Los veintitrés integrantes del Grupo Especial de Rescate y dos miembros de la división de Detección y Adiestramiento de canes fueron recibidos ayer en Aeroparque por el secretario de Seguridad, Sergio Berni.
Los 23 rescatistas, integrantes del Grupo Especial de Rescate (GER), y dos miembros de la división de Detección y Adiestramiento de canes llegaron al sector militar del aeroparque Jorge Newbery a bordo de dos aeronaves de la Prefectura Naval y fueron recibidos por el secretario de Seguridad nacional, Sergio Berni.
"Los protagonistas de esta jornada son todos los hombres y mujeres que estuvieron trabajando en esas condiciones, abajo de dos edificios que tenían cierto peligro de derrumbe, con dos subsuelos llenos de escombros, pero fueron profesionales que trabajaron de acuerdo a las órdenes que le hemos impartido y vimos como ellos se han desempeñado", afirmó Berni.
El funcionario destacó "la entrega, la solidaridad y el coraje" de los rescatistas que "se entregaron por entero a la tarea que les fue encomendada", luego de la explosión por un escape de gas, el martes último, en un edificio ubicado en Salta 2141, de Rosario, donde murieron 21 personas y más de 60 sufrieron heridas.
"Fuimos a rescatar a quienes estuvieran con vida, lamentablemente todos los que estaban desaparecidos fallecieron, pero tuvimos dentro de tanta desgracia la satisfacción de haberle devuelto a los familiares a sus seres queridos", manifestó Berni.
Berni puso de relieve "la experiencia que pesa sobre las espaldas de los rescatistas" y valoró que, pese al dolor, los familiares "han encontrado a sus seres queridos para darles sepultura".
"Queríamos estar presentes para recibirlos, fuimos todos juntos, volvemos todos juntos, es un lema de nuestra Policía Federal, y en este acto expresar el reconocimiento, no solo a ellos sino a todos los hombres y mujeres que trabajaron en la tragedia", afirmó.
El grupo de rescatistas estuvo a cargo del comisario Angel Poidomani, jefe del GER, quien señaló que "ni bien llegamos a Rosario con los 25 hombres y las 400 toneladas de equipo, sabíamos con lo que nos íbamos a encontrar" y señaló que "algunos de estos hombres ya tenían experiencia por haber operado en otros siniestros, pero para otros era su primer trabajo".
Poidomani, un veterano que participó de las tareas de rescate en la AMIA, dijo que en Rosario "se puso de manifiesto el profesionalismo de todos, la respuesta a los cursos de capacitación y al entrenamiento que se realiza para estar preparados para este tipo de circunstancia".
"Nosotros somos rescatistas y desde el minuto cero, trabajamos para encontrar sobrevivientes, realmente no esperábamos que todos estuviesen muertos, pero aún así nuestra misión no termina hasta que encontramos el último cuerpo", explicó.
Poidomani admitió que "tuvimos una serie de emociones encontradas: por un lado el dolor de no haber hallado a nadie con vida y por el otro la satisfacción de haber recuperado todos los cuerpos de una montaña de escombros".
El bombero destacó además "la emoción por cómo nos trataron los rosarinos, haciéndonos sentir en todo momento como si estuviésemos en nuestra casa, lo que se vio reflejado en el saludo y agradecimiento de la madre de la última víctima que rescatamos y de la manera en que nos despidieron anoche".
Poidomani apuntó que "fue una tarea muy difícil, ya que debimos operar con un edificio en peligro de derrumbe y en un segundo subsuelo con riesgo de colapso, como sucedió en una ocasión y que nos obligó a evacuar el lugar".
"Sabíamos -recalcó- que los cuerpos no estarían ubicados de manera lógica, porque antes del derrumbe hubo una explosión y eso hizo que la onda expansiva desparramara a las víctimas".
Entre los rescatistas arribados ayer a la mañana, estaba también el sargento Gustavo Albornoz, a quien esperaban en la plataforma su esposa, Natalia, y sus dos pequeños hijos, León, de 4 años, y Máximo, de 3.
"Es emocionante reencontrarnos después de una tarea de este tipo. Uno se ve obligado a estar a veces muchos días lejos de su familia y el apoyo de ellos es fundamental para llevar adelante nuestro trabajo de la mejor manera", dijo Albornoz mientras abrazaba a uno de los niños al que le "bailaba" el casco de bombero de su padre.
"Fue una experiencia dolorosa, por un lado, pero satisfactoria por el otro porque pudimos rescatar a todos los cuerpos", señaló.
El bombero agradeció también a la ciudad de Rosario "por todo el cariño y el apoyo que nos brindaron" y destacó "el trabajo de todos los otros grupos de rescate que trabajaron junto a nosotros".
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