justicia a un juez impulsado por el “Tano” Angelici. Obvio, Larrata se opuso. Su ascenso también lo enfrentó con una de las patas peronistas del PRO, el legislador Cristian Ritondo. No sólo ocurre que ambos llegaron de vertientes diferentes al mosaico partidario, sino que Angelici también desea influenciar en algunos nombramientos donde Ritondo tiene injerencia.
El “Tano” habló el año pasado con Macri para que eligiera a Oscar Moscariello como vicepresidente primero de la Legislatura, un espacio que deseaba su rival, el peronista Ritondo.
Está claro que Larreta desplazó a la estrella ascendente del PRO, Gabriela Michetti, a otro sector, al Congreso Nacional, al lograr que la ex vicejefa de gobierno se lanzara a buscar la senaduría. También Larreta logró correr a María Eugenia Vidal de su posible candidatura para reemplazar a Macri como jefe de gobierno. Hoy, Vidal comenzó a moverse en el territorio bonaerense para conocer mejor el campo donde pretende ganarle al peronismo. No será fácil. Sergio Massa tratará de impedirlo.
Larrata, en realidad, sospecha que el ingeniero quiera catapultar a Angelici como candidato a jefe de gobierno porteño en 2015. Está claro que Larrata no desea ceder ese privilegio, el cual ambiciona desde su paso por la Alianza. Hasta intenta frenar a algunos dirigentes que mantienen un buen diálogo con el presidente de Boca. Una de esas personas es la diputada nacional Laura Alonso, quien comenzó a subir escalones en la simpatía de Macri y en algún momento sonó para ser funcionaria de la ciudad. El marido de Alonso es Ernesto Ochoa, radical (igual que Angelici) y ex asesor de la UCR en la Legislatura porteña. Ochoa es muy amigo del titular xeneize.
La batalla campal del 12 de diciembre no hizo más que mostrar la otra cara del PRO, lo que muchos quieren esconder diciendo que hay una convivencia en paz entre todos los sectores que forman el partido. Hoy es diferente y la violencia de algunos hinchas de Boca que festejaron (o por lo menos eso quisieron hacer) en el Obelisco no hizo más que recrudecer la carrera a la sucesión del hijo bobo de Franco Macri en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Horacio Rodríguez Larrata viene armando su juego para tratar de consolidarse como el único referente en el PRO capitalino para suceder al actual jefe de gobierno. Pero hay otros dirigentes que intentan impedirlo. Angelici, Ritondo y otros más quieren hacer sus movimientos. En tanto, la ciudad vivió un día de violencia. Mientras tanto, todos tiran la pelota afuera. Y eso que son todos del mismo equipo.
Nota de la revista Veintitrés
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